Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' (Más que malas hierbas) en el Reino Unido / SL

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' (Más que malas hierbas) en el Reino Unido / SL

Pensamiento

Mucho más que “malas hierbas”

Una corriente de botánicos europeos defiende la necesidad de identificar y conservar la flora urbana que ahora aparece con más vigor

17 mayo, 2020 00:00

Hace dos semanas, coincidiendo con la primera relajación de las medidas de reclusión social por parte del gobierno, aparecieron en Instagram numerosas fotografías de flores y plantas que los usuarios se iban encontrando por las calles de su barrio: un matojo de hierba humedecida intentando asomar bajo la persiana echada de un comercio del Poble Nou, unas frágiles florecillas amarillas trepando por el muro de un hotel desocupado, matas de hojas verdes abriéndose camino entre el asfalto…  

“Una de las cosas con las que más disfruto estos días en mis incursiones callejeras son estos momentos en que la naturaleza encuentra su caminito y se hace con espacios que normalmente no le están permitidos”, escribía en Instagram Débora Altit, coach y profesora de yoga madrileña, bajo la fotografía de una intrincada mata de hojarasca que asomaba por una alcantarilla de su barrio.

Igual que Altit, fueron muchos los habitantes de las ciudades españolas que la semana pasada, después de tanto tiempo sin salir de sus casas, parecían asombrados ante la presencia de este conjunto de flores y plantas silvestres que crecen entre el asfalto y los alcorques de nuestras ciudades, las popularmente llamadas “malas hierbas”.

A pesar del término despectivo con el que se conocen, durante los últimos años ha ido tomando fuerza en Francia un movimiento liderado por una red de botánicos y científicos ambientales que defiende la necesidad de identificar y conservar la diversidad de la flora urbana de las ciudades europeas y desarrolla acciones populares para conseguirlo, como los paseos.

 

 

Mucho más que “malas hierbas” / YOUTUBE

Paseos a pie por la ciudad

El movimiento, conocido como Sauvages de ma rue (Salvajes de mi calle) y promovido por la red de investigadores Tela Botanica, tiene sus orígenes en Tolouse, en el suroeste de Francia, donde un botánico del Museo de Historia Natural municipal, Boris Presseq, empezó a organizar paseos a pie por la ciudad con el fin de informar a sus habitantes sobre la riqueza de sus árboles y plantas que brotaban en sus calles, especialmente desde que el gobierno francés prohibió en 2017 el uso de pesticidas en parques y jardines urbanos, siguiendo las normativas europeas. Durante estos paseos por la ciudad, Presseq animaba a los participantes a marcar y escribir con tiza en la acera el nombre de cada especie, una práctica que se hizo viral gracias a los videos que colgaba en Youtube y que ahora se ha extendido a otros países, como Reino Unido.

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' / SOPHIE LEGUIL

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' / SOPHIE LEGUIL

“Gente que nunca se había tomado su tiempo para observar estas plantas ahora me dice que su visión ha cambiado, hasta me han contactado escuelas para educar a los alumnos en la naturaleza de la ciudad”, comentó Presseq en un artículo reciente publicado en el diario británico The Guardian. El artículo informaba de la aparición de una iniciativa similar en Londres llamada More than weeds (Más que malas hierbas), que invita a los ingleses a marcar y escribir con tiza el nombre de las plantas urbanas que encuentren por su barrio.

“Me parece muy positivo que los ciudadanos empiecen a apreciar la naturaleza en la ciudad, solo espero que eso no les haga olvidar problemas medioambientales más graves, como la deforestación amazónica”, opina por teléfono Josep Maria Montserrat, doctor en Biología y director del Institut Botànic de Barcelona, centro de investigación vinculado al CSIC y al Museu de Ciències Naturals de la ciudad. Montserrat cree que iniciativas como la de Presseq o su equivalente inglés son de gran valor a la hora de sensibilizar a la población en el valor de preservar la naturaleza --“por algo se empieza” --dice-- “aunque me preocupa que los problemas grandes y más urgentes queden enterrados por estar más pendientes de que una cotorra pase por delante de nuestra ventana”, añade el investigador barcelonés.

La miel de Barcelona

Según Montserrat, las ciudades españolas, igual que las francesas, también han vivido un auge de la flora urbana en sus aceras desde que hace unos años dejaron de usarse pesticidas para el cuidado de parques y jardines. Sin embargo, “no hay olvidar que el entorno urbano exige una gestión: imaginemos que brotaran higueras por todas partes, nos atascarían las alcantarillas”, bromea.

Aunque la sensibilidad cultural de británicos y franceses hacia las plantas no puede compararse al de nuestro país, el director del Institut Botànic quiere destacar que Barcelona ciudad cuenta hoy con una rica reserva natural (en el parque de Montjuïc hay más de 3.500 plantas diferentes de todo el mundo, “algunas llegadas de forma intencionada, otras no”) y que en los últimos años se han hecho muchos esfuerzos por replantar flora autóctona y recuperar la diversidad biológica de la ciudad, haciéndola más fácil de mantener. Incluso se han dado situaciones paradójicas, “como que la miel que se produce en Barcelona es la menos tóxica de todas, porque aquí no se usan pesticidas, mientras que en muchos campos de cultivo sí que usan”, explica Montserrat.

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' / SOPHIE LEGUIL

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' / SOPHIE LEGUIL

Sophie Leguil, la joven bióloga francesa afincada en Londres que ha puesto en marcha More than Weeds está contenta de que The Guardian haya publicado un artículo para hablar de su proyecto. “Hemos conseguido despertar interés en muchos otros países”, comenta por email Leguil. El artículo también menciona que en Reino Unido es ilegal pintar la calzada o la acera con tiza sin tener permiso, aunque sea con fines educativos, y la organización podría tener problemas.

Libros de Botánica en español

Pero a Leguil no le importa demasiado ese detalle, cree que este tipo de acciones estimulan la “conexión de los ciudadanos con la naturaleza y eso es bueno para su salud mental, especialmente en época de pandemia”, añade la bióloga. La iniciativa More than Weeds todavía no tiene réplica en España, pero Leguil asegura que el artículo fue compartido en Twitter por muchos usuarios españoles, “así que estoy convencida de que hay interés”, dijo.  

Montserrat tiene dudas de que la idea de los paseos tiza en mano lleguen a ser tan populares en Barcelona como en Reino Unido. “Es cierto que aquí los recursos y la sensibilidad hacia las plantas han ido a más, pero el amor de los ingleses por las plantas no tiene igual”, se ríe.  Los motivos son varios: “no tenemos un clima tan favorable como ellos. Los veranos limitan mucho las especies que pueden sobrevivir”, dice Montserrat. También juegan en nuestra contra el suelo calcáreo, aguas más duras o el simple hecho de que estudiar Botánica en España era hasta hace pocos años una tarea bastante complicada: “A mí el interés por las plantas me viene de familia, mi padre ya era botánico; pero cuando empecé a estudiar Botánica apenas había libros en español, eran en latín o francés”, recuerda Montserrat. “Si tan difícil era estudiar Botánica para los profesionales, imagínense para la gente de a pie”, añadió.

Jaime Güemes, director del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia, también recuerda que cuando estudió la carrera de Biología, a principios de los 80, apenas había libros sobre Botánica en español, “aunque esto ahora ya no ocurre”, explica el investigador valenciano por teléfono. Güemes está convencido que en las ciudades españolas se vive desde hace unos años “un claro proceso de evolución hacia una jardinería más sostenible y ecológica, y hacia una mejor conservación de la plantas y flora urbana”.

“Aquí la gente estaba acostumbrada a ver 'malas hierbas' y pensar: 'hay que eliminarlas'", comenta Güemes. Pero esta mentalidad de “querer arrancar” todo lo verde --muy ligada al concepto de “ciudad sellada” que se extendió en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XX--, ha desparecido para dar paso a otro tipo de prácticas, señala el biólogo valenciano.

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' / SOPHIE LEGUIL

Flores urbanas, identificadas por la fundadora del movimiento 'More than weeds' / SOPHIE LEGUIL

La naturaleza vuelve a la ciudad

Güemes pone como ejemplo que antes lo habitual era mantener los alcorques (hoyos que se hacen al pie de una planta o de un árbol para retener el agua de la lluvia o del riego) limpios de malas hierbas, mientras que ahora “hemos entendido que lo mejor es dejarlas: no solo porque nos ahorramos un trabajo de jardinería, sino porque estas malas hierbas que brotan en el alcorque sirven para absorber CO2 y, por tanto, colaboran a reducir la huella de carbono”, dice.

Según Güemes, “en los países mediterráneos tenemos un contacto tan estrecho con el medio natural que se nos hace difícil ver la importancia de preservarlo también en la ciudad”.  Algo muy diferente de lo que ocurre en los países de climas más fríos, por ejemplo, como Reino Unido, donde la “ciudad es un refugio” de la naturaleza inhóspita y, por tanto, “hay que llevar la naturaleza a ese refugio”.

No obstante, Güemes está convencido de que esta tendencia está cambiando y que los ciudadanos españoles valoran cada vez más el retorno de la naturaleza a la ciudad: “Prueba de ello es que en estos días de reclusión todos nos hemos visto alegrados por la presencia de ardillas y pájaros en nuestras calles”, señala. Otra prueba de este cambio de tendencia, según el investigador valenciano, es que en los últimos siete u ocho meses “la naturaleza ha vuelto a aparecer de forma muy notable en el arte”. A principios de este año salió publicada El jardín del Prado, una elaborada guía de la fauna y flora que aparecen en los cuadros de los grandes maestros del museo del Prado, como El Bosco, Tiziano, Botticelli, Velázquez o Goya. 

A mediados de enero, la Universidad Complutense de Madrid presentó la exposición Herbarios Imaginados, en la que se invitaba a 25 artistas contemporáneos a dialogar con los fondos de los museos científicos de la Universidad; y el pasado 13 de febrero la Fundación Bombas Gens de Valencia inauguraba la exposición Botánicas, una muestra de renombrados fotógrafos internacionales que han dirigido su atención a las plantas. Desafortunadamente, ambas exposiciones han tenido que cerrar sus puertas por culpa de la pandemia pero, aun y así, “son un claro indicador de ese retorno a la naturaleza que nos rodea”, concluye Güemes.