Diferentes. Ya no son la España de derechas y la España de izquierdas. Ahora hay otras dos Españas. La de los nefastos políticos, con alguna excepción, y la de los ciudadanos trabajadores y sufridos. Y cada día se hace más clara la división. No hay más que ver la sesión del Parlamento del pasado miércoles. Nefasta. Nefasta hasta decir basta. Este circo hay que cerrarlo, a pesar de la sensatez de la Presidencia, y contratar a nuevos y más preparados actores. Trabajo para los partidos. Que busquen mejores diputados. Tenemos dos Españas: la España de los políticos y la España de los ciudadanos.

Se miran las imágenes del Congreso y entra depresión. Hay que buscar papel para limpiarse. No solo de los escupitajos, se vio desde tribuna de prensa, sino de la verborrea reinante. Hay que buscar papel de periódico y leer para limpiar la mente. ¡Oh, sorpresa! Se lee The Economist y recupera uno la moral y la autoestima. Porque escribe sobre la España de los ciudadanos. Sobre la España real del trabajo y la vida. España es un país generoso y está a la cabeza en donación y trasplante de órganos; tiene más nivel de democracia, --cómo deben estar otros--, que Bélgica, Francia e Italia. No sé si juntos o por separado. Lo suponemos. Son todo alabanzas para nuestro país por parte del periódico económico inglés. Mejor sanidad, donde antes se detecta la enfermedad que no nos atrevemos ni a nombrar, llamada cáncer. Somos los mejores en energías limpias, en conservar el mar, en playas, en aguas y su tratamiento, en trenes de alta velocidad y en camisetas para utilizar muchas en verano. Y sobre todo tenemos la mejor cocina del mundo. ¡Anda ya! Solo nos falta el mejor vino y todo arreglado. Porque encima vamos a vivir más años que nadie para disfrutarlo. La comida y el vino, a la sombra de un gran manzano para tener el postre asegurado.

Un placer leer The Economist. Que lo traigan todos los días, que hay que mantener el papel para que, al menos, no se nos olvide leer y darle una alegría al cuerpo y a la mente. Esta es la España de los ciudadanos que trabajan y callan. Y sonríen al ver los telediarios que desinforman. Que solo hacen publicidad de sucesos y de los políticos despotricando unos contra otros sin preocuparle las necesidades de los ciudadanos a quienes dicen representar. Solo se representan a sí mismos y a su partido. Y algunos ni eso.

La otra España, la de los políticos deja mucho que desear. Suspenso. Y no solo por el descosido que Cosidó le ha hecho a la Justicia, a su partido y al Estado. Sobre todo al Estado. Ni porque Rufián --“Borrell, el más indigno de los ministros de la democracia”-- y Borrell --“el diputado de ERC ha vertido sobre la Cámara la mezcla de serrín y estiércol, que es lo único que sabe hacer”--, se líen en el Congreso. Bueno, para eso está el Congreso. Y para más cosas que no se ven. No solo por estos aconteceres que provocan náuseas y dolor de estómago. La España de los políticos no da la talla ni en la calle. Ni en los mítines de campaña, como la andaluza, donde deberían tener el discurso más que aprendido. Imposible.

Aparece Sánchez y quiere persuadir a los ciudadanos andaluces que estamos en estado de alerta por el auge de la ultraderecha. ¡Señor! Y la culpa es de Casado y Rivera que se han vuelto extremistas. Veamos, señor Sánchez. Casado es con quien usted ha pactado el reparto de las sillas del Consejo del Poder Judicial que ha tirado por tierra el señor Cosidó. ¡Ya! Y Rivera es el otro chico con quien usted quería regenerar España hace un par de años. ¡Ya! Ya nos vamos entendiendo, señor Sánchez.

Aparece en la otra parte de Andalucía el mitinero señor Casado diciendo a sus ciudadanos que quien gobierna España es Otegi. ¡Vaya! Otro pensamiento de altura. Bildu solo tiene dos diputados. No influyen y se les necesita para gobernar. Señor Casado eleve su nivel de discurso en los mítines. No nos venda chatarra que ya no sirve. Debería haber buscado para Andalucía otro candidato de más altura, de más nivel. No hay quien le libre del guantazo el día 3, tras contar las papeletas del día 2.

Y en medio de Andalucía, porque quiere el centro de todo, se despacha Albert Rivera ‘Riverita’ con la sentencia de que los 40 años de socialismo en Andalucía han sido un desastre. Los últimos cuatro años ha colaborado su partido, Ciudadanos, señor Rivera. Un poco de seriedad.

Elevemos el nivel. Todos. O dejen sitio para otros ciudadanos que, tras trabajar duro y en silencio, pueden ejercer cargos políticos con mayor capacidad y conocimiento. Elevemos el nivel señores políticos porque la España que representan no está bien representada. Son ustedes la España del suspenso y el desencanto. Está mejor la España del trabajo y la seriedad. Ilusionada y con valores. La España de los ciudadanos. Y nos lo tiene que decir un periódico extranjero. Aquí parece que ya no hay periódicos. Gracias The Economist.