Cada vez que se habla del futuro digital, aparece Ada Colau envuelta en la gent del barri. Como en años anteriores, la aparición de John Hoffman, el consejero delegado de GSMA, la empresa que gestiona el Mobile World Congress (MWC), genera corrientes subterráneas, que ponen de perfil a dos cabezas de puente: el teniente de alcalde Jaume Collboni, dispuesto a calentar los motores del crecimiento, y Ada Colau, la edil con más ideología que estrategia municipal.

En la edición prevista para junio, el MWC ha impuesto un límite de asistencia de 50.000 personas con distancia social garantizada. A la anterior edición asistieron entre 25.000 y 28.000 personas de la comunidad local y del resto de España. "Esperamos contar con la representación internacional de altos cargos. Muchas empresas no podrán enviar a su personal pero sí a sus directivos”, declara Hoffman. El salón "se queda en Barcelona seguro hasta 2024", remata este hombre sensato que suspendió a tiempo la última edición, cuando la pandemia estaba en su punto más álgido.

En el ayuntamiento, todos están oficialmente con Hoffman, pero su presencia rompe el falso consenso entre socialistas y comuns. Jaume Collboni, la carta del PSC para el futuro, seguirá ahí a base de paciencia mariana, cuando todo se venga abajo y pueda verse beneficiado por los vasos comunicantes de la hegemonía municipal. Por su parte, la ilusión que despertó Colau en las capas reinantes de la ciudad no tiene futuro; caerá, como cae el izquierdismo en toda España por su vinculación a las causas perdidas: soberanismo y III República.

Cada nuevo debate recibe una respuesta de estética minimalista por parte de la alcaldesa, en contra incluso de la línea de su partido, los comuns. ¿Cuál es el modelo económico de Colau para Barcelona? El de decir que no a los grandes proyectos o a las cosas útiles, como el turismo habitacional, que da de comer a 6.000 familias de rentas media bajas censadas. Pronto serían muchas más si no fuera porque Janet Sanz, la teniente de Alcalde de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad, asegura que, si se da carta de naturaleza a este tipo de turismo, los fondos buitres y otras especies se quedarán con este segmento de mercado. Es la típica confrontación entre el miedo y la realidad; el apoteosis de no beneficiar a nadie perjudicando a muchos. Los propietarios de viviendas lo que quieren es alquilar habitaciones a los turistas de mochila que pretenden disfrutar de los centros de arte de la ciudad, el MNAC, el Macba o el Picasso, sin olvidar las vitrinas del Camp Nou, llenas de trofeos, una especie de museo de los horrores que pone en primer término el panem et circenses y socava la luz de la cultura.

John Hoffman, por Pepe Farruqo

John Hoffman, por Pepe Farruqo

Del mismo modo que desconfían del consejo de administración de Fira, formado por empresarios, Colau y Janet no quieren entender que el modelo habitacional descentraliza la ciudad y ayuda a las tareas de desgentrificación, imprescindibles en todo el casco antiguo. Las habitaciones alquilables, como ocurre en el caso de Londres o Berlín, están casi todas en la periferia (el metro te lleva a todas partes). Pero las razones no valen en la era de las democracias fuertes y los pensamientos débiles. La interacción de opiniones en el consistorio barcelonés se va rezagando; la velocidad y la hipérbole despolitizan el espacio público, un argumento sobre el que Colau forjó su consenso ya que la alcaldesa proviene de grupos que defendieron intereses de clase, pero que fueron más allá del interés general; no pertenece a una ideología omnicomprensiva. Su activismo, nacido en la desafección (escraches contra las ejecuciones de hipotecas) es socialmente justo, pero profundamente apolítico, como lo es el de Pablo Iglesias, heroico resistente en el principio del fin de su partido.  

En el MWC, el programa virtual complementa al presencial, pero de momento no lo sustituye: no se puede replicar telemáticamente la superficie de exhibición en las instalaciones de Fira. Hoffman no quiere desilusionar a la nube profesional del MWC que llena hoteles y restaurantes, y además ha trasladado a Gran Vía la exhibición del 4 Years From Now ante nuestras startups, éxito de innovación.

Todos nos preguntamos lo mismo: ¿Cuál es el futuro: los salones feriales físicos o los salones telemáticos? Hoffman no se moja, echa mano de su antigualla: una BlackBerry basada en Android para reservar a fondo sin desmontar las expectativas del sector servicios. Collboni elucubra y Colau no responde. En el corazón de la urbe, gigantes y cabezudos preparan un Sant Jordi laxo; pregonan ya las calles vacías del futuro.