Empezó el curso político. También en Cataluña. Sobre todo en Cataluña. Quim Torra, president de la Generalitat trazó el pasado martes la hoja de ruta del curso. ¿Adónde va Cataluña? En realidad el curso empieza el 11 de septiembre. Ya saben ustedes, es el día de la Diada. De su mayor o menor éxito depende el camino a seguir. Ahí Torra se la juega. Y todo el independentismo. Veremos si, como algunos pronostican, está perdiendo fuerza el independentismo o es solo un deseo del resto de políticos y tertulianos. Veremos. Según el éxito, así será el resto del mes, hasta el 1-O. El uno de octubre. ¡Vaya 20 días nos esperan! Sobre todo a los ciudadanos catalanes. Y si no los superan con nota vendrá posteriormente el juicio y las sentencias a los miembros del Govern que están en prisión. Agarrarse los machos. Será un otoño calentito y un invierno de nieve. Preparados.

Torra es la voz de su amo. Repite. Sigue con los mismos fantasmas de su amo Puigdemont. Que el 155 no sirvió de nada. Que explique Rajoy por qué aplicó el 155 de una forma tan light. O Soraya, la responsable del fracaso. Puede que Torra lo que busca es que Pedro Sánchez aplique el 155 como dice la letra y así él tendrá una justificación para permanecer en el poder. El “no aceptaré las sentencias” suena un poco duro. O desafiante. Lo mismo es que ve la ley encima de su cabeza a poco que se salga de la cuneta trazada. “Tengo el deber de hacer realidad el 1-O”, dijo Torra. Esta frase suena a justificación. ¿O será desafío? En esos 20 días de septiembre lo comprobaremos. A lo peor se tiene que tragar su frasecita.

Ya sabemos que el Tribunal Supremo ha rechazado por unanimidad la recusación presentada contra los jueces que van a juzgar a los implicados en la causa del procés independentista. Una nota más. Toma nota, Quim Torra. Cuidado no le toque a usted. Destitución por el 155 y posterior procesamiento le pondrá en la misma situación que a los presos. Salvo que se fugue para acompañar a su jefe Puigdemont. No tiene buena cara este otoño, ni la frase que “sólo aceptará de Sánchez un referéndum de autodeterminación”. Tal vez el tiempo del referéndum ya pasó. Pasó la oportunidad de perderlo. Y de archivar todas sus notas. Tal vez el problema catalán no tiene solución, como no la tuvo en el pasado. Una sociedad dividida y estancada. Sin vida social, sin vida democrática. Todo gracias a algunos líderes políticos que no sirven ni para cuidar un rebaño de ovejas.

Por cierto, ¿de qué hablaron la vicepresidenta Carmen Calvo y la viceconsejera catalana Elsa Artadi la pasada semana? Podrían explicarlo ambas. Los secretos no aseguran el éxito. Que se lo pregunten a Soraya Sáenz de Santamaría, la Triple S. Fracaso estrepitoso y silenciado. A algún acuerdo llegaron porque Pedro Sánchez está, parece, muy tranquilo. Tal vez disimula y la procesión va por dentro ante lo que se avecina. O las conversaciones secretas de Madrid y Barcelona van por buen camino. Estaría bien conocerlas. Claro, dejarían de ser secretas. Ya. Pero esto, dicen, es un Estado democrático. Al menos se comenta, aunque el personal no está muy convencido. Si negocian Calvo, Batet e Iceta por un lado y, por el otro, Torra, Artadi y Torrent puede que se llegue a algún acuerdo. Pero parcial. No se ve representación de toda la sociedad catalana.

Queremos pensar bien y suponemos que no están negociando las penas de los presos. Sería muy grave y definitivo. No, eso no negocian. ¿Seguro? Dejémoslo en interrogante. Si se suprime las palabras rebelión y sedición habrá que ponerse en guardia. Alerta. Todo puede ser posible en esta España gobernada por mediocres. Incluso a Sánchez le queda grande. Incluso a Torra, a pesar de su discurso, no se le ve en Cataluña. Y si no acata la sentencia sobre los presos... uff. Mejor no pensarlo. Esperemos el momento. Y que ese momento sea pacífico.