Muy calladitos estaban los tronados de la CUP, esos hijos espurios del nacional totalitarismo catalán; esos heroicos «maulets» engendrados en noche toledana por burgueses de ultraderecha urbana y por ultramontanos carlistas de villorrio tractoriano. Tan prolongado silencio a mí se me antojaba anormal, desconcertante, porque en los últimos meses solo han emergido de tarde en tarde, para poner a caldo y torpedear todo cuanto navega en el pútrido mar del independentismo, empezando por los vendidos al oro de Madrid de ERC ---con un Pere Aragonès decidido a establecer pactos “más allá del independentismo”--; siguiendo por los caraduras de JxCat --con Carles Puigdemont en pelotas, tras los matorrales, sin saber qué hacer con su triste vida--; y acabando por los pusilánimes del PDECat, condenados, según las encuestas, a no comerse ni una rosca el 14-F.

«¿Ande andarán estos cafres?» me preguntaba yo, sinceramente intrigado... ¿Acaso están en coma etílico tras una curda de ratafía de garrafón?, ¿quizá están haciendo un máster en fabricación de bombas fétidas impartido por sus primos abertzales? Tanta inacción resultaba muy sospechosa, ¿no creen?

Pues estar, estaban; agazapados entre los containers de la orgánica, asamblea viene y asamblea va; acumulando adoquines con sigilo para futuras batallas; tramando cómo volver a las andadas y a las andanadas; más dispuestos que nunca a hundir a España, a Amazon y su maldito “Black Friday”, y a todos los oligarcas del IBEX, jodiendo, de paso, a ese club de Estados fascistas ricachones de la UE mientras planean el asalto final al cielo de la independencia irreversible, porque ara va de bo i això ja ho tenim a tocar, xiquets!

La semana pasada la CUP presentó el programa con el que concurrirá a los comicios del 14 de febrero. Entre sus propuestas, a nivel social, y a raíz de las tremendas consecuencias económicas que está suponiendo la pandemia, proponen una Renta Básica Universal --¡repámpanos! ¿pero no teníamos ya una Renta Garantizada de Ciudadanía en Cataluña? ¡Ah, no, quita, que eso fue una tomadura de pelo cósmica!--; un salario mínimo de 1.200 euros; un programa de vivienda digna para toda la población; nacionalización a la venezolana de sectores esenciales y estratégicos; acabar con los peajes y explotación de autopistas, y, ¡cómo no!, un boicot comme il faut a las empresas del IBEX-35 que apoyaron la represión, la rotura de dedos y el sobeteo de tetas y culos el 1-O.

Todo puro blablablá destinado a envolver en papel de regalo el gran y único objetivo de su programa, que no es otro que convocar, una vez más, otro referéndum de autodeterminación antes de que concluya la legislatura… ¿No queríais referéndum? ¡Pues tomad tres tazas! Cataluña necesita referéndums. Al menos uno al año. No hay nada que no pueda arreglar un buen referéndum com déu mana, uno de esos que unen a la población y borran de un plumazo toda la miseria, la decadencia, los muertos, el desastre económico, el latrocinio, la inmoralidad política y el enfrentamiento social alcanzado en los diez últimos años. Simplemente, sublime.

Me los imagino a todos ellos en plena asamblea telemática, «enchovados» cual sardinas en una sesión de Google Meet, que en tiempos de Coronavirus permite vociferar en calzoncillos y sin mascarilla desde casa, a grito en pecho, dándole al canuto y trasegando alcohol. No existe mejor y más cómoda forma de remodelar el mundo y construir republiquetas a medida.

Probablemente a esas sesiones se sumó una deprimidísima y ojerosa Anna Gabriel, que tras pedir perdón por su aspecto de pija alpina, y tras instar a la parroquia a depositar en el cepillo el óbolo solidario a fin de poder seguir malviviendo en país tan capitalista, abogó por pegarle fuego a todo y poner la directa. También debió asomar en pantalla David Fernàndesss, con su Sagrada Sandalia de Antioquía clavada cual tótem en la pared posterior. Con los «pinreles» sobre la mesa --al estilo Aznar en Las Azores--, y con cara de pato mareado, exigió, a lo Monty Python, acción inmediata a las hermanas y hermanos del Frente Renovado de Liberación Nacional Tractoriano. Mención especial, y dos orejas y rabo, mereció la intervención de Mireia Boya, que tras sollozar por el desplome de su hotelito rural, prorrumpió en una soflama de ésas que marcan época y enardecen los ánimos de la parroquia.

De este modo, y tras interminables y encendidos debates, los cuperos concluyeron que Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Carme Forcadell y el resto de los «presus pulitics» en activo en 2017 “han sido los máximos responsables del descrédito del proyecto independentista, caricaturizándolo” al liderar “proyectos lacrimógenos”. Dicho eso, resultaba inevitable que la asamblea votara medidas drásticas para acabar con milenios de esclavitud y expolio. De este modo decidieron que la estrategia futura debe basarse en el siguiente programa: 1--Enfrentamiento permanente con el Estado español como único “motor de cambio”; 2--Negociación con el Estado que incluya el reconocimiento de Cataluña como nación y su derecho a la autodeterminación, amén de un referéndum inapelable; 3--Movilización constante, desobediencia e internacionalización del conflicto; 4--Ruptura democrática unilateral, que propicie un escenario resolutivo internacional, incluyendo el referéndum, forzando al Estado español a asumirlo; 5--Disputa de la soberanía con el Estado día sí y día también; 6--Obligar a la Comunidad internacional a posicionarse y tomar partido, colocándola en un “callejón sin salida”... ¿Les suena todo eso? ¡Es tremendamente novedoso!

El peyote y los bricks de Don Simon son lo peor que existe para las neuronas, sobre todo cuando uno ha salido de la cadena de montaje con defectos de fabricación. De ahí que nuestros combativos cuperos hayan olvidado que en los infaustos días de la infamia catalana de 2017, infinidad de autoridades europeas plantaron cara al dislate neofascista catalán. Consulten la hemeroteca: Donald Tusk; Jean-Claude Juncker; Antonio Tajani; Emmanuel Macron; Theresa May; Angela Merkel; Miro Cerar; Marcelo Rebelo de Sousa y una interminable lista de nombres. Hasta Bergoglio, el papa Francisco, les dio sopa con hondas y sin contemplaciones. Ningún país del mundo, ninguno, reconoció a Cataluña como nación ni apoyó su derecho a la autodeterminación por la vía unilateral.

Por eso resulta muy curioso que la propuesta “estrella” del nuevo programa de la CUP se haga pública al poco de saberse que ERC no piensa pactar un nuevo tripartito con el PSC y los Comunes, y que de ganar las elecciones buscará gobernar, una vez más, con JxCat y con el resto de partidos nacionalistas. Curioso resulta también que con muy pocas horas de diferencia Nicola Sturgeon, primera ministra escocesa, anunciara un segundo referéndum de independencia a finales del próximo año. Qué coincidencia. Dios los cría y ellos se juntan.

Y para colmo, en rápida y risible maniobra, Miquel Iceta, la veleta humana, que también estaba más silente que un camposanto, se apresuró a declarar: «El PSC no pactará con partidos que quieran la independencia o un referéndum». Y usted va y se lo cree, claro. Yo ya me lo creo todo. Lo del PSC y del PSOE es digno de estudio. Es prácticamente imposible caer más bajo a no ser que te den un pico y una pala y te pongas a cavar a once mil metros de profundidad, en la Fosa de las Marianas, por ejemplo.

¿Me entienden cuando les digo que de toda esta parroquia de impresentables hay que reírse a mandíbula batiente? Pues eso. Sean felices y protéjanse.