La mayoría absoluta del PP en las recientes elecciones andaluzas parece señalar un punto de inflexión en la política española. Así, habrá que ver hasta qué punto puede sostenerse el ejecutivo de Pedro Sánchez; si la desaparición parlamentaria de Ciudadanos es ya irreversible; si a Vox, alcanzado ya su apogeo, sólo le espera una caída, más o menos acelerada; o si ese retorno del bipartidismo viene para quedarse o resulta un hecho meramente circunstancial. Unos comentarios acerca de esta última consideración.

Los dos grandes partidos han conseguido 88 de los 109 escaños, un resultado propio de los mejores tiempos del bipartidismo, en un momento en que por todo Occidente los partidos tradicionales se hallan diezmados. Podemos hallarnos ante una singularidad andaluza, que no tiene por qué reproducirse en próximas elecciones en España o, por el contrario, frente al regreso a los partidos tradicionales de una ciudadanía cansada de la llamada nueva política; la irrupción de diversos partidos que, más allá de encauzar el justificado malestar social, se han mostrado incapaces de ofrecer alternativas de gobierno consistentes.

Ante el momento tan extraordinariamente complejo que vivimos, y el que parece avecinarse, este retorno a la moderación puede resultar esperanzador, pero tienen que darse algunos cambios notables para que arraigue y estabilice la política. Y la cuestión no es, curiosamente, pretender un acercamiento entre los grandes partidos sino, por contra, que representen alternativas diferenciadas. O dicho de manera sencilla: que claramente la propuesta del PP sea de derechas y la del PSOE de izquierdas.

Porque lo peor que le ha pasado a la política en Occidente es la enorme similitud entre la acción de gobierno de unos y otros; llegados al poder, la gestión económica ha resultado cuasi idéntica. Sometidos a una globalización que estrecha el marco de actuación de la política nacional, se ha facilitado la eclosión de partidos radicales que han satisfecho, aunque solo fuera emocionalmente, la necesidad de muchos ciudadanos de optar por alternativas claramente diferenciadas del guion oficialista. Y así nos ha ido.