¡Qué alta! La planta y la chica. La planta está en Génova 13, en el centro de Madrid. Edificio alto. La chica, María Dolores de Cospedal, también alta, era la okupa de la planta sexta de ese edificio como Secretaria General del Partido Popular, cuando mandaba Mariano Rajoy. ¡Uff! ¡Qué peligro! Se juntaron altanería, engreimiento, vanidad, orgullo y ambición en una planta elevada. Parecía estar fuera de todo peligro. Pues no. Increíble, pero no. Hasta allí ha subido el tufo de cloaca y su agitador mayor, el ex comisario Villarejo. Increíble, pero cierto. La realidad supera toda imaginación. Villarejo y Cospedal juntos en la sexta planta. Horror. Han pasado varios días y todavía es difícil de creer. Y hay más. Con lo que queda por airearse la náusea puede ser tan fuerte que es posible que tiemble el edificio.

Parecía imposible. La Cospedal impoluta. Cabeza alta, cabello repeinado, ropa conjuntada, elegante al máximo. Imposible. Imposible una mancha en este personaje. Al menos superficial. Pues huele su ropa. Su cabello se ha despeinado. La brisa fuerte de la cloaca ha chocado con ella. En las alturas, donde es más fuerte. Donde se sufre más. ¡Ay, Cospedal! Y ahora, qué hace Casado contigo. ¡Qué alto has caído! En la sexta planta. Donde todos los muebles se suponía que estaban limpios y transparentes. Huelen también. Hasta allí subió sus heces el rey de las cloacas. Parece un espíritu que se aparece donde quiere. Arriba y abajo. Por la derecha y por la izquierda. Ni Superman escalaba tan alto.

Pues subió a la sexta planta. Al despacho de María Dolores de Cospedal. Era confidente de su marido López del Hierro. Lo avisaba de cómo iban las investigaciones sobre la corrupción del PP que llevaban a cabo la policía y la Guardia Civil. El chivato en casa. Romper papeles. Que desaparezcan correos. Quemar las carpetas amarillas. Que llega la poli. Están a la puerta. Rápido, destruir los ordenadores. No se rompen. Pues a martillazos, imbéciles. Que parecéis tontos. ¡Qué nervios, señor! Casi nos cogen.

O sea. Deducción clara. La Secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal, conocía toda la corrupción de su partido. Toda. Y no hizo nada, nada. En vez de erradicarla, la encubrió. ¡Toma ya! Una buena manta y todo tapado. Y a seguir. ¿Se lo diría a Mariano o se lo ocultó? Uf. Ese es otro capítulo. Cospedal sí lo supo y miró para otro lado. Y ahora obliga a Casado a  mirar para otro lado y guardar silencio. Muchas intervenciones públicas y ni una palabra. No te quemes Casado o no llegarás a florecer. Abre la ventana de la sexta planta y arroja toda la basura. Y si también hay basura en la séptima, arrójala con más fuerza. Solo así florecerás en primavera. Aunque tengas que esperar varias. Huele muy fuerte en la sexta planta.

Porque, dicen, esto sólo es el principio. El rey de las cloacas quiere venganza. Contra todos. Porque ha sido abandonado en una cárcel. Venganza. Le da lo mismo se llame Corina, rey Juan Carlos, ministra socialista Delgado, exjuez Garzón, Cospedal que López del Hierro. Apenas sabe leer y no distingue apellidos. Le suenan igual. Venganza. Y parece que sólo es el principio. Atentos.

Porque el olor a cloaca sube y sube, a pesar del viento huracanado del frío otoño. Y ninguna de las dos damas manchadas, Delgado y Cospedal, se dan por aludidas. No se van a casa a lavarse. Ni jefes que les indiquen la puerta de salida. Cospedal lo sabía, y sabe, todo. Lo había advertido Bárcenas y nadie le prestó atención. Pues lo ha repetido Villarejo y el edificio huele a mierda, con perdón. Soraya de Castilla no opina sobre su "amiga" Cospedal. La venganza se sirve fría y sin previo aviso. Ya Publilio Siro advirtió que “muchas personas cuidan su reputación y no cuidan su conciencia”. Algunas no cuidan ni la ropa. La llevan con manchas.

Esto sólo ha hecho que empezar. Se avecinan días de sorpresas y sonrisas mañaneras pícaras. Las cloacas del Estado son muchas y largas. Por ellas circulan remolques de extorsiones, de sobornos, venganzas y más de un cadáver ejecutado para que no hable. Hay de todo y muy peligroso. El hedor sube muy alto. Ya está en la sexta planta. Por cierto, ¿la habitó antes otra dama? ¿Llegará su "perfume" a la séptima planta? Puede ser demasiado. Lo mismo da quiebra el Estado. Pero no está excluida. Atentos al viento. Y a sus efluvios. De momento hay una dama manchada. La sexta planta ya está vacía.