En la reciente conferencia del Partido Comunista chino, Xi Jinping se refrendó como líder indiscutible sin contestaciones –literalmente— porque hizo sacar de la sala sin ningún tipo de pudor a su predecesor, el expresidente Hu Jintao.

Además de refrendar su mandato, Jinping confirmó su estrategia de liderazgo tecnoeconómico del planeta. El comunismo capitalista chino actúa como una gran multinacional. Para ello llevan años adquiriendo todo lo que les es necesario de fuera, una conquista económica silenciosa de activos, materias primas, conocimiento, tecnología y talento. Desde las tierras raras pasando por puertos, empresas agroalimentarias, tecnológicas y hasta equipos de fútbol (controlando así también el opio del pueblo).

Su planificación estratégica tiene dos ejes, China se expande porque necesita el mundo como mercado global para las empresas chinas y como proveedor, pero, por otro lado, China está reforzando todas sus empresas con todas las tecnologías disponibles.

La tecnoeconomía desarrolla una política industrial que va de la mano de la tecnológica y en este sentido el plan prevé que el internet industrial sea habilitado por tecnologías 5-6G, blockchain, quantum, macrodatos, entre otros. En China por ejemplo, ya hace más de un año que existe un comité industrial público-privado para diseñar un metaverso industrial, una especie de gemelo industrial que sirva de banco de pruebas para las empresas chinas, el Chinaverse.

China aplica la soberanía tecnológica a todo, incluido internet (cibersoberanía), y es por eso que Jinping preside la Administración del Ciberespacio de China, que es responsable de controlar el contenido en línea, reforzar la ciberseguridad y desarrollar la economía digital.

ARPA creó en 1969 ARPANET, la madre de internet, como una red en donde la información no estuviera centralizada y así poder mantener la comunicación en caso de guerra. Desde entonces, el mundo ha sido testigo del desarrollo de una internet financiada fundamentalmente por Estados Unidos, abierta y para todos, lo que ha ayudado a unir al mundo y a beneficiar a miles de millones de personas.

Ahora China desafía esta visión global intentando cambiar una red abierta y global por otra controlada por los gobiernos nacionales. En palabras de Xi, la cibersoberanía representa “el derecho de cada país a elegir independientemente su propio camino de desarrollo cibernético, el modelo de regulación cibernética y las políticas públicas de internet, y a participar en una gobernanza internacional del ciberespacio en pie de igualdad”. Una nueva cibermuralla china, en este caso tecnoeconómica.

Este es un punto de no retorno en la configuración del planeta. Si pensamos que internet está en la base de nuestras conexiones y comunicaciones de todo lo que hacemos, ¿que pasará si territorializamos el mundo digital? Yo a eso lo llamaría digitalización, no transformación digital.

A finales de noviembre se celebra el Foro de Gobernanza de la Internet (IGF) convocado por el secretario general de las Naciones Unidas en Addis Ababa. Este año a nadie se le escapa que el punto más relevante de discusión es el segundo que titulan como “Evitando la fragmentación de internet”.

Así que tenemos por un lado este modelo que lo que provoca es lo que algunos han llamado la Guerra Mundial Web mientras que por otro lado, se empieza a hablar de la Web 3-5.0 como red descentralizada basada en la transparencia y el intercambio de valor global. Depende de nosotros que modelo elegir.