El fenómeno Más Errejón puede tener los días contados. Primero, porque de salida ya ha sugerido que uno de sus primeros socios pueden ser los econacionalistas de Compromís. De ser así, el líder y sus seguidores persistirían en el error de la izquierda reaccionaria con sus irresponsables blanqueos de los retrógrados nacionalismos. Errejón insiste en nacer viejo, con una proyección que recuerda mucho al Benjamin Button de Scott Fitzgerald. Todo apunta a que acabará siendo acunado por alguna admiradora socialista, oídas las elogiosas declaraciones de ministras como la de Justicia.

Pese a que el gran perjudicado pueda ser el proyecto ya amortizado de Podemos, Más Errejón parece ser el canto de cisne del 15M. Estaríamos ante el final de un ciclo más que en el inicio de otro, en buena medida porque sus protagonistas siguen presos de un discurso que, a su vez, ha elaborado una representación ideológica que poco tiene que ver con la práctica política. ¡Qué daño está haciendo el ilusorio lema ivanrredondiano “por un Gobierno progresista”! Ni sumaban las izquierdas en la legislatura fallida ni es posible que sumen en la próxima, salvo que el gurú de Moncloa y su asesorado Sánchez sigan mintiendo, al considerar que son progresistas las fuerzas identitarias e insolidarias de PNV, ERC, PDeCat, Bildu, etc.

Y mientras las autodenominadas fuerzas de izquierdas se palpan las vestiduras por el proyecto errejoniano, un nuevo fenómeno provincial --que no provinciano-- avanza lentamente. Aunque la historia republicana de España ya tiene experiencias cantonalistas de triste recuerdo, parece que ha sido el voto (a cuenta de algo) que el mediático Revilla y su PRC dio a Sánchez, el que ha terminado por animar a plataformas de ciudadanos para reconvertirse en agrupaciones electorales.

Teruel Existe ha dado el primer paso, hartos de engaños y de promesas incumplidas, hartos de ser arrinconados por el Gobierno central que una y otra vez ha cedido a los insaciables chantajes nacionalistas y regionalistas, hartos de que el eje del Ebro con Zaragoza en el centro absorba inversiones y población. ¿Se imaginan lo que podría conseguir esta agrupación si la investidura del próximo presidente del Gobierno dependiera del voto de un diputado turolense? El sistema electoral por circunscripciones en lugar de perjudicar puede favorecer este nuevo fenómeno político.

Pero Teruel no está sola, hay muchas provincias donde el abandono o la inexistencia de infraestructuras condena a su población a pagar un alto coste en su salud o en su formación, mientras comprueban como la protección de sus parques naturales está por encima de la asistencia sanitaria o de la seguridad vial. Por ejemplo, el caso de Doñana y la falsa polémica sobre la imaginaria por irrealizable autovía Cádiz-Huelva que lo rodearía puede volverse en contra de PP y PSOE y de los ecologistas. Son mayoría los ciudadanos que critican este tira y afloja con Doñana en una provincia --la de Huelva-- que no recibe nada a cambio de esa protección medioambiental: ni el desdoblamiento de la N-435 que articule la provincia y conecte Extremadura con la costa, ni una vía de tren que sustituya a la del siglo XIX, ni una ruta para mercancías peligrosas que elimine los accidentes y vertidos en la A-92, etc. Nada de nada.

Casos extremos de ninguneo como los de Teruel o Huelva pueden explicarse también por la escasa o nula capacidad negociadora de sus representantes políticos, por falta de sentido de región y de Estado y, sobre todo, por ausencia de compromiso a favor de la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, vivan donde vivan. Ningún partido, ni de izquierdas ni de derechas, ha sabido explicar el abandono y el maltrato a estas provincias y a la mayoría de sus habitantes. Los nacionalistas no tienen razón, no hay que chantajear a los partidos estatales para llegar a ser independientes y tomar postre con helado. No se trata de fomentar aún más la desigualdad, al contrario. Los “provincialistas” solo pretenden, por ejemplo, que cualquier ciudadano pueda llegar al hospital en poco más de media hora como el código ictus aconseja. Quizás con estas nuevas plataformas electorales se pueda encontrar alguna solución, desde luego con Más Errejón y más identitarismo insolidario no.