Hoy vota Andalucía. Solo hay una certeza demoscópica. Ganará el PP de Juanma Moreno Bonilla, pero a partir de esta premisa todo son incógnitas y todos aguantan la respiración. Porque lo que suceda hoy tendrá repercusión en la política española.

Partido Popular. “Vota Juanma” ha sido su eslogan para poner en valor al candidato sobre la marca de partido que ha pasado a un segundo, cuando no a un tercero o cuarto plano. Los populares necesitan una victoria sin paliativos que les asegure que no necesiten gobernar con Vox, una cuestión que lastraría el camino de Feijóo a la Moncloa. Por eso, en estos últimos días han reivindicado el voto útil bajo el argumento de que el PP es el único que puede parar a Vox, todo un guiño a antiguos votantes socialistas. La incertidumbre del resultado ha convertido el cuartel general del PP en un manojo de nervios porque su principal enemigo es el calor y, por ende, la abstención. Que los andaluces den por bueno el resultado y no vayan a votar, porque prefieran un día de asueto en la playa, suena como “alerta roja” entre las huestes populares porque la cosa, como casi siempre, se dirime por un puñado de votos.

Partido Socialista. Un millón de votos y 13 diputados es casi el talismán que agitan los socialistas para evitar que la magnitud de la derrota sea todo un tsunami, en Andalucía y en España. El electorado socialista no solo está desmovilizado. Es peor, no está movilizado ante un candidato que tiene un grado de conocimiento ligeramente inferior al 70%. Un mal dato, sin duda, lo que deja abierta la puerta a un fracaso estrepitoso que deje a los socialistas por debajo de los 30 diputados. Desde la Moncloa, y desde Ferraz, se han empecinado en explicar que lo que pase en Andalucía se quedará en Andalucía y no afectará al conjunto de España. Argumento que no es compartido por los líderes regionales que no han hecho ascos a la propuesta de Feijóo de que gobierne la lista más votada. Sin embargo, recuerden que Sánchez dimitió por negarse a apoyar a Rajoy, convirtiendo esta actitud en una línea roja que no quiere traspasar en Andalucía apoyando, con su abstención, a Moreno Bonilla. El presidente del Gobierno se ha caracterizado por su resistencia, por su manual de resistencia, pero en un nuevo escenario negativo con una fuerte derrota andaluza –por debajo de 30— se vería abocado a hacer una crisis de Gobierno porque la del pasado año ha sido todo un fracaso y esta vez debería contar con Yolanda Díaz para poner coto a los continuos enfrentamientos en el Gobierno de coalición, única fórmula para que la izquierda siga en el Gobierno, y el principal elemento que desmoviliza al electorado de izquierdas.

Yolanda Díaz. Desde la Moncloa se están haciendo ímprobos esfuerzos por cuidar a Yolanda Díaz en detrimento de Podemos, partido que se da por amortizado. La vicepresidenta está fuerte en las encuestas, de hecho, es la preferida en el electorado de izquierdas por delante de Sánchez, pero sigue siendo una líder sin partido. Sin embargo, ha dado muestras de que su apuesta va en serio. Por Andalucía, ha sido la única fuerza de izquierdas que se plantea abstenerse para evitar que Vox entre en el Ejecutivo andaluz, o lo que es lo mismo, ha hecho un guiño al votante socialista en favor del voto útil. Así, el PSOE ha quedado como relleno de bocadillo entre Díaz y Feijóo. Las encuestas auguran un descalabro de la izquierda del PSOE y los 17 diputados de las últimas elecciones se antojan inalcanzables. Primero, por la decepción, y segundo, por la división. Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez se ha hecho un hueco y la candidata ha hecho una buena campaña. Si Por Andalucía llega a los 10 diputados, Yolanda Díaz tendrá base para afianzar un proyecto español, pero si Adelante Andalucía suma 3 o 4, la izquierda, PSOE incluido, tienen un problema.

Vox. Dicen que Macarena Olona ha hecho una mala campaña, demasiado estridente e insulsa. Quizá tengan razón, pero Vox ha conseguido que sus estridencias y su campaña insulsa haya marcado la agenda. El tour de force amenazando a Moreno Bonilla con nuevas elecciones es todo un aviso a Feijóo: si quieres gobernar, Vox debe estar en el Gobierno. Parece que las previsiones demoscópicas se han enfriado, pero Olona superará con creces los 12 diputados obtenidos hace cuatro años. Sin embargo, el partido ultraderechista es consciente de que en estas elecciones se juega el ser o no ser en las generales. Como partido estridente ha llegado a su techo, ahora es necesario saber lo que es capaz de hacer. Lo hizo Marine Le Pen con el Frente Nacional. No está claro que Abascal sea ese líder que saque al partido solo como representante del voto cabreado.

Ciudadanos. La coalición naranja está tocada y hundida y todo augura que se reafirma el principio del fin. Hace cuatro años los andaluces votaron a Albert Rivera y Ciudadanos consiguió 21 diputados. Ahora, Juan Marín, voluntarioso y quizás el que mejor conoce la gestión del Gobierno andaluz, se enfrenta a un escenario vertiginoso que le aboca a la desaparición sin remedio. En pocas palabras, Ciudadanos de Inés Arrimadas tiene como máximo un año de vida. Del camino que tome Juan Marín sabremos qué camino tomarán los líderes del –extinto— partido naranja.

Nacionalistas. ERC, PNV, Junts, BNG, Coalición Canaria, Regionalistas cántabros y los partidos de la España Vaciada dicen no atender lo que pasa en Andalucía, pero no se engañen, atienden y mucho. Para la izquierda nacionalista no es una buena noticia que los cimientos del Gobierno de España tiemblen, porque cuando tiemblan suele ser señal que se cortan todos los grifos de diálogo y de acuerdo, y como añadido la llegada de Feijóo no es vista como un buen presagio, aunque Feijóo si apuntala su proyecto en Andalucía puede echar mano, esta vez en serio, de su nacionalismo moderado y pragmático y tender puentes con las fuerzas nacionalistas. Con ERC y Junts es más difícil, así como el BNG, aunque nada es imposible, pero abre puertas a vascos, cántabros y España Vaciada, con el objetivo de ampliar su base parlamentaria. Feijóo sabe que con Vox no puede aspirar a hacer amigos con estos grupos, pero estos grupos pueden hacer irrelevante el papel de Vox. Está por ver qué harán todos estos grupos en el año que queda de legislatura. Ante la incertidumbre, lo más seguro es que Sánchez prorrogará presupuestos porque nadie le dará su apoyo, pero veremos si no hay intentos serios de desestabilizarlo tanto como para que las elecciones sean antes de lo que nos pensamos.

Como les decía, en la Moncloa quieren construir un muro en Despeñaperros para evitar males mayores en el resto de España, pero no parece que lo de Andalucía se quede en Andalucía. Pasará fronteras y provocará cambios. Lo primero, una crisis de Gobierno porque sin este cambio Sánchez tiene los días contados. No es condición suficiente, pero sí necesaria porque el Gobierno hace agua, sus fracasos se acumulan y la desmovilización de la izquierda es más que evidente. Si Sánchez no se mueve, la gran beneficiada será Yolanda Díaz. A ver si el sorpaso de Podemos al PSOE que no vimos, lo vemos ahora.