El presidenciable de ERC, Pere Aragonès, ha invertido mucho tiempo en acuñar para su independentismo el calificativo de “pragmático”, distanciándose así de sus socios, ensimismados por el realismo mágico. Sin embargo, en cuanto comenzó la campaña electoral cayó bajo el embrujo de Laura Borràs, la mejor representante, seguramente la más eficaz, del happy flower soberanista. Antes de pasar el ecuador de la campaña, Aragonès ya nos habría convencido de que su partido está en contra de la salida negociada al conflicto catalán de no ser por el PSOE y Unidas Podemos. Gabriel Rufián reanimó la mesa de negociación en el Congreso y el gobierno Sánchez suspiró. 

La candidata de JxCat ya ha anunciado que de alcanzar la presidencia de la Generalitat no cuenten con ella para ninguna mesa de diálogo; excepto claro está para fijar la fecha del referéndum de autodeterminación, que según su argumentación, debe ir precedido de una amnistía. Aragonès le dijo casi literalmente lo mismo a Salvador Illa en el debate de TVE cuando el candidato socialista le propuso “pasar página” de la versión catalana de la década ominosa. No sin la amnistía y la autodeterminación, proclamó el candidato de ERC.

El gobierno central ha dicho por activa y pasiva que en la mesa de negociación sólo se puede negociar dentro del ordenamiento jurídico vigente, extremo ratificado con estudiado énfasis por el candidato Illa en el referido debate. Otra cosa sería una mesa de partidos políticos en la que los participantes pudieren elucubrar sobre futuros perfectos, pero esta opción no gustó a la Generalitat en su momento y todo quedó en una mesa institucional con las limitaciones implícitas . El grupo de ERC en el Congreso parece mantenerse en lo dicho en los últimos meses, sin embargo, el candidato Aragonès no es capaz de aceptar (de defender) el encuadre legal del diálogo con el gobierno Sánchez cuando se halla en presencia de Borràs. Un mal presagio para el caso de una nueva victoria de JxCat, una eventualidad no descartable, según los sondeos.

Borràs cree posible erradicar la presencia del estado en Cataluña incluso antes de ser independientes, sin aceptar naturalmente que la Generalitat ya atesora la representación del Estado español en Cataluña. Creyendo en estas cosas puede pensar, sin caer en contradicción, que la renovación de las promesas de su bautismo político (la jornada del 1-0, como ella misma ha confesado) es tan sencilla como enunciarlo. La ilusión es la esencia de su mensaje y nadie de los que vayan a votar la candidatura encabezada por Carles Puigdemont se va a llevar a engaño ni podrá alegar decepción cuando las siguientes elecciones catalanas sigan siendo autonómicas.

El caso de ERC es muy diferente: su campaña niega su estrategia. La petición de una nueva sesión de la mesa para después del 14F parecería indicar que tras las elecciones los republicanos recuperarán su discurso, que sus titubeos de estos estos días en los que se juegan la presidencia de la Generalitat responden tan solo al tembleque que les produce la sospecha de que una parte de su electorado pudiera dejarse llevar por el relato maravilloso de Borràs.

El grado de confusión provocado entre sus votantes por querer competir con JxCat en prestidigitación política solo se conocerá el 15F. Tal vez sea tarde para ERC o quizás no pague ningún precio porque sus fieles saben diferenciar la palabrería de la campaña electoral de la política, especialmente la que se practica entre bambalinas.

Quien no tendrá en cuenta a ERC su actual negacionismo de la realidad será el presidente del gobierno. Pedro Sánchez sabe de insomnios tácticos y pactos reales que abren las puertas de los palacios del poder. Las nuevas páginas de la historia que Salvador Illa anuncia cada día para olvidar la pesadilla del Procés no están en blanco como podría pensarse por la reserva del candidato del PSC a desvelarlas, están escritas con zumo de limón. Para pasarlas a Word es imprescindible que ERC lidere el bloque independentista. Si en esta convocatoria la desorientación creada por Aragonès sobre sus propósitos reales le priva de acceder a la presidencia, habrá que esperar a una nueva jornada electoral para poder leer estas páginas.