Pensamiento

¿España, fábrica de independentistas?

9 enero, 2015 08:35

La asfixia propagandista a que, desde hace años, nos vemos sometidos los catalanes, por el mero hecho de serlo y habitar nuestra tierra, es de proporciones. Pero también, como se ha comprobado en las últimas semanas, resulta insuficiente para que la mayoría se rinda al discurso invasivo de la separación del resto de España y también de la Unión Europea. El humor es la inversión más eficaz y alegre para darle la vuelta a la malicia totalitaria. En este sentido, el nuevo libro de Ramón de España El derecho a delirar (La Esfera de los Libros) es un formidable bálsamo. Echemos un vistazo a algunas de las cosas que dice en su relato, y resaltemos aquellas que podrían quedar eclipsadas por efímeras carcajadas. Comunica Ramón de España su sensación, desde hace tiempo y en su condición de catalán, de vivir en un mundo al revés. Sometido a un ‘jolgorio secesionista’ que parte de un alto presupuesto económico, observa que hay en Barcelona cierta gente sobre la que de ningún modo se pueden hacer bromas; no importa que “en estos mismos momentos, no lo dudemos, hay alguien a punto de descubrir la catalanidad de Jesucristo, Leonardo da Vinci, Napoleón o el pato Donald. Y cobrando por ello”. Poca broma, que en la lista entran Cervantes y santa Teresa de Jesús.

Comunica Ramón de España su sensación, desde hace tiempo y en su condición de catalán, de vivir en un mundo al revés

Este Ramón de Barcelona toma nota del estilo marrullero de quienes “llevan años fabricándose un país a su antojo”, adoptando la pose de ‘los más listos’. Ironiza con que los enemigos de Cataluña nunca descansan, “como tampoco reposaban jamás los enemigos de España, según el general Franco”. Fijándose en los gerifaltes separatistas, dice: “Los miro a todos y me sorprende su aire de solemnidad, de personas convencidas de estar protagonizando un momento histórico de políticos mediocres convencidos de que el mundo lo mira… Y me acaba entrando la risa”. Por otro lado, ¿alguien sabe de algún sitio en el que el socio de gobierno del partido en el poder sea también el líder de la oposición?

Párrafo interesante a subrayar es éste: “Ya sabemos que en España hay anticatalanes con un odio a Cataluña equiparable al que los votantes de ERC sienten por España, pero tampoco son tantos como a estos les gustaría creer”. Nuestro autor es consciente de la eficacia del aparato de agitación y propaganda de los nacionalistas, “y en lo fácil que es convencer a la gente de cualquier cosa. Sólo hace falta un grupo decidido de creyentes que ejerzan el control social. Lo demás va viniendo a su ritmo”. Por ello se cuestiona cuándo nuestros jóvenes abducidos por el nacionalismo despertarán a las alegrías de una cultura expresada abierta e indistintamente en un idioma u otro. Y formula unas preguntas: “¿Qué hemos hecho para tener estos jóvenes tan obedientes y gregarios? ¿Ha conseguido TV3 lo que nunca logró la TVE franquista?”.

Nuestro autor es consciente de la eficacia del aparato de agitación y propaganda de los nacionalistas, “y en lo fácil que es convencer a la gente de cualquier cosa

Al expresidente Aznar le envía un ruego: “por lo que más quieras, deja de hacerte el machote con los temas de Cataluña porque cuando debías haber hecho algo, no diste un palo al agua para no perder los votos de los nacionalistas”. Me identifico, por otro lado, con las observaciones del escritor sobre el conseller de Sanidad: Boi Ruiz, “un hombre de una desfachatez infinita, capaz de cerrar cuartos de hospital y quirófanos con toda la tranquilidad del mundo, diciendo además que es por el bien del paciente catalán”, de quien apostilla: “hay pocos personajes en la política catalana contemporánea que reúnan más méritos para ser declarados Enemigos del Pueblo”. Sí, una desfachatez insuperable que Ruiz blinda con el consentimiento de gente iluminada.

En una conferencia recogida en el libro Contra el fanatismo, Amos Oz hablaba de un trastorno mental que se gesta en casa. El escritor israelí confiesa que él fue un pequeño fanático con el cerebro lavado. Con ínfulas de superioridad moral, se mostraba alérgico a todo discurso diferente al de quienes mandaban. Los fanáticos carecen de sentido del humor para reírse de ellos mismos, y suelen estar más atentos a lo que hacen los otros, para zarandearlos, que a lo que hacen ellos mismos, para corregirse. Odio sobre odio, sinrazón sobre sinrazón. ¿Es de España el primer productor de independentistas del mundo?