¿No se lo cree? Pues créaselo. Ya están de vacaciones. Usted, no. Pero ellos, sí. Desde el pasado jueves. Ocho días van. Al atardecer salían, algunos, con sus maletas rumbo a Atocha. Rumbo a coger el AVE a Barcelona. Algunos. Y se iban con cara de pocos amigos. Uno les saluda y te miran con cara de pocos amigos. ¿Hay algún pleno en agosto? Les pregunto. Y me miran con cara desafiante. No creo, contestan. Nosotros no venimos, añaden. Diputados. Catalanes. Cada uno paga lo suyo. Dos cañas y un pincho de tortilla. Como manda la tradición catalana. Y se van. Ni adiós. Ni hasta luego. No hay despedida. Como si les debiéramos algo. Me guardo los nombres. Ni educación. Que disfruten de las vacaciones. Nos vemos en septiembre. ¡Vaya diputados! ¡Vaya nivel de los representantes del pueblo! Bueno, en dos años lo mismo no vuelven. No se pierde nada.

Porque ha pasado un año. Y no se ha notado cambio alguno. Los nuevos partidos venían al Congreso a cambiar la política. O la forma de hacer política. ¿Lo han hecho? No. Y encima van de importantes. Y maleducados. Han hecho lo mismo que los viejos partidos o peor. Total, después de un año que debiera haber sido de transformación política nos hemos quedado como estábamos. O peor. Así que vámonos de vacaciones.

Porque ¿qué ha pasado con la comisión de investigación sobre el uso partidista del Ministerio del Interior? ¿Y con la comisión de financiación ilegal del PP? Que se han cerrado en falso. Lo dice Errejón y debe ser verdad por cómo lo celebran los diputados del PP. Con lo difícil que fue abrir ambas comisiones. Pues se han cerrado en falso sin admitir más testigos. Culpan al PP, al PSOE y a Ciudadanos de forzar el final. Anda, llegó el verano y no vamos a estar aquí perdiendo el tiempo, comentan por la calle. Y razón no les falta. Porque para lo que sirven… mejor nos vamos de vacaciones.

Los nuevos partidos venían al Congreso a cambiar la política. O la forma de hacer política. ¿Lo han hecho? No. Y encima van de importantes. Y maleducados

Nadie averiguó nada. Nada de nada. Y anda que fue una época donde ocurrieron cosas y casos. Casi todos los grandes empresarios necesitaron un político corrupto. Y algunos se pusieron la botas. Interrogatorios a los tesoreros. ¿Y qué? Nada. No recuerdan nada. Bárcenas, Naseiro, Sanchis, no recuerdan nada. ¿Qué esperaban? Reparto de sobres, falsificación de facturas, talones de los empresarios en los mítines, cenas con Manuel Fraga quien a las doce se iba, pero ahí quedaba Sanchis para recoger la voluntad… Los tesoreros no recuerdan nada. Y los no tesoreros, tampoco. Digamos los secretarios o presidentes del partido. Nada. Ya estamos todos mayores. Necesitaríamos que las nuevas tecnologías nos aplicaran un chip de memoria al cerebro. Todo llegará. Mientras, vámonos de vacaciones.

El otro problema grave del Gobierno español y del Congreso es Cataluña. Los arriba diputados insinuados son catalanes y se iban de vacaciones. El problema catalán les resbala. En septiembre, han debido pensar. A esos les resbala y a Óscar Puente, portavoz del PSOE, le cansa. Como al resto de España. Pero el resto de españoles no tiene cargo político, ni responsabilidad sobre el problema. “La verdad es que el asunto catalán me cansa, me aburre, me da mucha pereza”, dijo el alcalde de Valladolid, Óscar Puente. “Al 90% de los españoles tampoco les interesa la cuestión catalana”, según el CIS. Señor Puente, puede que Cataluña le canse, pero la historia no nos la cambie. No es Castilla la primera nación. Fue León. Primeras Cortes sui géneris en León en 1188, con Alfonso IX. Segundas Cortes, con representación ya del pueblo (de aquella manera), en Benavente (Zamora), en 1202. Situada la historia ya nos podemos ir de vacaciones.

Pues vámonos todos de vacaciones, que ya se resolverá el problema por aburrimiento, como desea y actúa el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Porque uno no sabe a qué quedarse. El referéndum catalán es ilegal, pero el venezolano goza de todas las sonrisas. No alcanzo a entenderlo. Como no entiendo que la Moncloa nunca haya puesto el problema encima de la mesa por dejadez o vaya usted a saber. Pero, ¡oh, sorpresa! Le va a estallar el 1 de octubre. ¡Anda!, y esto ¿a qué viene? Se preguntará Mariano. A la desidia, presidente. Y a las vacaciones. A las muchas vacaciones de los diputados.