El mundo está un poco revuelto, ¿no? Al menos eso parece. ¡Ay!, los principios de siglo. Cuentan los historiadores que no ha habido ninguno pacífico. Éste tiene pinta que tampoco. Por lo que ya se sufre en Oriente Próximo. Por lo que se muere en el Mediterráneo. Y por lo que se olfatea en el horizonte en cada puesta de sol. En cada rincón donde se pelea por el poder. La pelea de los políticos. Por el poder. Da igual el lugar. La cabeza del imperio, o sea Estados Unidos. La Unión Europea, con el mayor ataque desde su creación y su ruptura con el Brexit. Alguna autonomía y su ansia de independencia plasmada en algunos políticos. O el poder en el partido político que corresponda. Por eso pelean los políticos. Por mantener el poder. Aunque sea sólo en el partido. Por ejemplo, esta España nuestra.

Tenemos el próximo mes de febrero los congresos de los partidos mayoritarios. El PP, Podemos y Ciudadanos. El PSOE, el peor de todos, no tiene prisa. Quiere desangrarse un poco más. Quedarse en los huesos y luego, no lo querrán ni los perros. Mucho menos los ciudadanos. No tienen prisa, no lo tienen todo controlado. Los que quieren mantener el poder, claro, aunque figure otro. Dos o tres aspirantes, o más. Con los terrenos cambiados. Pedro en el sur y Susana en el norte. En León. ¿Qué se te ha perdido en León, Susana de Andalucía? Al menos a Zamora has ido a cenar y a preparar el Golpe contra Pedro, pero ¿en León? Ah, los mineros. No te quieren. Con los mineros hay que ir a la mina. Y mancharse de negro. Y dialogar. Y discutir con los que no piensan como tú. No pasa nada. El minero valora la valentía. Ir a hablar a una sala con alfombras e impedir a la mitad que entren es lo peor que podías hacer, Susana de Andalucía. No cuentes con León. Con los militantes. Bueno, con Zapatero, sí. Para ti.

Por eso pelean los políticos. Por mantener el poder. Aunque sea sólo en el partido

El PP aclamará a su presidente y nadie levantará la voz. A ver quién se atreve. Que miren a José Mari. Ni va. Muchas enmiendas. Por rellenar. Porque la principal, la de elección por primarias, no se admite. Cifuentes, a callar. Ya habla Maíllo, la voz de su amo, que dice que al líder se le elige a doble vuelta. Vamos, lo que yo diga. O sea Mariano. ¡Democracia, pura democracia! ¿Y secretario general? ¡Cuidado, Cospe!

Podemos anda enredado en su lucha fratricida por ver quién manda. Eran cinco unidos y ahora son cinco desunidos. Iglesias, Errejón, Bescansa, Monedero y Alegre. Grietas. Quiebra entre Iglesias y Errejón. Distancia entre todos. Narcisismo. Ambición. De poder. Sobre todo de poder. Estamos como al principio. Lucha por el poder. Lo que valió en Vistalegre I ya no vale en Vistalegre II. Se cambia según el interés. “La democracia es eso, no estar de acuerdo”, anticipó Iglesias.

Ciudadanos anda a la búsqueda de su identidad. Tendrá dos competidores porque no les gusta la “posición de centroderecha”, o sea, ser la blanca desteñida del PP. Rivera asciende a las damas para disimular. Pero el jefe seguirá siendo el mismo. De momento. Seguro que no le gusta mucho a Girauta. Arrimadas sube en el escalafón del partido. Así se borran de su cerebro las tentaciones de abandono. La chica vale. Unos 600 compromisarios animarán a Rivera a luchar por el poder. Y alguno le recordará que no está en el Gobierno. Gran error, según algunos pensadores políticos.

Pues el mundo seguirá revuelto. Y los periódicos del mundo se llenarán de grandes frases de Trump, Merkel, Theresa May o Trajani. En España serán Rajoy, Iglesias, Rivera o Susana los que coparán las portadas. Da igual. Todos predican por lo mismo. El poder. En mayor o menor cuota. Pero poder. Aunque sea un partido de un solo militante. Él lo preside. Él es el poder. A por eso van en cada congreso de partido.