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Ismael Palacín, director de la Fundació Jaume Bofill, en la entrevista con 'Crónica Global'

Ismael Palacín: "Una economía 'low cost' lo destroza todo"

El director de la Fundació Bofill señala que el abandono escolar en Cataluña "es un drama de país" que condiciona el futuro económico

21 min

Ismael Palacín tiene claro que la educación debe estar en el centro de cualquier proyección de futuro de un país. Dirige la Fundació Jaume Bofill, uno de los mejores think tanks de Cataluña, que fundó el matrimonio Vilaseca Marcet-Teresa Roca, para que se “pensara” sobre y para el país. La entidad dispone de una red de unos 2.000 expertos y académicos y sus estudios sobre educación son una referencia. Palacín, con una larga experiencia en el mundo del tercer sector y de la educación, señala en esta entrevista con Crónica Global que el abandono escolar en Cataluña “es un drama para todo el país”, y conecta el sistema productivo con el educativo: “Una economía low cost lo destroza todo”, avisa, con la idea de que sólo un nivel educativo más alto garantizará mejores puestos de trabajo, mayores salarios y mejores servicios sociales para el conjunto de la sociedad.

--Pregunta: ¿Dónde está Cataluña en el ámbito educativo y en el contexto europeo?

--Respuesta: Si lo plasmamos con una fotografía, con indicadores objetivos, los resultados nos ofrecen que Cataluña está en la media de los países de la OCDE. Para muchos eso puede significar la mediocridad, o un prodigio si se tiene en cuenta la inversión que se dedica. No estamos peor por lo que nos correspondería a partir de la inversión. La comparación también resulta similar si se establece respecto a los países análogos a España, de nuestro entorno europeo. Esa sería una buena noticia, dentro de todo. La mala es que estamos estancados, a diferencia de otros países como Portugal, que se ha disparado en los últimos años. Y permanecer estancados no tiene disculpa.

--¿Cómo puede ser? ¿Cuál es el principal problema?

--Portugal desde hace unos cuatro o cinco años ha mejorado muchísimo. En Cataluña el estancamiento es preocupante, y el problema es el abandono escolar. Se pasó de un 33% a un 17% en los últimos años, y eso significó una mejora, pero se ha pasado ahora al 19%. En el mejor momento, en todo caso, en Cataluña hay un joven de cada cinco que deja de estudiar. En los países europeos ese porcentaje de abandono escolar no supera, en el peor de los casos, el 11%. Es un problema, por tanto, gravísimo. No ya para los jóvenes afectados, para sus biografías, sino para el conjunto de la sociedad. Es un drama para el país, porque la mayoría de ellos han descarrilado y difícilmente entrarán de nuevo en el sistema educativo. Ningún país puede avanzar en estos momentos si no tiene un 90% o 95% de la población con estudios secundarios. Es un drama para todos los sectores económicos, porque las inversiones van donde hay población educada. Es un problema que no afrontamos. La otra cuestión es que en Cataluña, como en el conjunto de España, ya que los patrones educativos son muy similares, el sistema está muy polarizado.

--¿Qué quiere decir? ¿Muchos universitarios y muchos con estudios primarios?

--El número de universitarios está en la media de la OCDE. Quien diga que hay demasiados, engaña. Lo que ocurre es que tenemos demasiados para el mercado laboral de ahora, pero no para el mercado de mañana, que los exigirá. Lo que pasa es que se debería reconvertir ese mercado laboral. En todo caso, no es verdad que se fabriquen parados, porque sólo un 8% de los universitarios quedan fuera del mercado o tienen muchas dificultades. Se puede decir que ser universitario es, por lo menos, una protección frente al paro. Otra cosa es que los salarios sean los adecuados o se trabaje en puestos laborales acorde con lo estudiado. Pero es cierto que se ha invertido mucho en formación universitaria y no en formación profesional. Y el resultado es un sistema educativo muy polarizado.

--¿Hay una competencia por arriba, con pocos puestos de trabajo de alta calidad?

--Sí, y es que el mercado no da para tantos. En todo caso, no sabemos cómo irá la economía en el futuro. Pero sí sabemos que los trabajos poco cualificados desaparecerán. Y que es necesario una buena formación, para lograr permanecer en el mercado laboral.  

--¿Entonces?

--La realidad es que tenemos una pequeña y mediana empresa que invierte muy poco en I+D. Vive muy al día y tira de bajos salarios. Y por eso surgen debates sobre algunas medidas, como la necesidad de subir el salario mínimo, que sería la manera de obligar a esas empresas a invertir más en investigación y desarrollo para modernizar el conjunto de la economía, para que no se recurra siempre a una política de bajos salarios, y baja productividad. Una salida podría ser la de no contratar a nadie, en sectores como la hostelería o la restauración, sin un título. Y con ello se podría combatir el abandono escolar.

--¿Lo que está en juego es ganar valor, que muchos sectores económicos se hagan valer más?

--Sí, el futuro inmediato debería ir por ese camino. Una economía low cost lo destroza todo. Debemos tener empresas cualificadas y eso repercutirá en toda la sociedad.

--¿Qué otras características tiene el sistema educativo en Cataluña y el conjunto de España?

--Las dos muy claras son la baja inversión y la centralización y transmisión del conocimiento. Hay menos gobernanza multinivel que en otros países. Es un sistema que se basa en el modelo francés pasado por el franquismo, con inspectores y leyes muy detalladas, que están pensadas para controlar al profesor, para saber qué hace y qué explica. Es un sistema muy bueno para controlar y malo para aprender. Hay otra característica y es que es un sistema regresivo, donde prevalece la vieja idea de que la educación es un privilegio y no un derecho. Se ha invertido poco en becas, y tenemos la idea de que éstas son algo asistencial, y no una política educativa.

--¿Ha sido positiva esa política de subir tasas en la universidad, que se debían compensar con un buen sistema de becas para los que lo necesitaran?

--Es un tema muy estudiado y con grandes consensos. Lo primero es que, si se tienen los recursos, la educación debe ser gratuita en todos los niveles. Hay que rechazar eso de que lo que no se paga no se valora. Pero, en función de los recursos, la prioridad debe ser las guarderías. Es determinante para la formación posterior. Y, luego, la educación básica. Todo el esfuerzo se debe poner en la educación postobligatoria, como un estándar. Necesitamos que todos la acaben. Y para ello las becas-salario son esenciales, tanto para los que lo necesiten de forma directa, como para los que lo necesiten como un coste de oportunidad. Y es que hay alumnos que deben ayudar en casa y aunque ingresen sólo unos 400 euros, trabajando en una pizzería, eso provoca el abandono escolar. Se debe ayudar porque, además, entre los 16 y 18 años, las empresas no quieren a esos trabajadores. Bueno, o no los deberían querer. Cuando se llega a la universidad, hay que decir que la selección social ya se ha realizado. Y entonces sí se puede establecer un sistema de tasas algo más altas, con un buen sistema de becas. Lo que hay que tener en cuenta es que en la elección de carreras también hay distinciones. Las clases más altas suelen elegir ciencias, que son carreras más caras y que se tardan más tiempo en acabar. Y se da la paradoja de que los que se incorporan antes al mercado de trabajo, sufragan a los que estudian carreras que tendrán mejores salidas profesionales y con salarios más altos. Y eso hay que tenerlo en cuenta, con muy buenas becas para Formación Profesional y para la Universidad. Una sociedad meritocrática es aquella en la que hay una correspondencia entre esfuerzo y reconocimiento. Genera cohesión, mientras que una sociedad injusta genera populismo.

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Ismael Palacín, director de la Fundació Jaume Bofill, en la entrevista con 'Crónica Global'

--¿El problema principal en Cataluña es la segregación escolar?

--Es la segunda comunidad por detrás de Madrid con mayor segregación. Es un problema gravísimo, de política pública en todo el mundo. Ahora en Cataluña, por lo menos, se ha conseguido que se vea como un problema de política pública. La solución no será fácil, pero, como mínimo, se ha detectado y se admite. En realidad es un problema de buena o de mala gestión. Si en una escuela hay un porcentaje de pobres o de inmigrantes similar al que existe en el distrito en el que está ubicada, estaremos hablando de un problema, que se ha denominado como de alta complejidad, pero la segregación es otra cosa. Aparece cuando tienes escuelas con porcentajes enormes de determinados colectivos y en otras, en la misma zona, apenas tienen. El problema es que existe una anomalía, por motivos históricos, que lleva a tener un sistema de escuelas privadas-concertadas y de escuelas públicas. En todos los países existe una parte de privadas. En Estados Unidos o Francia es de un 5%-7%. En Cataluña es del 40%. Es decir, de titularidad privada hay un 40%, y de ese 40%, un 5% es privada-privada. El 35% restante es concertada. Y funciona como una ficción: la administración ofrece el concierto y asume que lo que paga no es suficiente; el centro hace ver que lo que recibe es suficiente, pero pide a las familias, a través de fundaciones, una compensación. Es un sistema de trampas, y se actúa, entonces, como un filtro, y la concertada se queda con los alumnos más fáciles de educar. Y lo permitimos. Esa segregación también ocurre entre públicos de un mismo distrito o barrio. La Constitución dice que hay libertad educativa, pero no hay libertad para elegir. El derecho a elegir la educación está condicionado.

--Entonces, ¿qué pasa?

--Se elige en función de las plazas que puede ofrecer un centro. Aquí hemos optado por el principio de proximidad, pero se cometen chapuzas. Lo que se pide ahora, y con la nueva ley de educación, es reservar algunas plazas en todas las escuelas para algunos colectivos, con menor renta, inmigrantes o alguna discapacidad. Y se monta un drama como si se fuera a atacar la libertad de elección.

--El derecho a decidir, por tanto, no existe en la educación. El consejero Bargalló ha legislado en esa línea, ¿no?

--Exacto. Lo que ha hecho Bargalló es desarrollar algo que ya estaba en la ley de educación, tras un pacto que ya se había establecido, aunque no lo respaldó ni la Ustec ni Fapac, al entender que defendía demasiado a la concertada.

--¿Pero no se pensó, en la transición, con Maravall, en un sistema sólo con públicas y privadas, con un periodo de transición para las concertadas?

--Es un debate en el que no entramos. Lo que decimos es que se debe gestionar bien, con lo que tenemos. Es verdad que hay desproporción y que en Barcelona el 60% es concertada y el 40% pública. Es demasiado. Pero se debe saber gestionar. También debemos pensar: ¿cómo se hubiera hecho esa transición, con qué recursos, cuánto tiempo hubiéramos tardado? Y luego debemos pensar que en Francia, por ejemplo, con mayoría de escuela pública, hay mucha segregación.

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Ismael Palacín, director de la Fundació Jaume Bofill, en la entrevista con 'Crónica Global'

--¿Hay presión sobre la propia escuela pública por parte de clases medias ilustradas que buscan escuelas transformadoras y progresistas?

--Es un tema muy estudiado. Las familias lo intentan todo. Y lo hacen porque todos sentimos desconfianza. Ante eso se descartan determinadas escuelas. Tenemos un estudio que avala esa idea, que se hizo a partir de dos distritos muy distintos: Nou Barris y Les Corts. En general, no se elige una escuela, sino que se descartan unas escuelas. Se provoca un efecto huida. Y lo que se debe hacer es combatir que haya escuelas gueto. Cuando uno siente desconfianza intenta salvarse por él mismo. Pero no critiquemos a los padres. Busquemos cómo hacer escuelas diversas, pero no desiguales. Y no digamos que unas son mejores que otras.

--Lo que pase en el seno de una familia, ¿sigue siendo determinante frente a la escuela?

--Es indudable. El indicador que mejor predice lo que pasará con los niños y niñas en la escuela es el nivel socio-cultural de sus padres. La familia es lo más importante. Pero para romper el círculo de la pobreza debes invertir para que eso no se cumpla, para que no sea tan determinante. En Finlandia en algún momento lo consiguieron, porque era un país pobre hace 50 o 60 años. Hay escuelas que incrementan las desigualdades sociales; otras que las reproducen, y las hay que reducen esas diferencias. En Cataluña el sistema reproduce bastante lo ya existente. Y necesitamos una escuela que las reduzca. En España ha habido una creencia que se basa en que si apuestas por la igualdad no consigues la excelencia. Y es un error. No hay ningún país que sea campeón en excelencia que no lo sea en igualdad. Finlandia y Corea del Sur son dos países con sistemas totalmente diferentes, pero los dos comparten lo mismo: excelencia e igualdad. Lo consiguen por caminos distintos. Es lo mismo que ocurre en una empresa: si queremos buenos resultados no nos dedicaremos a unos pocos trabajadores, sino que buscaremos que la mayoría de ellos estén bien y puedan cumplir con los objetivos. En el mundo educativo eso se consigue con becas para las familias, con rechazar los guetos, con gastar más dónde más se necesite y con programas parentales para que los padres puedan ayudar a sus hijos. Sin embargo, la mayor desigualdad está fuera de las escuelas. Se produce con las extraescolares, donde prima un mercado privado que es caro y que marca las diferencias para el futuro: desde el conocimiento de idiomas hasta el desarrollo de habilidades sociales, gracias a deportes de grupo, clases de música o grupos de teatro. Por eso es importante desarrollar programas sociales, donde la comunidad ayuda, para acompañar a los escolares a museos, al desarrollo personal, o a incitar a la lectura. En la Fundación Jaume Bofill tenemos un programa sobre ello, que desarrollamos en 80 municipios, con hasta 250 voluntarios. En la nueva ley de Educación se recoge esa necesidad de atender las extraescolares, porque son cada vez más determinantes.

--¿Hay ascensor social en Cataluña?

--Hay que partir de una idea inicial sobre qué tipo de sociedades tenemos. Una sociedad no es más justa o menos, en función de la riqueza del país. Estados Unidos se puede decir que es un país rico y Senegal uno pobre. Pero luego hay que mirar el índice Gini, que marca la mayor o menor desigualdad. Y también se debe atender la fluidez que existe en cada país. Francia es un Estado con menor riqueza que Estados Unidos, pero es más igualitario. Sin embargo, es menos fluido. Su clase alta está muy blindada. En Estados Unidos puedes subir y también bajar en ese ascensor de forma rápida. En el caso de Cataluña el ascensor social fue enorme hasta mediados de los años 90. España en su conjunto y Cataluña en particular, experimentó una revolución social desde los años 50 a los 90. Algo nunca visto. Fue la California mediterránea. Es cierto que los muy pobres no ascendieron, y que la élite-élite quedó blindada, pero el ascensor funcionó. Luego, seguramente porque se llegó a una situación de estabilidad, se produjo un parón. Pero también se debe a la falta de políticas progresivas en todos estos años. No se ha invertido en políticas sociales efectivas. Y estamos en un momento crucial en el que los parches que se ponen ya no funcionarán.