¿Se acuerdan de aquel chiste de Eugenio? Un hombre cae por un precipicio y se aferra a una rama para evitar caer al vacío. Pide socorro desesperado y nadie acude. Al final, aparece una figura divina que le dice algo así como “suéltate y serás recogido por unos ángeles que te volverán a llevar a tierra firme”. El pobre hombre sigue aferrado a la rama. No la suelta porque no se fía de semejante ayuda y exclama: “¿hay alguien más?”

Les cuento esto a cuenta de lo sucedido en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona. Ante la carta a los reyes de los independentistas, los Comunes se pusieron de perfil y no defendieron al gobierno del que forman parte, porque que sepamos, los Comunes son parte del Gobierno de España. No votaron en contra de la reprobación de SU gobierno y lo dejaron caer. Dicen que les pudo más el ardor ideológico de tumbar la figura del Rey, que defender al ejecutivo del que son corresponsables. Dejaron caer al Gobierno y esperaron que alguien les solucionara los problemas. Los socialistas, estuvieron a la altura y fueron consecuentes con el Gobierno de Sánchez. Ciudadanos y PP cerraron filas alrededor del Rey Emérito, y Valls se borró del mapa. Era el ángel que debería salvar al Gobierno y lo dejó caer sin remedio. Su presencia hubiera evitado que las propuestas prosperaran, pero el concejal prefirió salirse de un circo, pero con su ausencia las fieras se pusieron las botas.

El postureo de Ada Colau, que habla del Barça y de Messi, pero que no dice una palabra ante el escándalo de las okupaciones, ni tampoco ante el accidente de la palmera en la Ciudadela y menos abre la boca ante los problemas de la ciudad, se puso de perfil una vez más. La verdad es que también es consecuente porque hace del postureo, la indefinición y la irresponsabilidad sus señas de identidad. Ernest Maragall y Elsa Artadi jugaron sus cartas y ganaron. Aunque sería más justo decir que ganaron por incomparecencia del contrario. Visto lo visto en el pleno de ayer, me pregunto como el personaje del chiste “¿hay alguien más?"

Y otra pregunta a los grupos municipales. A Colau y a los que presentaron las propuestas. ¿De verdad que estos son los problemas de Barcelona? En plena crisis por el coronavirus, en plena decadencia de la ciudad, en plena catástrofe económica para miles de personas y para sectores básicos de la economía de Barcelona, ¿este era el debate? No sé si sentir pena, o simplemente vergüenza ajena. Sobre todo, porque tenemos una alcaldesa que no merece ese título.