Quim Torra está enfadado porque Roger Torrent no quiso desobedecer para defender su escaño como diputado, una acta perfectamente prescindible para retener la presidencia de la Generalitat, al menos hasta que llegue la confirmación de sentencia de inhabilitación por parte del Tribunal Supremo. El enojo le ha hecho ver a Torra lo que todo el mundo veía desde hace meses, que esta legislatura y su gobierno no dan más de sí, aunque estaría por demostrar que en algún momento su gobierno haya dado algo de sí. La experiencia Torra está oficialmente finiquitada, a la espera de fecha concreta para celebrar las elecciones.

El presidente anunció el fin de su gobierno atribuyendo toda la culpa a la deslealtad de ERC, por haberle abandonado frente a la JEC y por haber optado por una vía de diálogo que pasa por apoyar a los socialistas en Madrid. Torra marca así el argumento central de la próxima campaña de JxCat: los republicanos han traicionado el ideal independentista por su ambición de poder autonómico. La peor para ERC es que, muy probablemente, esto no va a quedar así. En los próximos meses, Torra, JxCat y su entorno mediático van a dedicarse a tiempo completo a cercenar las expectativas electorales de ERC.

La tramitación de los presupuestos de la Generalitat marcará la duración de esta etapa de provisionalidad preelectoral en la que Torra puede entorpecer directamente los planes de sus ex socios. En primer lugar, aprovechando el debate parlamentario de los presupuestos autonómicos, pactados a bombo y platillo por republicanos y Comunes y asumidos de mala gana por JxCat. Es la gran baza de Pere Aragonés. JxCat no se atreverá a romper el pacto, porque existe en Cataluña un alto consenso sobre la urgencia de actualizar las cuentas públicas congeladas desde 2017; sin embargo, nada le impide replantear en comisión la cuestión de la fiscalidad, a la baja claro, para hacerlos “más suyos” y, de paso, poner en duda el voto final de los Comunes que han hecho del aumento de ingresos su bandera.

Torra recoge en su esquela del gobierno la predisposición a reunirse con Pedro Sánchez, encuentro agendado para la próxima semana. No dijo que fuera a poner en marcha la mesa de diálogo, el otro gran éxito de ERC, sino que quiere comprobar la voluntad del gobierno español de poner fin a la represión y  respetar el mandato del 1-O, el famoso ejercicio de la autodeterminación, en definitiva.

Al presidente de la Generalitat le resultaría relativamente sencillo salir de la reunión y anunciar a todos los compatriotas, como le gusta de decir, que el gobierno de Sánchez no está dispuesto en ningún caso a plantearse un referéndum de independencia, ergo, desaconsejar o renunciar a la mesa de negociación para intentar rebajar el rédito político de los republicanos.

ERC deberá hacer frente todavía a la muy probable superposición de dos calendarios, el del gobierno central para aprobar sus presupuestos y el electoral de Cataluña. Torra procurará su coincidencia para complicar la vida todavía más a su ex socios, desde ayer culpables de haberlo dejado a la intemperie ante un “nuevo golpe de estado”, atribuido ahora a la JEC. Aprobar los presupuestos del estado en plena campaña de las autonómicas exigirá a los republicanos un esfuerzo complementario que a la luz de la evolución de los sondeos puede convertirse en un obstáculo gigantesco.

Y Torra aun puede hacer algo más para entorpecer la larga marcha de ERC a la presidencia de la Generalitat a poco que el Tribunal Supremo aligere la discusión del recurso contra la sentencia de inhabilitación del TSJC. De producirse la confirmación de la pena en esta etapa de transición, el Parlament volverá a vivir una sesión tormentosa como la del lunes, pero elevada a la enésima potencia. No es difícil predecir que Torra y JxCat se plantarán ante el pleno para conseguir una reafirmación en el cargo que no va a secundar nadie que no quiera ser acusado de desobediencia, comenzando por el presidente de la cámara, Roger Torrent. ERC tendrá que volver a reafirmarse en la negativa a enfrentarse a la justicia y el candidato de JxCat a la presidencia, quien vaya a ser, obtendrá nueva pólvora para su campaña.