Cuando vamos a cumplir un año del inicio de la mayor catástrofe sanitaria, económica y social de nuestra historia reciente tras la Guerra Civil, cuando el paro crece, la economía no repunta y todo lo apostamos a unas vacunas experimentales, los políticos deciden elevar la crispación y rompen pactos en varias comunidades autónomas. Quienes pensábamos que lo de la política catalana era un disparate sin parangón, ahora vemos que la grave enfermedad de la irresponsabilidad es tan contagiosa como el SARS-CoV-2 y se extiende sin control por toda España.

Formalmente el saltarse la lista de vacunación del Consejero de Sanidad de Murcia y parte de su equipo ha sido el detonante de la moción de censura en esa comunidad autónoma, pero detrás subyace el despiste estructural del que iba a ser uno de los partidos regeneradores de nuestra política. Y tras el movimiento de Murcia, contrataque de Ayuso en la Comunidad de Madrid, moción de censura, aparentemente sin recorrido, en Castilla y León y vete a saber qué más veremos, sin descartarse una repetición de elecciones en Cataluña o incluso el adelanto de elecciones al Parlamento de la nación en otoño. ¿De verdad necesitamos ahora esto? ¿No es hora de gestionar y dejarse de mirar el ombligo? ¿No saben los políticos que su finalidad no es ganar elecciones sino administrar la vida pública? ¿Qué tienen que resolver problemas y no constituirse en un problema ellos mismos?

Podemos y Ciudadanos están demostrando ser solo una estrella fugaz en el firmamento político español y estos movimientos, y los que veremos, no hacen sino reforzar un mapa político formado por un bipartidismo imperfecto acompañado por partidos nacionalistas o regionalistas. Podemos creó una expectación enorme, fuertemente soportada por los medios, tras las europeas de 2014, se encumbró en las municipales de 2015 y ensayó un interesante modelo de aglutinación del espacio a la izquierda del PSOE con las mareas para las siguientes generales. Pero poco a poco la espuma ha ido bajando y su perfil es cada vez más desdibujado, lo que está haciendo que se escore más y más a la izquierda y la radicalidad y, por tanto, estrechando su base electoral.

Ciudadanos fue labrándose un hueco en Cataluña y tras las autonómicas post 155 y las primeras elecciones nacionales tras la moción de censura a Rajoy creyó tocar el cielo y como a Ícaro se le derritieron las alas por su proximidad al sol. Arrimadas no hizo ni ademán de utilizar su triunfo electoral en Cataluña, puede que pensando en el relevo de Rivera, y Rivera pensó que la nueva derecha era él, se veía capaz de sobrepasar a un PP bastante tocado. Rivera pudo haber sido vicepresidente del gobierno con Sánchez, pero su ambición le cegó y hoy está fuera de la política. Y Arrimadas lleva el mismo camino porque ahora no sabemos si es parte de la derecha, de la izquierda o ni siquiera si tiene alguna ideología. La radicalización de Podemos facilita el abrazo del oso por parte del PSOE y la moción de censura de Murcia lo acelerará. Curioso final para un partido que aspiraba a liderar la derecha moderada en España.

El movimiento preventivo de la Presidenta de la Comunidad de Madrid muestra otra lucha intelectualmente interesante, la de Miguel Ángel Rodríguez, asesor de la Presidenta, frente a Iván Redondo, asesor de Sánchez. A ellos les pagan para ganar elecciones y parece que le han cogido el gustillo de tener a los ciudadanos votando con más frecuencia de la debida. Si el movimiento de presentar una moción de censura in extremis no triunfa, las nuevas elecciones pillarán al PSOE sin candidato, a Podemos radicalizado y a Ciudadanos marcado como el culpable del lío, lo que probablemente dé alas al PP … y a Vox, fuerza política que existe, que crece y con la que en el panorama actual hay que contar aunque sea para conformar mayorías.

Mientras tanto… la economía por los suelos, los planes de vacunación lentos, la movilidad un lío y los políticos dedicados a perder el tiempo, a malgastar y a no hacer lo que tienen que hacer. La tozudez de la Presidenta de Madrid de mantener su modelo de convivencia con la pandemia ha permitido a la economía de la Comunidad crecer en el último trimestre de 2020 un 4,5% mientras Catalunya caía un 0,5%. Ahora hasta el motor de la economía española corre riesgo de griparse por la irresponsabilidad de los políticos. Nunca un suicidio de unos pocos, el de Ciudadanos, hizo tanto daño a tantos, todos nosotros.