Han empezado los discursos. Como el año ha sido buenísimo lo terminamos con discursos. ¡Vamos! Como para salir corriendo del país. Solo nos faltaban los discursos. Empezó ayer la sesión con el discurso del Rey. Como lo echa tarde no podemos escribir sobre el mismo. Pero sí sobre intuiciones. Parece que Moncloa lo controla todo. La vicepresidenta Calvo ha llevado en su mano el lápiz rojo. ¡Qué cosas hay que ver en la tercera década del siglo XXI! Ni el Jefe del Estado pude decir lo que le venga en gana. Guste o no guste a muchos españoles. Guste o no guste al Gobierno o a parte del Gobierno central. Parece que repetimos la historia de hace 100 años. No hemos progresado nada. Nada. En este aspecto de libertad, me refiero. Qué difícil para el futuro será separar lo falso de lo cierto, el grano de la paja, observando el forofismo político que nos rodea. Incluso a nivel de calle.

Porque a nivel del poder los forofos aumentan. En cada círculo de poder, por muy pequeño que sea, hay docenas de asesores para afinar la pluma y vender al ciudadano estupendos discursos de cómo se ha superado este feo año. En Moncloa hay legión de asesores. Los ministerios tienen otra legión de asesores cada uno. Las Autonomías, para qué contarlos. Y las diputaciones y los ayuntamientos, ¡vamos!, que no se diga, más asesores, para vendernos humo de una hoguera que arde sin leña, para vendernos un balance falso del año que termina. Más discursos. Ayer empezó el Rey. Y hoy ya podemos comentarlo, no ayer en la cena, no vicepresidente Iglesias. La cena de Nochebuena la utilizamos para cosas más interesantes que las que usted propone. No nos interesa la división que airea de las dos Españas. Es un juego viejo y cansino. No nos interesa que los políticos hayáis polarizado y dividido el país. En la cena nos interesa la unión, el recuerdo a los ausentes, algunos por vuestra culpa, y el amor entre los presentes. Lo demás, con todo respeto, señor vicepresidente Iglesias, alias el Moños, se lo puede quedar. No queremos más problemas. El problema son ustedes. Dejen de vender humo.

Porque tras las grandes crisis vienen los grandes problemas. De un día para otro no se consigue la gloria. Nos queda mucho trecho, mucho camino para superar la larga sombra del Covid-19. El próximo año será igual de difícil que éste. O más. Referente a la salud seguirá, a pesar de la vacuna, siendo muy malo. Y de economía será mucho peor. O al menos eso dicen los economistas y suelen tener razón. Más que los políticos. El año nacerá con un millón más de parados. Las pequeñas empresas cerrarán por miles. Los autónomos se quedarán en casa empeñados hasta las orejas. Y los políticos seguiréis lanzando discursos como si no pasara nada. Sólo os miráis a vosotros, vuestro ombligo. “Sospecho que, esta Nochebuena, ……, monárquicos o republicanos. Ese debate se va a dar”. No te lo crees ni tú. No se dio ese debate. Se debatió, señor Iglesias, cuándo los ciudadanos te echarán al Manzanares, tras elecciones y con las papeletas colgadas del cuello. Todo llegará. Estás haciendo méritos, señor vicepresidente.

Está claro que las inquietudes de los españoles no son los debates que quiere el Gobierno o algunos de sus miembros. No. Y este año, menos. A los españoles nos preocupa cómo salir de este socavón en que ustedes han colaborado a meternos. Por ineficaces y negligentes. Les ha venido grande el gobierno y los problemas del país. Y ahora hay que empezar a planificar el rescate. No se les ve a ustedes con proyectos para el país. No hacen nada. Nos echan humo con accidentes reales para tapar su incompetencia.

Pasamos capítulo. Cerramos el año. Un año de miedo y muerte. Un año de ruina. Hay que retroceder cien años para encontrar otro año tan nefasto. Un año largo. Con mucha irresponsabilidad por parte de los ciudadanos y con más irresponsabilidad por parte del Gobierno. Mejor será cerrar la puerta. Y empezar de cero. Recuperar la realidad.

El próximo año será igual de malo que éste que termina en lo referente a la pandemia. En lo económico España está hundida. Arruinada. Con una deuda imposible de pagar. Y una crisis política a punto de estallar. Se avecina un año peor que el pasado. Pandemia, hambre, paro, presos, odio, enfrentamientos, rupturas, etc. Dejen sus discursos para mejor ocasión, señores de la política. Queremos obras, no palabras. Nada de discursos. Nos lo dijo Salvador Allende, el mismo día que se suicidó: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Que el año sea breve y nos ilumine alguna estrella de la suerte.