Ahora que vacunamos a más de 700.000 personas cada día nos preocupan 50 vacunas que van destinadas a la selección de fútbol. El debate abierto es tan absurdo como cuando el actual consejero de Salut se puso divino con la falsa y demagógica elección de vacunar a policías o a viejecitas. Ya hay vacunas para todos y si es cierto que el grupo de edad de los futbolistas aún no le toca, no pasa absolutamente nada por “distraer” 50 vacunas, especialmente cuando casi todo el mundo con más de 70 años que ha querido vacunarse ya lo ha hecho y se están cubriendo los tramos de más de 60 y más de 50 años con gran celeridad. Además, cuando los seleccionados estén inmunizados la Eurocopa ya habrá terminado. Pero este falso debate esconde varias realidades.

La vacunación ha estado, y está, llena de demagogia, especialmente en el primer trimestre del año donde había menos vacunas disponibles que personas que realmente lo necesitaban. Bajo “personal esencial” se han dado casos peculiares como administrativos de consejerías de sanidad o incluso monitores jovencísimos de colonias. Cada comunidad autónoma, como nos tienen acostumbrados, ha hecho lo que ha querido manteniendo una gran coherencia demagógica para justificar que un monitor de actividades extraescolares de 22 años se debía vacunar, pero un policía nacional no. Y el colmo de la insensatez llega cuando al Rey, al Presidente del Gobierno o de las Comunidades autónomas se les pone en la cola como a un ciudadano más. Ellos también son “personal esencial”, como lo era el anterior Jemad a quien cesaron injustamente. Lo que es cierto es que se empieza por el Rey y somos capaces de vacunar a un asesor de cuarta, de los miles que cobran del erario público. No vacunar al Rey o al presidente del Gobierno cuando se comenzó a vacunar a funcionarios de todo pelaje es, simplemente, demagogia.

De nota ha sido la demonización de la vacuna de Astra Zeneca trasladando a la población una situación provocada por una mala negociación con una empresa especialmente astuta. El resultado es que se está dejando en las manos de los ciudadanos una decisión nada sencilla, mezclar vacunas o seguir con la misma vacuna. Ha habido tal cantidad de mala e interesada información que solo cabe el reproche más duro por la irresponsabilidad de nuestros gobernantes. Si se asusta a la población no nos vacunaremos, y si no nos vacunamos no saldremos de ésta. En lugar de poner la lupa en cuatro casos, muy tristes, en España, ¿por qué no se habla de los millones de británicos que se han vacunado sin ningún problema? La vacuna tiene los mismos efectos secundarios potenciales en Reino Unido que en Europa continental, aquí ha sido un problema, allí no, por no decir que la vacuna de Janssen es exactamente igual y sobre ella no se dice nada, tal vez porque es made in EU.

Pero la matrícula de honor se la lleva un colectivo que refleja lo peor de los valores de nuestra sociedad, poco esfuerzo y mucha recompensa. El gobierno se queja de los salarios de los altos directivos del Ibex 35, pero no dice nada de los astronómicos salarios de los futbolistas que trabajan para empresas que en su mayoría están en riesgo de quiebra. Un futbolista se lleva 10, 20 o 30 veces lo que un presidente o consejero delegado a los que sus accionistas premian, o castigan, por su gestión y los resultados que consiguen. Un alto directivo se queda sin bonus si su compañía no va bien. Real Madrid y Barça han ganado entre poco y nada, pero nadie les dice a sus estrellas que ganan demasiado, tanto que tienen a sus clubes arruinados. Pues de este colectivo, de esta casta, salen los seleccionados que han dado positivo estando concentrados. ¿Qué tipo de concentración hacen? Los jugadores de la NBA se encerraron en una burbuja en Orlando para acabar la pasada liga. Los de tenis no salieron del hotel en dos semanas al llegar a Australia. Los jugadores de fútbol dan positivo tras más de una semana concentrados y nadie se pregunta cómo se han podido contagiar. Esta “casta” a la que no solo les perdonamos unos salarios absurdos sino que les aplaudimos cuando defraudan a hacienda son los que ahora les vacunamos, mientras el Rey, el presidente del Gobierno o el de la Generalitat tienen que esperar su turno…que les aproveche.