Hace unos días, un activista de Podemos lanzó un tuit muy ocurrente que zurraba a la gente de orden que aún vota a los grandes partidos. Les preguntaba por qué apoyan al PP y al PSOE, si con los 700 euros que ahora cobran los jóvenes --por culpa de populares y socialistas, se sobrentendía-- nunca podrán cobrar los 2.000 euros de pensión a que en teoría tienen derecho.

Al margen del contenido provocador del mensaje, el tuitero ponía el dedo en la llaga sobre el futuro de una de las patas del Estado del bienestar, de tan breve vida entre nosotros.

No paran de sucederse los datos que señalan el precipicio al que nos acercamos sin que nadie haga nada; sin que nadie, aparentemente, se dé por aludido.

En el último trimestre de 2016, los costes laborales disminuyeron un 0,8%, la mayor caída de los últimos cuatro años, periodo en el que la reducción de costes ha sido continua. No deja de ser llamativo que la salida de la recesión en lugar de ir acompañada de una mejora de los salarios, vaya de la mano de su empeoramiento. Pero es que, además, las cotizaciones a la Seguridad Social de ese mismo periodo se redujeron aún más, un 0,9%. Dado que las cuotas no han cambiado, es evidente que se cotizan menos horas y/o se hace por categorías más bajas.

No solo es menor la tasa de cobertura del subsidio de desempleo, sino que su cuantía media ha caído más del 5% desde 2010

Los efectos de esa reducción de costes son muy importantes. La cuantía del subsidio de desempleo medio ha disminuido más de un 5% en los últimos siete años. O sea, no solo es menor la tasa de cobertura, sino que la retribución de quien tiene la suerte de estar protegido es cada vez menor como consecuencia directa de que su salario, cuando trabaja, es menor, como sus cotizaciones.

El seguro de desempleo tiene una relación muy inmediata con el historial laboral, por eso el reflejo de la cotización en el subsidio es tan rápido.

Con la jubilación es diferente, tanto por el periodo de cálculo como por los periodos de cotización que dan derecho a su percepción. De hecho, la cuantía de las pensiones que ahora empiezan a cobrarse aún evidencia el buen historial de quienes se retiran.

En enero, la jubilación contributiva media era de 1.054,67 euros, el 18% más que hace siete años; y 5,25 euros más que en diciembre de 2016. Los nuevos jubilados aún llevan debajo del brazo una buena carrera, por lo que la verdadera dimensión del problema no empezará a verse hasta que se incorporen al retiro trabajadores a los que la crisis haya pillado con edades avanzadas y aquellos que arrastren esas bajas cotizaciones que asoman por las estadísticas.