Pensamiento

Con Monedero y sin Cañas

26 diciembre, 2015 01:54

Esto no es un cuento. A la noche siguiente de las elecciones generales me desperté para ir al lavabo, sería entre las tres y las cuatro. No sé por qué, pero al volver a la cama me vino el recuerdo de los Pablemos alegres. No era la cara del jefe ‘sioux’ que ha aprendido a sonreír y que evita su natural cara suficiente, altanera y ‘aznariana’; no obstante, sigue mostrando sus axilas camachianas, la marca del fogoso y noble José Antonio Camacho. Mercadotecnia, en suma. ¡Sí, se puede!

Por cierto, Señora Alcaldesa, usted no es nadie para apropiarse de una expresión del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama --y de la Selección Española cuando ganó un Mundial de Fútbol-- y hacer callar a quien la use y no sea de su cuerda, o enviarle a la mierda o a lavarse la boca, como una severa puritana.

Aquella noche electoral en el ‘cuadro’ de Podemos junto al profesor Iglesias se aglutinaban un puñado de nuevos diputados y, en segunda fila, una cara que me recordó a Wally

Decía que era otra cosa la que me llamaba la atención con vehemencia. En efecto, aquella noche electoral en el ‘cuadro’ de Podemos junto al profesor Iglesias se aglutinaban un puñado de nuevos diputados y, en segunda fila, una cara que me recordó a Wally. Sí, era Monedero (otro astuto que dejó de ser ‘persona física’). El tipo que tira la piedra y esconde la mano, que simula que otros esnifan cocaína. Pero lo niega para no ser condenado por calumnias por un juez o una jueza. Y vuelve a mentir. Todo sea a mayor gloria del espíritu que siempre niega.

Además de estar en la foto, saludaba alzando una mano con los dedos abiertos. ¿Qué querría decir?, me preguntaba. El contexto eran unos puños cerrados y otras manos haciendo la uve de la victoria. ¿Se trataba, tal vez, de un símbolo cabalístico?
Empecé a cavilar. Cero, dos y cinco. El cero podría ser el puño cerrado. El dos, la uve de la victoria que popularizó Winston Churchill (el premier británico que volvió a serlo con 77 años de edad, antes de ganar el premio Nobel de Literatura, y que se fumaba de ocho a diez puros habanos cada día). ¿Y el cinco? Ay, el cinco: la mano que mece la cuna. Y sigue en la tarea, su papel es aceptado y además lo exhiben.

Enseguida advertí que bien podría ser un juego divertido. La mano del señorito Monedero era el papel de ‘piedra, papel y tijera’. El papel que gana a la piedra del puño de Iglesias, pero que pierde ante las tijeras de la uve de Errejón, quien a su vez pierde con la piedra ‘eclesiástica’.

¿Y Cañas, dónde estaba Jordi Cañas estos últimos días, dónde está hoy Jordi?

Doy por sentado que Cañas jamás escurre el bulto y siempre está a punto para echar una mano a los suyos. ¿Quién se avergüenza de él dentro de su partido?

Su ausencia de la campaña electoral me ha parecido una pérdida muy importante para C’s. Era el antídoto perfecto para falsas hadas y monederos, no digamos para los chulos piscinas que preguntan en público dónde nació Albert Camus (¿ha leído, por cierto, el fatuo eclesiástico ‘La peste’, ‘La chute’ o ‘Les justes’ antes de pretender pillar en falta?), prepotencias que indican ignorancia y que rajan toda buena confianza en sus palabras.

Doy por sentado que Cañas jamás escurre el bulto y siempre está a punto para echar una mano a los suyos. ¿Quién se avergüenza de él dentro de su partido? ¿A quién le molesta su figura carismática hasta el punto de descapitalizar con ello a C’s? El tándem Rivera-Cañas da mucho juego, y es compatible con otros en orquesta. Quizá por eso lo han desactivado; veremos hasta cuándo. El abogado del Estado parece seguir consejos políticos y no hace caso de los fiscales para archivar su causa abierta hace diez años y cerrada ya en dos ocasiones. Cañas dimitió de su escaño sin tener obligación de ello. Buitres de diferente género se congregaron sobre él y lo han sometido a una dolorosa y denigrante tortura difamadora.

Yo no milito en política, pero confío en que Jordi Cañas renazca de sus cenizas, por él y por su proyecto. Es una persona culta e inteligente, procede de la clase obrera y sabe lo que es sufrir en la vida (algo fundamental también en un político), es rápido de reflejos y escucha como casi nadie hace. Es intenso y vehemente, desacomplejado y a veces impertinente, pero un amigo mío de otro partido me habló de su buen corazón. Hace falta recuperarlo para nuestra vida política. Su partido se lo pierde, y eso ganan quienes pretenden ser los dueños de la calle y sus verdaderos representantes, tanto los que pueden como los que no.