Si hiciera una referencia a Muhámmad XII quizás muchos no recordéis en este momento de quien hablo, pero si digo Boabdil el chico estoy seguro de que recordaréis a alguien que lloró amargamente la perdida de Granada. Si dijera Alejandro Blanco posiblemente no sepáis quien es, pero si digo presidente del Comité Olímpico Español (COE), seguramente, os vendrá a la mente aquella imagen de un señor llorando amargamente por no haber designado a Madrid como sede de los Juegos Olímpicos de 2020.

Posiblemente, esta sea la única imagen que se recuerde en un futuro, y es mejor así, porque por lo menos esa imagen demuestra frustración, humanidad y determinada asunción de responsabilidad de no haber alcanzado el éxito. Hasta poco antes de la votación, cuando algunos comentaban por los pasillos que ya teníamos cincuenta y tantos votos, los señores del Comité Olímpico Internacional (COI) eran unos perfectos caballeros para los componentes de la candidatura, así como para periodistas y contertulios.

Nuestro presidente venía eufórico del G20, donde algunos mandatarios le habían pasado la mano por la espalda y se creía que con eso ya formaba parte del club de los grandes países, cuando en realidad unos y otros lo que le intentaban sacar era una firma sobre el conflicto bélico de Siria. Documento que a la postre firmaría y de cuyo contenido no tiene ni idea la oposición y ya no digamos el Congreso. Pues bien, de esta guisa se presentó en Buenos Aires (Argentina), lugar de la votación.

No olvidemos que tan corrupto es el corruptor como el corrompido, y se ha de invitar a los conocedores de estas prácticas a que las denuncien y a los fiscales a que investiguen estas afirmaciones

No sé por qué razón en nuestro país se instaló de antemano la victoria de Madrid sobre Estambul (Turquía) o Tokio (Japón). El estado de euforia les hizo olvidar la realidad de donde partíamos, un país con una grave situación económica, un país donde no crece el PIB, un país con más de seis millones de prados, según la EPA, y donde el empleo de 31 personas se convierte casi en fiesta nacional.

Y unos gobernantes a nivel local sobre los que pesan unos hechos como los del Madrid Arena, una pequeña celebración comparada con unos Juegos Olímpicos, en donde perdían la vida siete jóvenes, entre otras causas por falta de seguridad de las instalaciones, y todo ello bajo el mandato de esa señora que se presenta al mundo del deporte parlucheando inglés y que se relaja tomando café en la Plaza Mayor de Madrid, como tarjeta de visita.

¿Pero alguien de verdad pensó que nos podíamos presentar ante el olimpismo con alguien como el señor González, presidente de la Comunidad de Madrid, adalid de Eurovegas, donde se potenciará toda clase de actividades contraria al olimpismo? ¿Este era nuestro mejor aval, por no hablar ya de su gestión para la destrucción de la sanidad pública?

Pues bien, si el primer personaje que aquí aparece es el hazmerreír de todos los políticos europeos, no hace mucho un europarlamentario inglés le calificaba "como el líder más incompetente de toda Europa" resaltando sus mentiras respecto al rescate bancario que negó hasta la víspera. ¿Qué podemos esperar?

De nuestro segundo personaje podemos decir que cualquiera puede estar en política, si su consorte ha sido presidente de Gobierno. Personalmente creo que es un mal ejemplo o mejor dicho un insulto para todas aquellas mujeres con capacidad y conocimientos para llegar a lo más alto. Debería haber dimitido hace mucho, para evitarnos el sonroso ajeno y el ridículo más esperpéntico.

Conocida la exclusión de Madrid para la realización de los JJOO de 2020, en tertulias televisivas entre invitados y periodistas, comenzó la lluvia de afirmaciones de corrupción sobre los miembros del COI, la calificación de traidores aquellos miembros que, al parecer, se habían comprometido a apoyar a Madrid, sobre la compra de determinados integrantes del COI, de los regalos efectuados. Alguien, incluso, se atrevió a manifestar que la ciudad elegida sería Estambul, ya que era una ciudad destruida y sin instalaciones por lo cual el COI lo vería bien, para que las grandes empresas, representadas en este comité, se llevaran los miles de millones de euros de la inversión.

No olvidemos que tan corrupto es el corruptor como el corrompido, y se ha de invitar a los conocedores de estas prácticas a que las denuncien ante los organismos competentes y a los fiscales a que investiguen estas afirmaciones. Seguramente, el COI, un organismo a trasformar, hay que hacerlo más transparente y debería ser la gente del deporte la que allí estuviera representando a sus países, y no las grandes firmas, ni los empresarios.

A nosotros, menos mal, nos queda para el recuerdo las lágrimas del presidente del COE, que, al igual que con Boabdil, no recordaremos sus batallas pero sí el gesto, y dos grandes intervenciones, la del pívot olímpico y la del abanderado de España en los JJOO de Barcelona de 1992, dignos defensores del olimpismo y de sus valores. Lástima que sus intervenciones se hayan visto oscurecidas por las de políticos de medio pelo.