Pensamiento

Europa, declive industrial y Rusia

1 agosto, 2016 23:14

Europa es un continente en declive, la UE representa menos del 8% de la población mundial, su peso en la economía global ha pasado en 30 años del 25% a menos del 20%, con previsiones de no alcanzar el 10% en 2020. En ese año, probablemente, el 90% del crecimiento económico mundial se estará produciendo fuera de las fronteras del Viejo Continente. Entre las 20 mayores empresas de internet, las más innovadoras, hay 13 estadounidenses y cinco chinas, ni una sola europea. A lo apuntado habrá que incorporar la repercusiones negativas derivadas del Brexit.

En los últimos años, la UE ha sido invadida a través de fuertes flujos de capital de megaempresas transnacionales que se han situado en posición dominante en diferentes sectores estratégicos del continente. Un ejemplo relevante sería la desaparición de la multinacional francesa Alstom Power, líder de la tecnología energética europea, engullida por el gigante norteamericano GE. Europa pierde el control de gran parte de la tecnología y de la industria energética. Los centros de decisión que diseñan tanto las estrategias energéticas como las políticas para combatir el cambio climático se habrán desplazado fuera del continente.

Necesitamos de las materias primas energéticas rusas, y Rusia de nuestra tecnología. Europa es menos Europa sin Rusia

No se trata de oponerse a la entrada de las transnacionales extraeuropeas, sino de aprovechar esa oportunidad para internacionalizar la economía europea, es decir para aumentar nuestra presencia en la economía global. Sería un gravísimo error intentar contraponer a la globalización, políticas proteccionistas. Sin embargo, la UE no debería renunciar a determinados mecanismos de control, como el CFIUS (Committee Foreign Investment in United States), comisión federal norteamericana que garantiza que los proyectos de inversión extranjera en EEUU están condicionados por su posible impacto sobre la seguridad nacional, o el Building USA Act, que exige que los fondos federales se apliquen a fabricaciones con contenido local.

Europa debe responder al reto de la globalización elaborando de forma conjunta una política industrial integrada, basada en la innovación competitiva y en la sostenibilidad. Una “nueva política industrial activa” como la denomina el economista de Harvard Dani Rodrik.

Esa estrategia industrial compartida nos debería llevar sin duda a mejorar nuestra eficiencia energética como factor de competitividad, lo que supondría al mismo tiempo la reducción de nuestra dependencia energética. Según el informe de la Comisión European Energy Security Strategy, la UE importa el 53% de la energía que consume. Su dependencia exterior es casi del 90% en hidrocarburos y del 66% en el gas natural. Se trata no solo de reducir nuestra dependencia energética a través del desarrollo de energías renovables, sino de construir una estrategia en común contra el cambio climático.

Otro elemento geoestratégico a tener en cuenta a la hora de diseñar el futuro de Europa es la necesidad de establecer unas relaciones rusoeuropeas, vitales para la construcción de una UE fuerte y económicamente potente. Necesitamos de las materias primas energéticas rusas y Rusia de nuestra tecnología para desarrollar su economía y modernizar sus infraestructuras. Europa es menos Europa sin Rusia.

Europa no debe renunciar a facilitar todas las acciones que mejoren el nivel de calidad democrática de este país; la mejor manera de hacerlo es desde la cooperación, no desde las sanciones y de la agresividad diseñada por los estrategas del Pentágono.