Pensamiento

Cría cuervos

15 diciembre, 2015 00:00

Durante estos últimos años, estamos viviendo en Cataluña un primavera del separatismo político; pero a toda primavera le sucede un estío en el se seca todo lo que ha florecido. Esta eclosión primaveral no es producto de una casualidad, ni obedece a un impulso refrenado del señor Mas y de sus acólitos. Es la consecuencia derivativa de un largo y premeditado proceso, en el que los políticos separatistas durante treinta años han estado preparando y adoctrinando a la sociedad catalana para conseguir una mayoría que se quiera separar de España.

El Gobierno de la Generalitat se planteó en 1980 dos objetivos para los años venideros: hacer negocios a golpe del 3% y 'fabricar' una mayoría catalanes separatistas, que en ese momento no existía

Cuando el no tan honorable Jordi Pujol accedió a la presidencia de la Generalitat de Cataluña en el año 1980, las encuestas y los indicadores sociales de la época reflejaban que sólo aproximadamente un 15% de los catalanes sostenía anhelos independentistas. Evidentemente con esa exigua proporción era inútil iniciar un proceso de desconexión con España, y por tanto el Gobierno de la Generalitat se planteó dos objetivos para los años venideros: hacer negocios a golpe del 3% y 'fabricar' una mayoría catalanes separatistas, que en ese momento no existía. Para ello se dividió a la sociedad catalana en dos segmentos fundamentales: los catalanes que habían superado la edad escolar y los catalanes en edad escolar.

Para inducir subliminalmente a los catalanes adultos hacia posiciones antiespañolas, se subvencionó a muchos medios de difusión social con el objetivo de que decantasen sus lineas editoriales, y se constituyó la radio y televisión públicas catalanas (Catalunya Ràdio y TV3), controladas por la todopoderosa Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals, de la que el primer director general de TV3, Alfons Quintà, ha reconocido recientemente, que recibía llamadas diarias del presidente Jordi Pujol, imponiéndole tendencias y contenidos, afirmando textualmente que aquello se parecía a una "televisión soviética".

Para adoctrinar a los niños catalanes en edad escolar se inventó el sistema de inmersión lingüística que superó con creces, en lo que a imposición idiomática se refiere, a la escuela de la II República y al proyecto educativo de Rosa Sensat, que pivotaban hacia un bilingüismo democrático. De esta forma la escuela publica catalana, y buena parte de la concertada, sometida al chantaje impositivo de la subvención que deriva del propio concierto, han sido un semillero de futuros separatistas, porque desde su más tierna infancia se les ha explicado que España es un ente artificioso inventado por Felipe V o por el propio general Franco, que se ha impuesto sobre la única realidad tangible, que se denomina Catalunya.

Lo que no previeron ni Jordi Pujol, ni Artur Mas, es que esos nuevos votantes, efectivamente se apuntaron a la causa del separatismo, pero no necesariamente al proyecto de Convergència

A mí personalmente más de un político de Convergència me ha llegado a reconocer en conversación privada que la independencia de Cataluña vendría sola, porque sólo tenían que esperar que los niños catalanes se incorporasen paulatinamente al electorado, cuando cumpliesen los 18 años. Sin embargo lo que no previeron ni Jordi Pujol, ni Artur Mas, es que esos nuevos votantes, efectivamente se apuntaron a la causa del separatismo, pero no necesariamente al proyecto de Convergència, porque la escuela pública no ha generado pijos yupis convergentes, sino que de ella han salido individuos chancleteros antisistema, que han engrosado las filas de la CUP. Agrupación política en la que su militancia y sus votantes oscilan entre los 18 y los 35 años.

Aquí se cumple inexorablemente nuestro refranero: "Cría cuervos y te sacarán los ojos". Porque ahora los nuevos catalanes prefabricados en la escuela catalana son tan separatistas como el señor Mas pero no quieren ver al señor Mas ni en pintura. El bucle de la existencia humana cumple inexorablemente sus mandatos y como en película 'Blade Runner' de Ridley Scott, el nuevo ser siente el impulso irrefrenable de matar a su creador. Porque los nuevos talibanes del separatismo no se conforman ya con conseguir sólo la independencia sino que además quieren hacer una revolución que se lleve por delante al catalanismo político de talante burgués y conservador.

Pujol y Mas aplicaron el criterio matemático de "si crío cuervos tendré más", pero no fueron capaces de vaticinar que con sus anhelos separatistas de ingeniería social, maquinada en los despachos de la plaza de Sant Jaume, han generado una fuerza política que, como un sunami, se llevará por delante todo lo que ellos han creado, acabando con su existencia política personal y la de su propio partido.

Cría cuervos...