Como es habitual cuando se produce un cambio de legislatura, el independentismo ha generado, también en esta ocasión, nuevos conceptos. Unos conceptos que, poco a poco, irán sustituyendo a los que el paso del tiempo ha dejado obsoletos, bien sea porque no ha sido posible materializarlos o porque han sido superados por los propios acontecimientos. Fijémonos, por ejemplo, en lo lejanos que nos quedan conceptos como el del derecho a decidir o el de las estructuras de Estado, omnipresentes hace un par de legislaturas. Recuerdo haber escuchado en la excelente emisora de música clásica de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, que Catalunya Música también era una estructura de Estado. Fijémonos, también, en que ya hemos dejado de hablar de hojas de ruta.

En cambio, hay otros conceptos perennes que, como tales, superan el paso del tiempo y de las legislaturas. Es el caso del mandato popular o mandato de las urnas. En este contexto, todo apunta a que la novedad conceptual de la presente legislatura será una expresión tan rotunda como imprecisa: fer república (hacer república). Digo imprecisa porque dos sesiones del debate de investidura no han sido suficientes para llenarla de contenido o, como mínimo, para delimitarla. Somos muchos los que nos preguntamos si hacer república implica transitar al margen de la legalidad --legalidad, como madre, solo hay una--, o bien si se trata de un concepto más moldeable que, como pasaba con las mencionadas estructuras de Estado, permite un cierto desarrollo en el seno de la Cataluña autonómica (caso, sin ir más lejos, de la citada emisora musical).

Si nos atenemos a lo que hemos escuchado por boca de los diferentes intervinientes en el reciente debate de investidura, estamos ante un concepto polisémico: rompedor para la CUP-Crida Constituent y más posibilista para ERC y JxCat. Pero sí que me ha quedado claro que, para unos y para otros, el concepto representa una clara superación de la etapa de las hojas de ruta. A diferencia de aquellas etapas (lo digo en plural porque ha habido más de una hoja de ruta), fer república ya no incluye en la ecuación la presión del calendario. Fer república es un concepto amoldable. Por esta razón, le podemos augurar mucho éxito. Se puede hacer república a la velocidad de la CUP (aceleradamente), o a un ritmo más pausado, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. Se puede hacer república desde el Palau de la Generalitat, desde el Parlament o desde los ayuntamientos (se acercan las elecciones municipales, como señaló el president Quim Torra), y se puede hacer desde el espacio exterior (exterior a Cataluña, quiero decir) desde la autoproclamada Asamblea de Cargos Electos, ente de nueva creación cuya función principal es recortar soberanía al Parlamento catalán.

Veremos qué nos depara esta XII legislatura. Una legislatura que viviremos entre dos frentes irreconciliables: el de los que quieren hacer república y el de los que quisieran dejarnos sin autonomía. Una legislatura que, también, debería servir para articular un espacio catalanista, central y centrado y abierto al diálogo en el seno de Cataluña y también con España ya que, únicamente así, podremos sacar al país del callejón sin salida en el que nos han situado, por la acción de unos y la omisión de los otros.