Poco a poco van cayendo del guindo los lideres procesistas y hasta el cantautor afincado en Senegal reconoce que esto es, ni más ni menos, una de las 17 autonomías que conforman el estado español, por más aspavientos y gestos que hagan quienes nos malgobiernan.

Y las autonomías se supone que son administraciones de proximidad desde las que se han de resolver los problemas cotidianos de los ciudadanos. Algunos rebeldes sin causa llaman a eso ser una gestoría, pues en el caso de Cataluña ahora funciona como una mala gestoría creando más problemas de los que resuelve.

Archivado en el lugar que le corresponde la absolutamente inocua presidencia vicaria del 131, hemos empezado la del 132 con dos estilos más que con dos velocidades. Por un lado las carteras que corresponden al partido del President van haciendo con poco ruido y diría que hasta con bastante eficiencia, su problema es que no acaban de creerse que son ellos lo que mandan y que no les deben nada al partido que aspira a ser un movimiento nacional. Y es justamente en el otro lado del gobierno, el que se inspira en Waterloo, donde se concentra la ya clásica mezcla de errores en la gestión y aspavientos de todo tipo.

Salut es el paradigma de lo que ocurre cuando se le dejan las riendas a un sectario supremacista, solo preocupado por el relato. Un desastre total, llevando a Cataluña a ser el farolillo rojo de Europa por la incomprensible decisión de animar a hacer verbenas y festivales. Uno se pregunta de qué narices han servido las tan cacareadas pruebas piloto tanto en cenas en Girona como en un par de festivales. No existe tal piloto si luego no se aplican las supuestas enseñanzas en la precipitada e irresponsable reapertura. El resultado está ahí y aunque es metafísicamente imposible que dimita el consejero, sí que este baño de realidad le debería servir para aprender a callar pues seguimos doblando la media de contagios del resto del Estado y triplicando los de la Comunidad de Madrid. Pero siempre el que viene hace mejor al anterior. Las declaraciones de quien sustituye al consejero de CatSalut son de traca: “No hemos sabido trasmitir miedo a la población”. Gestión por el miedo, la desinformación y la manipulación torticera de datos… y aquí no pasa, ni pasará, nada.

El incendio en una zona de matorrales entre Port de la Selva y Llança que algo afectó al cabo de Creus, sirve sobre todo para intentar vendernos milongas creando una polémica absurda respecto al no uso de dos hidroaviones de Perpiñán. Se usaron 11 medios aéreos del Estado, algunos procedentes de lugares tan sospechosos como Reus o Empuriablava y la Generalitat se negó a activar la mejor herramienta que hay en Europa para controlar incendios forestales, la UME, además de maltratar a los pilotos. Claro que a un agente rural, el mismo gremio que tiene que prever los incendios, un Mosso tuvo que recordarle hace un tiempo que la República no existe. Y ese agente rural iba escoltado por bomberos de la Generalitat, una de las caras visibles de la revuelta fake en la que nos quieren hacer vivir. Imagino que les hubiesen salido granos a unos y otros si tuviesen que haber cooperado con militares españoles. Vaya por delante la salud de estos servidores públicos a la eficacia contra el fuego si, además, luego podemos echar, sin razón, la culpa al Estado.

Finalmente no se ha logrado que ninguna entidad financiera emita un aval para librar de sus cargas personales a los encausados por el Tribunal de Cuentas respecto a la presunta malversación de la acción exterior del Govern. No es nada personal, solo que ningún banco se expone a avalar algo cuyo contraval está pendiente de conocerse si es legal o no. Si resultase que la Generalitat finalmente no pudiese realizar la operación, todo el riesgo recaería en los bancos y éstos no pueden asumir un riesgo jurídico, y económico, tan evidente. Cuando dentro de unas semanas se conozca la opinión del Consell de Garanties Estatutàries y de todos quienes están valorando si es legal o no la maniobra del Govern, la decisión para los bancos, nacionales, extranjeros o extraterrestres, será más sencilla. En lugar de quejarse de presiones, inexistentes, deberían reflexionar sobre el daño que le están haciendo a la credibilidad del ICF si es que de verdad aspiraba a tener una licencia bancaria. En cuestión de días se han cargado toda la credibilidad labrada durante años por un equipo muy profesional y apuntillado la posibilidad de convertir al ICO catalán en un banco público. Feo el fondo, y fea la forma, la mano del 130 es más que evidente poniendo, una vez más, por delante sus intereses personales y dejando mal a todo el Govern precisamente en el día que los Mossos pierden su defensa jurídica en el ejercicio de sus funciones. La Ítaca añorada más se parece a un condado de un señor feudal que hace y deshace a su antojo que a la onírica república que nos vendieron.

Ni el virus se ha inventado en Waterloo ni el incendio lo iniciaron procesistas, salvo que el ADN de la famosa colilla diga lo contrario, aunque la decisión sobre el ICF huele a Waterloo, pero lo que tienen que recordar los cargos públicos es que gobernar significa gestionar y no dedicarse a realizar declaraciones altisonantes sin más. Han desprestigiado tanto la gestión autonómica que ahora hasta los más creyentes les critican porque cada vez lo hacen peor, aunque se empeñen en contarnos lo contrario y buscar culpables imaginarios fuera de los lindes de la autonomía.