Mi amiga Sílvia dice que, si pudiera elegir, los mejores días para ir a trabajar a la oficina serían los martes y jueves, y el resto de días trabajaría desde casa. “Los lunes está bien quedarme en casa para organizarme la semana y arrancar, los martes, en la oficina, para desbloquear temas y comentar. Los miércoles, volver a trabajar desde casa para avanzar, porque en la 'ofi' se trabaja menos, el jueves, igual que el martes, y el viernes 'es de pringuis' ir a la oficina”, me explica.

Para muchos de mis amigos, la pandemia ha supuesto descubrir el placer de trabajar desde casa en chándal y zapatillas --un arte que yo llevo practicando desde hace casi veinte años, cuando empecé a salir con un periodista freelance y decidí imitarle-- y ahora se encuentran con que sus jefes les piden que vuelvan a la oficina y les da una pereza tremenda. Lo entiendo. No hay nada como trabajar desde la mesa del comedor, escuchando de lejos el silbido de la lavadora o el chup-chup de la salsa de tomate para los macarrones cociéndose en los fogones, en lugar de los ruiditos que hace con la boca tu compañero de oficina cuando teclea en el ordenador.

Pero el chollo se les acaba. La revista Wired citaba esta semana una encuesta llevada a cabo por Linkedin en la que la mitad de los trabajadores entrevistados confirmaba que sus jefes los quieren de vuelta a la oficina una o dos veces por semana, y más de una tercera parte tiene que ir tres o cuatro veces a la semana.

Al parecer, lo más complicado para una empresa hoy en día es decidir qué días de la semana son los  más adecuados para obligar a la gente a ir a la oficina. Según la encuesta de Linkedin, entre los que deciden ir tres veces a la semana, existen varias tribus, con sus acrónimos correspondientes en inglés: los MTFers (los que prefieren ir Lunes, Martes y Viernes), los WTFers (prefieren Miércoles, Jueves y Viernes) o los MTWers, que solo irían lunes, martes y miércoles.

Si hay algo que la encuesta de Linkedin intuye que es común para todos es que los días de más trabajo en una oficina suelen ser los lunes y los martes, y que, a medida que se acerca el fin de semana, la productividad baja. Pero existen muchas otras encuestas y estudios que contradicen este mito, como los que sugieren que la gente es menos simpática con sus colegas a principios de semana y se vuelve más amigable a medida que avanza la semana, sugiriendo entonces que lo ideal sería hacer un TWT, Martes, Miércoles y Jueves.

Para consolar a mis queridos amigos que no quieren regresar a la oficina, les menciono un reportaje publicado en enero por el Financial Times  donde analizaban cómo el teletrabajo amenaza con crear una grave crisis de creatividad en el mundo desarrollado. Después de entrevistar a diversos profesores, creativos y CEO de Europa y Estados Unidos, el reportaje llega a la conclusión de que el trabajo virtual no facilita la espontaneidad que se da en los encuentros presenciales, sea una reunión formal, un café en el pasillo o tomando unas cervezas a la salida de la oficina, ni tampoco favorece un clima favorable a la colaboración y el trabajo en equipo. El hecho de trabajar sin salir de casa también nos priva de los estímulos externos --sonidos, olores, ambientes, ideas, gente-- que, en realidad, son el fuel de nuestra imaginación. Así que sin espontaneidad ni espíritu de colaboración ni estímulos externos, la llama de la creatividad se apaga. Andy Haldane, economista jefe del Banco de Inglaterra, lo expresa mucho mejor:

“El trabajo en casa puede privarnos de muchos de los ingredientes crudos de la creatividad: la conversación casual, una persona, idea o entorno nuevo. Trabajar desde casa significa que la casualidad es reemplazada por la programación, cara a cara, por Zoom", alertó en un discurso el año pasado.