Pensamiento

¿El referéndum es democrático?

10 julio, 2016 00:00

Andamos a vueltas, cuando sería mejor decir dando tumbos. ¡Pobre de aquel que no sea partidario de su celebración! Sobre él caerá el estigma de no ser demócrata. Será, con suerte, del PP o de Ciudadanos. Un hijo del franquismo, condenado por fascista o, lo que ya es el colmo, miembro de la generación de la Transición. Eso sí que es grave, no tiene cura. Los años no te los quita nadie.

Repiten hasta la saciedad el mantra de: "¿Qué hay más democrático que votar?". La simpleza del argumento rayana en pura banalidad es aterradora

Los partidarios de su celebración poseen una evidente prepotencia. Ellos son los demócratas, tienen la exclusiva y reparten las credenciales. Delimitan el terreno de juego y quiénes juegan o no. Los contrarios, ya sea por ignorancia, por simple maldad, por algún defecto congénito, por un problema psiquiátrico o porque somos unas simples ratas, no somos demócratas como ellos. Lo lógico, lo natural, lo normal es que todos los catalanes sean partidarios de su celebración y cuanto antes mejor. Los otros no cuentan para nada, son una simple anormalidad. Vean sino los intentos desesperados del PSC por conseguir la cuadratura del círculo.

Repiten hasta la saciedad el mantra de: "¿Qué hay más democrático que votar?". La simpleza del argumento rayana en pura banalidad es aterradora. Es algo así como preguntar: "¿Qué hay más verde que un caramelo de menta?". Parece el estribillo de una de aquellas canciones del verano tipo: "¿Dónde está la manguera? ¿La manguera dónde está?". Todo resulta de un infantilismo espeluznante.

En el actual debate hay una evidente asimetría en el lenguaje empleado, y ya se sabe que la sintaxis es una moral. Mientras unos son unionistas, en terminología de Irlanda del Norte donde las metralletas no eran sólo de juguete, los otros son soberanistas cuando en realidad deberían ser separatistas, porque soberanistas lo son tanto unos como otros. Los primeros creen que la soberanía la ejerce el conjunto de los españoles y los segundo sólo los catalanes.

El referéndum plantea una evidente desigualdad de oportunidades. En el caso del Brexit se ha visto que la decisión de salir de la Unión Europea es irreversible. Si el resultado hubiera sido al contrario, los partidarios de abandonarla podrían repetir el referéndum --de hecho, este ya era el segundo que se celebraba-- como ya se han efectuado dos en Quebec y como ya se pide otro nuevo en Escocia. Hay barra libre y lo demandarán cuantas veces se lo pida el cuerpo. ¡Faltaría más! Los gobiernos pueden cambiarse cada cierto tiempo, de Estado una vez en la vida.

Quizás se celebre el referéndum algún día, puede incluso que ganen los partidarios de la independencia. Pero como dijo Jean Cocteau, "no se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría".