El análisis del resultado de los comunes los tiene que llevar a una profunda reflexión sobre su política y a hacer cambios imprescindibles para poder afrontar con posibilidades de éxito las elecciones municipales del próximo año puesto que se puede poner en peligro no sólo la alcaldía de Barcelona, bastante importante, sino todo el bagaje municipalista conseguido durante muchos años en la tradición del PSUC y de ICV.

Los resultados del 21D han sido malos sin paliativos y son fruto de una política poco acertada y con fuertes carencias que habría que enmendar, entre ellas, actuaciones que cuestionaron ante los electores su supuesta equidistancia.

1. Definirse en la cuestión nacional

Si se quiere poner en primer lugar la cuestión social y dirigirse a las clases trabajadoras en un contexto de enfrentamientos entre derechas nacionalistas, hay que valorar que la mayoría de la clase trabajadora, de los barrios populares de Barcelona y de las ciudades del cinturón metropolitano y de Tarragona y su cinturón, han vivido como una agresión el movimiento independentista, que parece que los quiera excluir de la futura Cataluña, cuando ellos por sus orígenes ancestrales quieren continuar sintiéndose unidos a España. Hay algo que haría falta que los dirigentes de los comunes hubieran aprendido de la tradición del viejo PSUC, y es que la defensa de la clase trabajadora catalana se hace en profunda vinculación con la clase trabajadora del resto de España. Por eso el PSUC, a pesar de ser firme defensor de los derechos nacionales de Cataluña, siempre defendió el mantenimiento de la unidad de Cataluña con el Estado.

Se puede ser equidistante entre bloques que defienden nacionalismos opuestos, pero hace falta claridad, y los comunes tienen que definir de una forma clara si defienden la unidad con el Estado bajo la forma de un federalismo que reconozca el hecho plurinacional del estado, defendiendo la necesidad de una ensamblaje de la realidad catalana que sea objeto de un referéndum entre la ciudadanía catalana.

Cs es claramente una derecha nacionalista española, pero en la campaña ha utilizado un lema que lo matizaba, siempre han hablado de que son catalanes, españoles y europeos, y aquí han conseguido vincularse con el sentimiento de mucha gente trabajadora de las zonas obreras, que antes habían sido patrimonio de socialistas y comunistas.

2. Definir qué alianzas son preferentes

La ruptura en el Ayuntamiento de Barcelona no fue la mejor entrada para después reivindicar un gobierno de izquierdas poco definido como propuesta electoral.

Hace falta que de una vez se tenga claro que el aliado estratégico de los comunes son los socialistas. Sin acuerdo con los socialistas ni se podrá echar a Rajoy, ni se podrá hacer un polo de izquierdas que eche al nacionalismo neolepenista, catalán y español, que representan tanto JxCat como Cs y el PP.

Los resultados del 21D han sido malos sin paliativos para los comunes, en parte por actuaciones que cuestionaron ante los electores su supuesta equidistancia

3. Una estrategia clara

Hay que reivindicarse de nuevo como una formación de izquierdas al servicio de las clases populares y de la clase trabajadora en particular. Y que este sea el principal paradigma de la formación.

Hay que abandonar el sectarismo como la desvinculación voluntaria de cualquier relación con el papel de CSQP en la anterior legislatura. Cuando el núcleo de este grupo parlamentario ha sido la única voz nítidamente de izquierdas de oposición al Gobierno desde una perspectiva de catalanismo popular y de oposición democrática radical a las aventuras irresponsables del unilateralismo independentista. Está muy bien decir que ni DUI ni 155 pero no hay duda, si no se quiere ser fariseo, de que si se producía una DUI la respuesta del Estado sería el 155. Pero, como en tantos otros temas, la ambigüedad era más confortable y permitía sobre el papel quedar muy bien, a pesar de significar una carencia de valor político.

Hace falta una estrategia clara y definida que supere los tacticismos actuales. Cómo hemos visto, la nueva política ha perdido su encanto, ahora hay que luchar para ser una organización política fiable y coherente que de momento no se es. Y hay que volver a reafirmar las raíces de izquierdas, ecologistas y feministas, y volver a intentar ser referente de las clases trabajadoras y aliado preferente del movimiento sindical.

4. Una estructura organizativa plenamente democrática

El espacio de los comunes tiene una serie de problemas organizativos que habría que solucionar lo más rápidamente posible. El nuevo espacio está carente de funcionamiento democrático. Las capillitas están sustituyendo una organización democrática y representativa. Carece de democracia después de dos años de funcionamiento. Hace falta un censo de miembros reales con derechos y deberes.

Hace falta mecanismos reales de participación de los miembros de la organización en las primarias para decidir las listas de todos los ámbitos y sin listas plancha. Hay que constituir de una vez las organizaciones territoriales formadas por la militancia existente. No hay tiempo que perder, especialmente a la vista de las municipales.

Hay que potenciar el debate político dentro de la organización, especialmente a través de las organizaciones territoriales o de barrio. El debate es insustituible para unificar orgánica y políticamente una organización política y esto no se resuelve con consultas cuando alguien quiere o desea. Las consultas, como los referéndums, son para casos muy concretos. El debate, en lugar de dividir, permite las enmiendas y los consensos.

Como se puede ver, mucho trabajo por hacer y muy poco tiempo.