Esta primavera se ha convertido en un invierno desapacible, helado y triste al que sólo le falta la lluvia para llorar sobre los campos y ciudades de las Españas. Incluso un manto blanco y frio ha tapado al sol de la nación. A ésta no la conoce ni la madre que la parió, como dijo el sevillano Alfonso Guerra. Ni Sevilla parece Sevilla en vísperas de una Semana Santa que sólo celebrarán los católicos con más fe. Todo es fantasmal y extraño. La gente no sonríe porque está de duelo.

Sólo sonríe la naturaleza en la primavera más helada de nuestra vida. Toda España confinada en casa. Miles de muertos, los únicos que tienen trabajo son los enterradores (los muertos se mueren solos), sin misa de difuntos, y los sanitarios… Por ellos los aplausos de las ocho; en esta primavera sin amapolas con crisantemos de cementerio, y sombría. No es que están secas están confinadas.

Todos nos hemos equivocado: no estamos en un guerra, es una metáfora desafortunada porque el enemigo real es invisible, una sombra que a muchos no nos deja dormir. Yo no tengo miedo porque siempre he visto la vida como un periodista, como un simple espectador en tercera persona.

Hace cien años ocurrió una pandemia mucho más terrible que la actual que en España cerró escuelas y universidades, y que en el mundo mató a cuarenta millones de personas, en España a quinientas mil.

Se llamó la ‘gripe española’ pese haber nacido en las trincheras francesas en la I Primera Guerra Mundial, por eso no mató a viejos sino a jóvenes soldados que cayeron por balas invisibles que el grupo de comunicación estadounidense del magnate Hearst bautizó como española sin serlo porque nos tenía animadversión por la guerra de la Independencia de Cuba, que pasó a ser colonia de los EE.UU. El empresario Hearst es el protagonista de la mítica película de Ciudadano Kane del gran Orson Welles.

Tengo un club de lectores por whatsapp que se titula la Libreta de las buenas noticias, en la que no hay malas noticias porque no quiero deprimir al personal. Me permito sugerir a este medio de comunicación que abra una sección con esta filosofía para alegrar la vida a los lectores. Es una idea.

Observarán que hoy no critico a ningún partido político porque en medio de la tempestad perfecta, que se va a llevar la vida de miles de abuelos del mundo, muy lejos de los quinientos mil de hace un siglo, creo que se desplomará la economía nacional y que la crisis de 2008 pudo haber sido un aperitivo.

No soy economista, pero no creo que la salida sea en forma de V. Estoy triste.