Se empieza a hacer recuento de estos cien días del Gobierno de Sánchez y no hay nada que celebrar. Nada. Aunque cause dolor decirlo. Oiga, señor presidente Sánchez, ¿qué celebramos? Aconséjenos. Me duele decirlo, pero no veo nada. Si acaso, que se ha ido Rajoy y su parálisis. Y como consecuencia también se ha ido Soraya de Castilla y su fracaso catalán. Pero eso no está bien. Hay que celebrar algo suyo y positivo. No lo veo. Ni sus vacaciones, ni sus conciertos, ni sus intervenciones parlamentarias (su discurso-programa de antes de verano fue de suspenso), ni su defensa del Estado, ni en Europa, ni en Cataluña. ¿Celebramos la Diada? Ya la celebró un millón de catalanes y otros seis están esperando algo de usted, señor Sánchez, para celebrarlo.

Sí se puede celebrar algo. Dos crisis de Gobierno. Dos ministros dimitidos en cien días. Va de récord. Un ministro, Màxim Huerta, diez días. Otra ministra, Carmen Montón, cien días. ¡Vamos bien! De cabeza al fango. Ay, la universidad Rey Juan Carlos. Incluso la bautizaron bien. Hay en ella varios chiringuitos para conseguir másters. Para regalarlos y ganar dinero. A los del PP y a los del PSOE. De momento. Lista esta gente de los másters. Necesita una investigación la URJC. Y, si así lo requiere el resultado, que la cierren. Sobran universidades en España. Ciérrela señor Sánchez. Un escarmiento. Y luego convoque elecciones generales. Eso comentan algunos socialistas, aunque no se lo digan a usted.

Sus actuaciones, hasta ahora, son la rectificación de errores. Un paso adelante y otro hacia atrás, para rectificar. Niego defender a Pablo Llarena en Bruselas y rectifico cuando me hacen ver “que es una cuestión de Estado” la defensa de Llarena. La ministra de Justicia (y la vice Calvo) perdió una gran oportunidad de estar callada. Dicen que es de la línea del exjuez Garzón, así que hablará demasiado. Frivolidad y falta de talento. Y falta de coordinación en su Gobierno. Nombre un coordinador-fontanero en Moncloa para evitar disgustos. Que sepa. Alguno hay en la bancada socialista, y sabe. Y mucho.

¿Y Arabia Saudí? No le vendo bombas, pero le construyo barcos. Ya. Y los de Arabia se lo creen. ¡Qué amateurismo! Parecen todos nuevos. Este Gobierno de damas causa simpatía, pero es de un amateurismo descomunal. Los negocios de Estado son otra cosa más importante que vender o comprar palomitas en el cine. Las relaciones internacionales son más trascendentales que las peleas autonómicas. Seriedad. Y cuidado con Arabia que la devolverá. Lo mismo nos da con el AVE en las costillas y nos cobra el precio de las bombitas que no le manda la bombita de Defensa Margarita. Cuidado, no perdonan. Nos lo harán pagar, seguro.

Otro tema a celebrar. La situación en Cataluña. Su estrategia tiene a la población de España en vilo. Muy preocupada. Hay muchas preguntas sin respuesta, mucha incertidumbre. A pesar de la Diada. A pesar de su alto número de participantes. ¿Cuál es el camino a seguir? Procure no tener que rectificar. Ahí se montaría parda. Si sigue la locura secesionista tendrá a los ciudadanos en contra. Las palabras se las llevará el viento y querrán hechos. Querrán paz social y respeto a la ley y al adversario. Que se converse entre Madrid y Barcelona está muy bien. Pero el choque independentista está en otro nivel. Cuidado, Sánchez. Si la masa sale a la calle no la controlará nadie. Así ha sido en toda la historia. Las revoluciones se han ganado en la calle. Y con sangre. Cuidado.

Otra rectificación. Bajar impuestos o subir impuestos. ¿Cómo se pagará el aumento del gasto público? Hay riesgos económicos derivados del “agotamiento de los vientos de cola” según dice su ministra de Economía Nadia Calviño. Menor crecimiento, menor demanda interna y fin de la política expansiva del BCE. Lo dijo su ministra. No baja la deuda. Hay que subir los impuestos. “Los ingresos fiscales son ocho puntos inferiores a la media europea”. No es de recibo. Lo ha dicho su ministra.

¿Va a gobernar con Podemos? Inquietante. Porque por fuera Podemos le va haciendo la cama. En Europa quieren moderación en el gasto y presupuestos en octubre. En España no se sabe lo que quiere el Gobierno porque no hay programa de gobierno ni proyecto de país. Lo que se hace hoy, se deshace mañana. ¿Adónde vamos? A elecciones generales, señor Sánchez, o a una debacle. En cien días no hay nada positivo que celebrar. Tome nota, señor Sánchez.