Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el año pasado la economía española creció un 3,1%. Fue un crecimiento basado en el comportamiento positivo del sector turístico, la industria y las exportaciones, al tiempo que se apoyaba en el consumo interno y la inversión. Frente a estos datos sin duda positivos, nos encontramos con una economía que crece a costa de la precariedad laboral, de la minoración salarial y con escasa inversión en I+D+i , muy por debajo de la media europea. Podríamos afirmar que nos encontramos ante un espejismo de prosperidad y de salida de la crisis, un escenario muy alejado de los modelos de crecimiento sostenido y sostenible.

Por mucho que el Gobierno actual insista en las bondades de sus políticas, lo cierto es que se pone en evidencia la falta de estrategia y la ausencia de inversión en innovación tecnológica por parte del Ejecutivo español. Según el informe de la Fundación Cotec, la inversión en I+D sigue --por quinto año consecutivo-- perdiendo peso en nuestro país, lo que incide "en una recuperación económica que se apalanca excesivamente en empleos de baja cualificación y en sectores de baja intensidad tecnológica". Mientras el conjunto de la UE invierte hoy un 25% más en I+D que antes del inicio de la crisis económica, nuestra economía invierte un 10% menos.

Hay una evidente falta de estrategia y ausencia de inversión en innovación tecnológica por parte del Gobierno español

España aún no ha recuperado los niveles de inversión de 2008 y se aleja cada vez más de un modelo de crecimiento impulsado por los avances tecnológicos que conllevan, en la práctica, el desarrollo de infraestructuras inteligentes. Estas infraestructuras facilitan la integración de sistemas de automatización y control, lo que permite una gestión más eficiente de las redes de transporte urbano, eléctricas (smart grids), agua, telecomunicaciones... En estos casos no solo se comparte información, sino que también se generan sistemas predictivos, que actúan dando órdenes sobre lo que va a pasar: el ir más allá de la conexión es lo que les hace ser realmente inteligentes.

Después de analizar la propuesta de Ministerio de Fomento sobre el Plan de innovación para el Transporte y las Infraestructuras, dudo mucho de la capacidad del actual Gobierno del PP para poder implementar propuestas innovadoras. El sector de infraestructuras exige la puesta en marcha de un plan de actuación que responda al reto de la transformación digital de las infraestructuras y los sistemas de transporte. Para ello, debería tener en cuenta las experiencias y necesidades del usuario, consiguiendo su fidelización a través de la personalización de la oferta de transporte. Debería contribuir a la creación de plataformas inteligentes que recojan toda la información de los distintos servicios e infraestructuras, generando un ecosistema interconectado e integrado en las plataformas digitales de las smart cities. Esto supondría la puesta en marcha de rutas inteligentes que permitan compartir información (infraestructuras, vehículos y usuarios) y generar sistemas predictivos. Por último, implicaría la necesidad de conseguir la eficiencia energética y la sostenibilidad de las infraestructuras, lo que supondrá la reducción no solo de las emisiones de efecto invernadero, sino de los costes del transporte, mejorando la competitividad de todo nuestro sistema económico.

El proyecto de una España smart y digital sería una gran oportunidad para integrar a una Cataluña smart, liberada del nacionalismo y conectada a una España innovadora, europea y eficiente.

Por todo ello, la España moderna, solidaria e inclusiva, necesita de un gobierno inteligente capaz de gobernar, gestionar con eficacia y con capacidad para buscar consensos mayoritarios que permitan la estabilidad que garantice el desarrollo y reduzca la desigualdad. Se requiere de un gobierno imaginativo con capacidad para modernizar y digitalizar  nuestras infraestructuras. El proyecto de una España smart y digital tendría que ser liderado por un nuevo Gobierno y, al mismo tiempo, sería una gran oportunidad para integrar a una Cataluña smart, liberada del nacionalismo y conectada a una España innovadora, europea y eficiente.