Esta semana comenzó en la Audiencia Nacional el juicio contra una decena de ex responsables del banco barcelonés Eurobank del Mediterráneo, cuando van transcurridos casi tres lustros desde su hundimiento. Se les acusa de delito societario continuado y de un denso racimo de otras figuras penales como falsedad, apropiación indebida, estafa, blanqueo de capitales y desobediencia a la autoridad judicial.

Salvo los clientes y accionistas, pocos recuerdan las peripecias de esta minúscula entidad. El Banco de España la intervino en julio de 2003. El mes siguiente suspendió pagos. Tiempo después vendió sus activos y devolvió los 137 millones de depósitos a sus 7.400 clientes. Luego se extinguió.

La crisis de Eurobank es probablemente la más atípica de la historia de la banca española. Hasta el descalabro de las cajas de ahorros en la crisis reciente, no se recuerda ningún otro caso de una entidad que tras su incautación oficial haya devuelto toda la deuda hasta el último céntimo.

Hasta el descalabro de las cajas de ahorros en la crisis reciente, no se recuerda ningún otro caso de una entidad que tras su incautación oficial haya devuelto toda la deuda hasta el último céntimo

Aquel verano se propalaron docenas de noticias explosivas sobre Eurobank. En el colmo de la exageración, algún medio llegó a hablar de la “Gescartera catalana”. Pero lo cierto es que Eurobank se liquidó de forma ordenada y los clientes recuperaron íntegramente sus depósitos. La Audiencia de Barcelona juzgó por este episodio a Eduardo de Pascual Arxé, presidente y principal accionista. Salió absuelto.

La cúpula de la casa afronta ahora cuitas procesales relacionadas con la venta de ciertos activos de Eurobank. Según la fiscalía y los socios minoritarios, la cesión se realizó de forma fraudulenta y ocasionó a estos últimos un grave perjuicio.

Eurobank se constituyó en 1986 con el nombre de Caja Euro-Hipotecaria, por iniciativa de Juan Bilbao, ex director general de Caixa Catalunya, y un grupo de amigos e inversores. Tres años después pasó a llamarse Banca Euro-Hipotecaria, luego Euro Banco del Principat y en 1997 adoptó su denominación definitiva, Eurobank del Mediterráneo.

En 1996, tras una aguda crisis de liquidez, entró como socio de referencia De Pascual, titular de negocios de seguros e inmobiliarios, así como de los cines Imax del puerto de Barcelona.

En esa misma época, el personaje ideó también la fusión con otro pequeño banco barcelonés, Bankpyme, constituido e impulsado por el profesor José Jané Solá. La Generalitat bendijo la boda. Los contrayentes tenían pensado incluso el nombre, Banco de Barcelona. En las conversaciones participaron activamente José Luis Torra, director general de Agrupació Mútua, accionista relevante de Bankpyme; y Jordi Conejos, ex director general de Industria de la Generalitat en 1995-2001, que actuaba de asesor de Pascual.

En el conglomerado Eurobank-Bankpyme se reservó una participación a Mutual Cyclops, presidida a la sazón por el ex director general de Deportes Josep Lluís Vilaseca. Pero el proyecto de integración no pasó a mayores y se frustró. El Banco de España, para autorizarla, exigía que Eurobank aumentara sus recursos propios, a lo que De Pascual se negó en redondo.

El actual juicio en la Audiencia Nacional comienza cojeando de forma ostentosa, debido a la incomparecencia del principal acusado, Eduardo de Pascual, quien está en busca y captura en virtud de una orden internacional de arresto dictada en julio de 2015.

A parte de los coletazos derivados de su gestión en Eurobank, De Pascual tiene pendiente también el embrollo de los “eres”, en el que figura entre los principales acusados

Se dice que anda por Extremo Oriente. El periodista que suscribe este artículo se lo encontró meses atrás comiendo tan campante, con una colaboradora, en un restaurante de la calle Consejo de Ciento de Barcelona.

El caballero se largó debido a su estrecha implicación en el abominable caso de los “eres” andaluces. Según la fiscalía los prebostes socialistas malversaron en él 741 millones de euros. Para canalizar los expedientes falsos y consumar el saqueo, utilizaron, entre otros instrumentos, las sociedades aseguradoras Vitalia y Fortia, controladas por De Pascual.

Éste se lucró supuestamente a lo grande con su mediación. Obtuvo la fruslería de 36 millones de euros. Pero tiene declarado ante la magistratura que el grueso de las mordidas fue a parar en última instancia a cuentas de los habituales comisionistas del PSOE abiertas en una ristra de paraísos fiscales.

La jueza instructora de los “eres” dictó prisión para De Pascual y su mano derecha María Vaqué Molas en marzo de 2013, con una fianza de 111 millones para cada uno. Luego la rebajó varias veces hasta dejarla en 6.000 escuálidos euros.

De Pascual salió de la cárcel en junio del siguiente año y desapareció del mapa. Siempre fue un tipo singular, de una timidez extrema. Trabajaba al estilo estajanovista, de lunes a domingo. Huía de los medios como de la peste, debido a un par de experiencias personales.

A raíz del caso de los “eres”, la policía registró su domicilio situado en el pasaje Permanyer de Barcelona. Halló obras de arte, cheques del banco andorrano Andbanc y diversa documentación de un arsenal de sociedades, todo ello oculto en búnker acorazado, sito en un sótano del inmueble.

A parte de los coletazos derivados de su gestión en Eurobank, De Pascual tiene pendiente también el embrollo de los “eres”, en el que figura entre los principales acusados.

Este latrocinio es tal vez el de más bulto que ha ocurrido nunca en España. Me temo que no se acabará de desentrañar del todo mientras De Pascual siga huido. Sus sociedades mediadoras forman parte de las piedras angulares sobre las que se articuló el formidable desfalco.