Pensamiento

El español en una Cataluña independiente

4 octubre, 2013 11:03

Antes de que el movimiento independentista cogiera vuelo el 11 de septiembre de 2012, muchos nacionalistas argumentaban que si alguna vez Cataluña era independiente, el catalán sería la única lengua oficial. La idea era que a través de la oficialidad única del catalán, esta lengua ampliaría enormemente su uso social, yendo ello parejo a la disminución en el uso social del español.

Una vez la idea de una Cataluña independiente ha pasado a ser un proyecto secundado por muchos, la cuestión de la cooficialidad o no del español ha vuelto a plantearse. Las primeras declaraciones sobre este tema empezaron con Òmnium Cultural y otras plataformas lingüísticas que vieron su sueño al alcance de la mano: la futura Cataluña independiente tendrá el catalán como única lengua oficial.

Sin embargo, esta afirmación no gustó a los políticos independentistas, posiblemente temerosos de que ello ofendiera a muchos ciudadanos castellanohablantes -y catalanohablantes- y en consecuencia, hiciera difícil convencerles de las virtudes de una Cataluña independiente. Así, Oriol Junqueras declaró que de ninguna manera se eliminaría la oficialidad del español sino que esta lengua seguiría siendo cooficial junto al catalán. Artur Mas se sumó a esta idea de forma entusiasta y añadió que el español era, además, una riqueza de Cataluña y de todos los catalanes.

La cooficialidad del español en Cataluña es, hasta cierto punto, papel mojado. Si ya lo es ahora, es factible pensar que en un hipotético Estado catalán esta cooficialidad sería totalmente nula de facto

Periodistas afines celebraron las declaraciones de los dos políticos con artículos autocomplacientes en los que se dibujaban a sí mismos como abiertos, tolerantes e inclusivos. De ninguna manera vamos a eliminar la cooficialidad del español, nadie tiene nada que temer. Frente a ellos, los más puristas estaban desconcertados: si no es una Cataluña independiente, ¿cuándo vamos a realizar el sueño de una Cataluña monolingüe?

El hecho, sin embargo, es que ambos sectores tienen el mismo objetivo aunque no lo parezca en la superficie. La razón de ello está en que ya actualmente, la cooficialidad del español en Cataluña es, hasta cierto punto, papel mojado. Y si ya lo es ahora, es factible pensar que en un hipotético Estado catalán esta cooficialidad posiblemente sería totalmente nula de facto.

A diferencia de lo que sucede en Cataluña, en la mayoría de países bilingües de Europa, la oficialidad de sus lenguas tiene consecuencias en la práctica. Por ejemplo, en el ámbito administrativo, la existencia de dos lenguas oficiales implica que la administración o debe ser bilingüe o debe poner los medios para que los ciudadanos escojan en qué lengua quieren relacionarse con ella. Las informaciones públicas como las señales de tráfico o los nombres de calles también son, por ley, bilingües. Y por supuesto, no hay leyes que castiguen a los comerciantes por rotular sus negocios en una de las lenguas oficiales.

En la educación, todas las lenguas oficiales europeas son lenguas vehiculares en los sistemas educativos de sus países o comunidades. En la mayoría de los países multilingües de Europa, los ciudadanos disponen de una doble línea de escuelas, cada una en una lengua oficial, y son los ciudadanos los que escogen la escuela que quieren para sus hijos. Existe también una minoría de países que tiene educación multilingüe, donde las dos o tres lenguas del país son utilizadas como lenguas vehiculares.

Las pocas veces que en Cataluña se ha señalado públicamente la incongruencia de que el español, siendo una lengua oficial, no pueda ser usado en la administración, en la educación o en los medios de comunicación públicos, los políticos catalanes han argumentado que las leyes de política lingüística efectivamente consideran que ambas lenguas son oficiales pero sólo una es propia. En consecuencia, la lengua propia debe tener más relevancia que la que es sólo oficial.

Lo que no dicen, sin embargo, es que el término lengua propia no es un concepto ni jurídico ni sociolingüístico. Es un término acuñado por el primer gobierno de CiU precisamente para frenar las potenciales reclamaciones sobre la no oficialidad en la práctica del español. La lengua propia, como término de nuevo cuño, permitía dar a la lengua calificada como tal todas las prerrogativas que el legislador decidiera.

Lo que no dicen es que el término lengua propia no es un concepto ni jurídico ni sociolingüístico

No conocemos ningún país europeo que tenga en su legislación lingüística el término lengua propia. En toda la extensa bibliografía sobre política lingüística que existe en inglés, no hay acuerdo en cómo traducirlo. Cuando no existe una traducción clara de un término o cuando convive más de una, la razón está en que este término prácticamente no se usa en este idioma. En la bibliografía solo aparece este término para referirse al caso español y a Andorra. Además de este país, son únicamente las CCAA bilingües de España las que califican a la lengua autonómica como lengua propia e incluso CCAA monolingües como Castilla y León califican al leonés como lengua propia. En Cataluña, la lengua propia es pues un subterfugio para impedir que el español sea oficial en la práctica.

En contraste con esta política de evitar la oficialidad del español en la práctica, hay veces que al Gobierno autonómico de Cataluña sí que le interesa utilizar esta lengua. Lo hemos visto en la reciente campaña Súmate donde ciudadanos castellanohablantes se manifiestan a favor de la independencia en español. En todo el proceso soberanista, el Gobierno autonómico está actuando como si en Cataluña hubiera dos lenguas oficiales en igualdad de condiciones: se afirma que el español será oficial en el futuro Estado catalán, se realizan videos con ciudadanos que se expresan a favor de la independencia en español o se habla del español como una riqueza y un activo de Cataluña.

Sin embargo, cuando el español no interesa, como en el sistema educativo, se argumenta que el uso del español en las aulas sería un ataque al catalán. Pero, por lo que vemos, no es ningún ataque al catalán pedir la independencia en español.

En conclusión, la Generalidad alienta el uso del español cuando le conviene pero al mismo tiempo, ignora su oficialidad en todos los ámbitos públicos gestionados por ellos. Debido a ello, los políticos independentistas están muy tranquilos respecto a la cooficialidad del español en una Cataluña independiente y por motivos puramente estratégicos, pueden defenderla sin ningún temor: saben que esta oficialidad la manejarán ellos y que difícilmente se plasmará en nada concreto.