La inteligencia frente a la balcanización; la empatía en lugar del frentismo; la resurrección de la marca Barcelona para detener sus inercias administrativas; el diálogo y la transversalidad como aliados; la lupa del futuro sobre la economía digital; los valores como potencia creativa de riqueza y bienestar o el antiautoritarismo liberal para defender la fragilidad de la democracia, en el sentido definido por Hillary Clinton y por colectivos como Treva i Pau, después del asalto al Capitolio. Este damero circunscribe el vaivén intelectual de Marc Murtra, nuevo miembro del patronato de la Fundación Bancaria La Caixa, representativo en la recomposición de núcleo de pensamiento articulado por Isidre Fainé.

En unos momentos en los que la sociedad se expresa a través del escándalo (la corrupción política) o la catástrofe (el Covid), las fundaciones pueden jugar un papel sanador; actúan como una contribución a la serenidad frente a la vulnerabilidad de muchos y a los sentimientos de inseguridad. A través de su esfuerzo, la Fundación La Caixa es un ejemplo de los patronatos que tratan de mitigar, en el campo científico y el social, la fragilidad institucional de una sociedad, la catalana, que ha perdido sus protocolos en medio de la desmesura independentista.

Murtra, socio fundador de Closa Capital y de Crea Inversión, ha desplegado una amplia experiencia en las principales operaciones financieras que han reestructurado empresas catalanas de primer nivel; en su actividad corporativa ha dejado la huella de la capacidad para englobar actividades de comercio electrónico, inteligencia artificial, software, entretenimiento o ciberseguridad. Su pasado en el sector público se divide entre el Ministerio de Industria, en la etapa Zapatero, y el entorno municipal de Barcelona durante los años de Joan Clos y Jordi Hereu, el maragallismo tardío, más marcado por lo digital que por lo monumental (Juegos Olímpicos, ejes transversales, cambios urbanísticos). Fue director general de Red.es en Industria mientras que, en el Ayuntamiento de Barcelona, desempeñó la gerencia de Educación, Cultura y Bienestar. Es un experto medidor del ámbito tecnológico. A su faceta de ingeniero y gestor, le une una vasta formación humanista; representa una mezcla capaz de contribuir no solo al crecimiento económico, sino también al mundo de los valores, la encrucijada que pretende robustecer el patronato de La Caixa, primer accionista de Caixabank.

Caricatura de Marc Murtra / FARRUQO

Caricatura de Marc Murtra / FARRUQO

Murtra --amigo personal de Salvador Illa-- es uno de los players con mayor conocimiento del ecosistema de Barcelona; significa además una de las voces más influyentes del ámbito socialista, en un sentido amplio (no partidista).

La indignación de hoy es frontalmente contraria a la responsabilidad. El éxito del caos populista tiene su origen en las emociones y precisamente son las instituciones intermedias --fundaciones, foros de opinión, plataformas empresariales-- las que mejor pueden contribuir a frenar los efectos nocivos de la descarga emocional. La Fundación Bancaria La Caixa, que ha fichado a Murtra para sustituir a Jaume Lanaspa (miembro español del Club de Roma, con un largo recorrido profesional en Caixa), cuenta con un equipo de patronos indiscutible: los Juan José López Burniol, Salvador AlemanyCésar AliertaShlomo Ben-AmiLuis Carreras (designado por Cruz Roja), Isabel EstapéAntoni FitóEugenio Gay (designado por Cáritas), Javier GodóFrancesc HomsAsunción Ortega, Artur Santos y Javier Solana.

Cuando el sentimiento sustituye la confrontación ideológica, “la izquierda se agrupa en torno a la desprotección y la derecha se arremolina en torno a la identidad”, en palabras del politólogo Daniel Innerarity. Cataluña, que hoy tiene una cita inexcusable con urnas, constituye un laboratorio de futuro en el corazón de la UE. El papel de las élites debe reaparecer para detener la hidra que alimenta al político que manda y enseña, pero no aprende. En el cruce de caminos de hoy nos jugamos el futuro: aislamiento o vínculo internacional; muro o europeísmo sin excusas.