Pensamiento

Contra Podemos, ¿podría llegar a vivirse mejor?

22 agosto, 2014 10:21

Érase una vez un país que después de cuarenta años de dictadura, que se dice pronto, tenía que hacer un montón de leyes de golpe, incluida la electoral. Y no se les ocurrió otra cosa que hacer una ley que blindaba extraordinariamente a los partidos grandes (aunque ni así consiguieron evitar que una cosa llamada UCD se fuera al garete...) en detrimento de los pequeños o minoritarios, como estos no fuesen el equivalente de una mosca cojonera hiperconcentrada en picar todo el rato la misma roncha nacional.

En lugar de creerse lo que ellos mismos decían, que la unión hace la fuerza, que mejor unidos, etc, se dedicaron a hacerse disimuladamente la zancadilla

Es decir, que durante años y paños (catalanada deliberada, irónica...) aquí PSOE y PP, allí los nacionalistas, y que sea lo que Dios quiera.

Decían los que aseguraban entender que este sistema era buenísimo porque evitaba la atomización del mapa político y garantizaba la gobernabilidad. Claro, lo malo es que la garantizó un poquito a cualquier precio. Es decir, que daba igual que los partidos de toda la vida fuesen impresentablemente contradictorios, corruptos, poco fiables, etc. Eran ellos o ellos.

Con el tiempo surgieron partidos más pequeños que trataban de matizar las cosas, pero era muy difícil porque se lo ponían entre todos muy cuesta arriba. Ya no era sólo la ley electoral. Eran los apagones mediáticos, la desinformación, los desaires políticos, el no quererse dar por enterado, etc. Toda idea nueva se veía, no en clave de posible aportación, sino de pura y dura amenaza.

Aun así algunos y algunas consiguieron salir adelante y a flote, sea a fuerza de suerte, de carisma o, por qué no decirlo, también de echarle morro. Esto coincidió con tal desgaste sin precedentes de la clase política de toda la vida que por un momento pareció que realmente se iban a abrir brechas inteligentes, bocanas lúcidas.

Pero entonces pasó que algunos de estos partidos políticos más pequeños y prometedores, pero partidos políticos al fin y al cabo, empezaron a mirarse de reojo y de través, a tenerse celos (y a lo mejor hasta cosas peores), en fin, que en lugar de creerse lo que ellos mismos decían, que la unión hace la fuerza, que mejor unidos, etc, se dedicaron a hacerse disimuladamente la zancadilla. Mayormente la gente prefería ser cabeza de ratón que cola o ni siquiera lomo de león.

¿Hay algo más fortalecedor del sistema que un antisistema sistemático, que un vividor del sinvivir de la gente?

En estas apareció otro partido pequeño pero con una mecha en el culo como hacía tiempo que no se veía... un partidito de nada, pero que en nada de nada puso muy nerviosos a pequeños, medianos y grandes. A unos, porque les quitaba el sitio. A otros, porque se daban cuenta de que los espacios para la lucidez que tanto y tanto tiempo había costado arañar estaban a punto de sumirse en precipicios de irreflexión y demagogia.

¿Hay algo más fortalecedor del sistema que un antisistema sistemático, que un vividor del sinvivir de la gente?

El tema forzó a los partidos pequeños que estaban antes a planteárselo, a reflexionar un poquito mejor y más despacio que hasta entonces. Apoltronados y acomodados como habían llegado a estar en la cómoda contestación a PSOE y PP, ¿qué hacer ante la nueva amenaza?

En casos así es cuando sale lo mejor o lo peor de la gente y de los partidos políticos, prácticamente sin término medio.

¿Qué hicieron? ¿Aprovechar la oportunidad de unirse y trabajar, o la ocasión de suicidarse y dejar a la gente definitivamente tirada y sin esperanza?

La solución, la próxima noche electoral.