Cataluña y Barcelona va a perder un escaparate mundial de primer orden si el nuevo Govern no corrige la inacción previa. Ser sede de un Gran Premio pone a una ciudad, y a un “país”, en el mapa. No hay mejor propaganda para el imperio catalán que un evento así. Cerca de 2.000 millones de audiencia televisiva en toda la temporada, casi 100 millones por carrera, dan una notoriedad a Barcelona, y a Cataluña, sin igual, por no hablar de los millones que mueve un circuito de fórmula uno. Pero hasta la fecha la demagogia anti automóvil va ganando al sentido común.

Según cifras oficiales, el Circuit genera unos 340 millones de euros al año, además de una importante actividad inducida. Hay un plan definido hace quince años, aprobado hace cinco, pero todavía no activado, para movilizar empresas relacionadas con el motor, que se calcula podría generar una actividad económica de 550 millones y crear 2.500 puestos de trabajo. Si no se corrige la actual combinación de desidia e ignorancia que está arrasando todo lo bueno que teníamos, todos estos planes se irán por el desagüe.

El dueño y gestor del evento, Liberty, pide mejoras, pero las lleva pidiendo desde hace años y desde hace años nadie le hace caso. Para despertar a su interlocutor ha propuesto muchísimos cambios, tantos que alguien los valora en 80 millones. Con esa cifra se podría cambiar medio circuito, y no es necesario, como demuestran Montecarlo, Monza, Spa,…. Si hubiese ganas, con la mitad, o menos, de esa inversión se podría retener al Gran Premio.

Cuando se construyó hace 30 años costó 35 millones, cifra que actualizada por la inflación no superaría hoy los 60. Hoy un circuito nuevo “normal” cuesta unos 100 millones. Jerez, partiendo de una situación mucho peor, dice que con 20 millones tiene suficiente. Y el nuevo circuito de Morata de Tajuña, en Madrid dice que con menos también se arregla. Pero poniendo el listón muy alto la demagogia es sencilla, estamos en tiempos de emergencia social y esto es un lujo. Mentira. La realidad es que vamos a perder el Gran Premio de España y se lo quedará Jerez o lo que es “peor” 'Madriz'. Hay que ser muy torpe, o mal intencionado, para perder ahora este evento cuando compiten dos corredores españoles del nivel de Fernando Alonso, todo un mito, y Carlos Sainz, piloto ni más ni menos de Ferrari.

El mundo de la Formula 1, como todo espectáculo deportivo, congrega a personas muy variopintas. Es verdad que unos pocos van con su Ferrari o les transportan en helicóptero, pero no es menos cierto que la inmensa mayoría es gente “normal” y hay personas que van con su caravana y pasan unos días cerca de lo que les gusta con personas como ellos. Un Gran Premio atrae turismo de muchos tipos, genera actividad económica directa e indirecta y prestigia un circuito para atraer a otros eventos a lo largo del año.

Sin Formula 1 el glamour del circuito decaerá y solo será capaz de atraer eventos de segunda. Al paso que vamos no faltarán los iluminados que quieran consagrar Montmeló al paseo en bicicleta o la captura del caracol.

Y hacia allí va Barcelona y Cataluña, a la segunda división. Barcelona está más cerca de ser Sevilla, Valencia, Málaga o Zaragoza que Madrid. Una capital de provincia más, con atractivo turístico, pero perdiendo su perfil de referencia a marchas forzadas. Quienes querían destrozar Barcelona desde el odio pueblerino y la ignorancia lo están logrando.. Nuestra ciudad es cada vez más irrelevante e irreconocible.

El flamante nuevo conseller de economía conoce muy bien el efecto multiplicador del patrocinio. Entre otras cosas por la inversión de Repsol en el mundo de las motos, una operación sin duda muy rentable. Aún se está a tiempo de corregir lo que podría ser un desastre para Cataluña. Si el nuevo Govern no hace nada por retener el gran premio ya sabremos que lo que mandará en esta legislatura será, de nuevo, la política barata y la demagogia y no la razón y la búsqueda de la prosperidad para los ciudadanos de Cataluña. No hacen falta 80 millones para renovar, hacen falta ganas.