El escritor Juan Carlos Botero / CEDIDA

El escritor Juan Carlos Botero / CEDIDA

Pensamiento

“Todo lo que me ha ocurrido en la vida es resultado de hechos casuales, encadenados por el azar”

El escritor colombiano Juan Carlos Botero, hijo del escultor Fernando Botero, publica ‘Los hechos casuales’, una novela autobiográfica sobre la violencia, la culpa y el poder de la suerte

27 noviembre, 2022 00:00

Juan Carlos Botero (Bogotá, 1960) no es un escritor cualquiera. Radicado en Miami, hijo del pintor y escultor Fernando Botero, creció en Estados Unidos y es autor de varias novelas, ensayos y libros de cuentos por los que ha ganado varios premios, además de ser columnista regular del diario colombiano El Espectador. Acaba de publicar Los hechos casuales, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2022, una novela sobre la violencia, la culpa y el poder del azar protagonizada por Sebastián Sarmiento, un empresario colombiano exitoso y adinerado con un pasado enigmático. Su tragedia: haber perdido a sus seres más queridos. La consecuencia: un sentimiento de culpa que jamás lo abandona.

“Al igual que el personaje principal de la novela, Sebastián Sarmiento, soy consciente, desde hace mucho tiempo, de que todo lo que me ha ocurrido en la vida, desde lo mejor hasta lo peor y desde lo más grande hasta lo más elemental, es resultado de una serie de pequeños hechos casuales, encadenados por el azar, la suerte o el accidente, que adquieren un efecto dominó y alcanzan dimensiones gigantescas”, explica Botero por e-mail desde Miami, donde reside desde hace más de 20 años.

Lo imprevisto marca el destino

Muchos de estos hechos podrían parecer triviales o anodinos, “pero cuando adviertes el alcance y las ramificaciones que tienen, llegas a una conclusión estremecedora: los hechos insignificantes no existen”, añade.

Su intención con esta última novela de marcado tono autobiográfico era mostrar cómo lo imprevisto y lo fortuito a menudo tienen un peso definitivo en el curso de los hechos personales e históricos, y de esa manera entender que nuestro destino, con frecuencia, no depende de lo que nos proponemos, sino de lo que ignoramos, “de tonterías y acontecimientos que escapan a nuestro control. Ignorar eso es ser ciego ante uno de los factores más determinantes de nuestra existencia, y eso es igual de válido para cualquier ciudadano y en cualquier parte del mundo”.

'Los hechos casuales', novela de Juan Carlos Botero

'Los hechos casuales', novela de Juan Carlos Botero

Una metáfora del pueblo colombiano

Marcada por el sentimiento de culpa por haber perdido a sus familiares, la vida del empresario Sebastián Sarmiento es en realidad una metáfora del pueblo colombiano. “Pocos países han sufrido una barbarie comparable como el mío. Claro, quisiéramos creer que esa violencia es culpa de unos pocos narcos, guerrilleros y paramilitares, un salvajismo puntual y aislado que no incumbe al resto de la población. Pero no es cierto. Esa violencia es nuestro pasado, que además sigue vigente, y lo tenemos que asumir como sociedad, porque todos tenemos que responder a la pregunta esencial: ¿cómo permitimos esta barbarie y a esta escala colosal?”, dice.

A pesar de todos los horrores que ha visto y sufrido en Colombia, Botero asegura que se siente cada vez más optimista. “Pienso que la bondad predomina en el mundo. No lo sentimos así, claro, porque vivimos bombardeados de noticias violentas y atroces, pero lo que más prevalece es la bondad individual y mayoritaria. ¿Y qué mejor lugar para sustentar esa tesis que Colombia?”, se plantea. “Si en un país como el mío, lleno de violencia, pobreza, desigualdad y maltrato a todo nivel, lo que triunfa es el bien (si no fuera así no existiría el país, así de simple), hay esperanza para el resto del planeta”.

Novela veraz y verosímil

No es fácil ver las cosas de esta manera, aclara, porque la bondad es callada y discreta, mientras que la maldad es ruidosa y acapara los titulares. “Pero yo quería escribir esta novela para plantear varias tesis e inquietudes, y esta, la de la bondad que prevalece y predomina, era una de las principales”.

Los hechos casuales es también una novela plagada de elementos autobiográficos. “Mucho de lo que cuento en la historia lo viví en carne propia, y el hecho de haber experimentado, directa o indirectamente, una tajada de la violencia nacional y sus secuelas, como el secuestro, el exilio, las amenazas, la muerte y tanto más, sentí que necesitaba quitarme algunas de esas vivencias de encima, y creo que la literatura permite exorcizar ciertas experiencias negativas, alcanzar una catarsis”, comenta. Esa es una de las razones por las cuales, según Botero, uno escribe ficciones. En todo caso, su historia tiene veracidad y verosimilitud: “Escribí sobre lo que conozco y sobre lo que he vivido”, añade.

Escapar del realismo mágico

A diferencia de otros escritores colombianos, Botero se desmarca del género del realismo mágico que tanto ha marcado la literatura de su país. “Cuando una figura tan grande y colosal como García Márquez irrumpe en un país, no es inusual que varias generaciones queden anuladas y abrumadas por su talento, condenadas a ser meras reproductoras de su estilo y temáticas, poco más que pobres imitadoras de su genio. Pero eso no se puede decir de nuestra narrativa”, dice. “Creo que todos profesamos una admiración sin límites por García Márquez, y sentimos una inmensa gratitud por su obra y por sus incontables aportes, pero todos escribimos de una forma muy diferente, y en mi opinión eso refleja mucha madurez y autonomía literarias”.

Criado en Estados Unidos, Botero fue aceptado en Harvard para estudiar Literatura, pero prefirió regresar a Colombia para terminar la carrera en la universidad Javeriana, en Bogotá: “Quise regresar a Colombia porque sentía que tenía un deber de escribir sobre lo que estaba pasando en mi país. He sido columnista de varios de los periódicos más conocidos del país y defendí muchas tesis por las cuales sufrí varias amenazas, y por las que incluso tuve que salir del país más de una vez”, recuerda. Resistió hasta donde pudo, pero ya en el año 2000 la presión se volvió insostenible y se marchó a Miami con su esposa para siempre, una decisión que no fue nada fácil. “Así como no hay mayor placer que viajar cuando uno lo desea, es muy duro irse del país a la fuerza”, sentencia.