Pensamiento

De política y sentimientos

7 abril, 2014 08:44

A la derecha la igualdad nunca le ha interesado mucho. Luis María Anson (El Mundo, 13/2/14) cree que eso del café para todos es una memez. Piensa que hay que reformar la Constitución para el “reconocimiento de la singularidad de Cataluña y su tratamiento fiscal”. Vamos, que no le importa hacer un intercambio de cromos con tal de mantener el chiringuito de su adorada monarquía. Y la izquierda, por su lado, alimentando la bestia con el “sacrosanto” derecho de autodeterminación. De tontos útiles al harakiri histórico no hay nada.

El nuevo paradigma en la lucha del capitalismo por compensar esa "caída de los beneficios" es el asalto a los dineros públicos que gestionan los estados. No es un proceso nuevo; las políticas de liberalización de servicios públicos en la UE es un claro ejemplo

La diferencia entre la derecha y la izquierda ante el nacionalismo es el uso que hacen de él. Digamos primero que el nacionalismo es un concepto burgués, de derechas, inventado en el S. XIX para proteger sus mercados (romanticismo de juegos florales aliñado con intereses economico-comerciales). Actualmente es una herramienta en el proceso de acaparación de las plusvalías.

El marxismo ha teorizado, hace tiempo, la gran contradicción interna del capitalismo: "La caída tendencial de la tasa de beneficios". El colonialismo, las guerras mundiales, el consumismo, las guerras focalizadas, el liberalismo comercial junto al proteccionismo interno, etc. han pretendido compensar esa "caída" ampliando los mercados externos, en forma de imperialismo, y los internos, mediante el marketing y la publicidad, generando "necesidades creadas", creando una sociedad consumista inagotable y continuamente insatisfactoria.

Hoy el nacionalismo es una herramienta, bien engrasada, en manos del poder económico mundial. No les importa el sufrimiento que ello pueda causar. Enumerar los casos no es necesario, solo hay que revisar las hemerotecas.

Seguramente cualquier nacionalista catalán querrá distanciarse de la anterior definición, aduciendo las hondas raíces históricas, identitarias y sentimentales de su causa. ¡Como todos los nacionalistas!

El nuevo paradigma en la lucha del capitalismo por compensar esa “caída de los beneficios” es el asalto a los dineros públicos que gestionan los estados. No es un proceso nuevo; las políticas de liberalización de servicios públicos en la UE es un claro ejemplo. En España la privatización sanitaria auspiciada por el PP en la Comunidad de Madrid, momentáneamente detenida, es la punta del iceberg bajo el que se ocultan otros procesos previos de privatización sanitaria como los llevados a cabo en Cataluña, en forma de concertación, por el nacionalismo de derechas y de "izquierdas", en Andalucía por el PSOE y en Valencia por el PP. El invento de la escuela concertada con la LOGSE “socialista” ha sido y es un sistema de desvíos de dinero público a manos privadas. En eso Cataluña es el paradigma.

Podría parecerle a alguien que sufro una paranoia conspirativa, sin embargo pequeñas evidencias se nos van mostrando, sin llegar a ser exhaustivas. El pasado año Alternativa Ciudadana Progresista presentó el libro de Alfredo Grimaldos sobre la transición española. Es un periodista que ha acreditado su gran conocimiento sobre las interconexiones entre la política y las agencias de espionaje a nivel mundial. No dudó en su parlamento en señalar a Israel, a través ¡claro! de sus servicios de espionaje, como instigador del nacionalismo en Cataluña. La visita y recepción por las altas autoridades de Israel del Sr. Mas parece confirmarlo. La ignorancia, el olvido y el desprecio, casi diría, al pueblo palestino fue patente. Un pueblo que sí sufre una ocupación militar, que tiene muertos inocentes y a quienes se les ha levantado un muro para usurparles su tierra. Un pueblo oprimido que sí tiene derecho a la autodeterminación, algo que no tiene nada que ver con la situación de Cataluña en España.

La “construcción nacional” de Cataluña no se puede desligar de un proceso de apropiación indebida de dineros públicos con destino al proyecto identitario y desvío a manos privadas del entorno de las famosas 300 familias que componen la casta

Otra guinda de esa evidencia es la que apunta a la "doctora" Pilar Rahola. No se podrá decir que ella cobra del Mossad pero parece llamativo que su actual pareja presida el Consorcio de Comercio Cataluña-Israel. Dicen que antes era muy españolista, es lo que tiene el falangismo que se puede cambiar de objeto amado con facilidad. Perdón, ¿era el falangismo o el amor? o ¿la butxaca?

Algún día la izquierda tendrá que analizar las relaciones entre el sionismo internacional y su infiltración (incrustación, entrismo) en los movimientos sociales en Iberoamérica, sin perder de vista el gran número de iberoamericanos que han engrosado la población del actual Israel. Por cierto ¿de quién es esa universidad privada que dio el "doctor honoris causa" a Rahola?

Y más de uno se puede preguntar que para qué hacer el trabajo a otros, si a nuestros dirigentes catalanistas solo les mueve el sentimiento. Veamos. Afirmación contundente, aunque duela: Desde la restauración de la Generalidad siempre ha gobernado en Cataluña el nacionalismo. Corolario: La dinámica en todo ese periodo ha sido detraer del Gobierno central la gestión de cada vez más parte del pastel de los dineros públicos. Esto, que aparentemente no es bueno ni malo, es terrible si sirve a una causa injusta y sobre todo si esa detracción se pretende insolidaria y no solo con el resto de ciudadanos españoles, si no también en su reparto dentro de Cataluña. Y tal es el caso: La "construcción nacional" de Cataluña no se puede desligar de un proceso de apropiación indebida de dineros públicos con destino al proyecto identitario y desvío a manos privadas del entorno de las famosas 300 familias que componen la casta, el núcleo de poder nacionalista. Se ha hecho con la ley y al margen de esta. La corrupción es parte consustancial del "proceso".

Los sentimientos son una mercancía y el materialismo dialéctico histórico ha muerto. La izquierda española y en particular la catalana ya no hacen sus análisis en base al marxismo y ni siquiera desde un punto de vista de clase. Son los sentimientos identitarios los que guían sus políticas

Los sentimientos son una mercancía y el materialismo dialéctico histórico ha muerto. La izquierda española y en particular la catalana ya no hacen sus análisis en base al marxismo y ni siquiera desde un punto de vista de clase. Son los sentimientos identitarios los que guían sus políticas, y no los sentimientos de sus militantes y aún menos los de sus votantes. Es la pertenencia social e identitaria de sus dirigentes lo que marca la ruta. Y eso no es por casualidad.

En la lucha antifranquista la izquierda española asume un complejo de culpa ante el nacionalismo, concediéndole una carta de naturaleza democrática, aceptando un derecho de pernada feudal en forma de preeminencia en la gestión de las Comunidades Autónomas, inicialmente en las llamadas históricas. Posteriormente ha asumido en su propio discurso las teorías soberanistas.

En Cataluña el proceso es más hondo, en las primeras elecciones autonómicas se cede a Pujol la Generalidad, aún cuando la izquierda había obtenido la mayoría y eso a cambio de nada (pura subordinación al nacionalismo). Los gobiernos de Maragall y Montilla ya son puro nacionalismo, soportados por una base sociológica a la cual marginan y condenan culturalmente y no por la concurrencia de ERC y ICV-EUiA en el gobierno tripartito. El nacionalismo estaba en el ADN del PSC.

A la izquierda los sentimientos identitarios la han desnaturalizado y la condenan al ostracismo y a la incapacidad de recuperar la ansiada hegemonía cultural perdida de la que disfrutó en tiempos de la transición.

La derecha siempre es más pragmática, es neo-liberal y por ello entiende que los sentimientos de pertenencia, la identidad, es una mercancía que se manufactura, que se puede introducir en una cadena de montaje, de transformación, manipulación, empaquetado y maquetación. Un bien que se compra y se vende o se utiliza con intenciones más o menos espurias.

Y eso parece que finalmente Rajoy ofrecerá a Mas: Un tratamiento fiscal especial, un concierto, que contente al establishment catalán. Ese acuerdo es posible y lógico entre neoliberales por que para ellos la desigualdad es una necesidad en el proceso de acumulación de rentas y los dineros públicos son muy golosos. Es un reajuste en el reparto entre iguales, entre clases capitalistas, ahí donde el apellido no tiene mayor importancia. Es la derecha.

Lo que sigue siendo un misterio es la defensa de esos postulados desde la izquierda. Lo que cabría esperar es una defensa numantina de la igualdad y un proyecto fiscal y social que la garantizase; eso implicaría un sistema fiscal para toda España, incluyendo País Vasco y Navarra. Es decir: una apuesta por la ciudadanía y no por la identidad. A no ser que entendamos que las direcciones de esos partidos han sido okupadas por el nacionalismo bien a través de hijos de esa burguesía nacionalista o meritorios charnegos agradecidos.