En el campus de la London School of Economics hay un globo terráqueo invertido que genera la curiosidad de los paseantes. Claro que lo de invertido depende de para quién, porque mientras no se demuestre lo contrario, el mundo es esférico y tan válida es su representación “boca arriba” como “boca abajo”. De hecho, los atlas varían según la zona del mundo en la que se publican.

El ser humano en su pequeñez tiende a centrar el mundo donde está él, a crear la república independiente de su casa, sagazmente identificada por Ikea. Dos ejemplos separados por unas seis horas y cerca de 9.000 kilómetros. En la tarde del 30 de septiembre (UTC +2), el 9% de los habitantes del pueblo donde nació José María de Porcioles, exiliado durante la guerra civil, director general de Registros y del Notariado, presidente de la Diputación de Lleida, juez de apelaciones de Andorra pero, sobre todo, el alcalde más importante que tuvo Barcelona durante el franquismo (1957-1973), alabado y denostado por urbanistas y arquitectos a partes iguales, declaró su pueblo territorio libre y soberano. A las 10:00 del 1 de octubre (UTC + 8) vimos el despliegue de medios de quien llama a las puertas del liderazgo mundial, China, en la celebración del 70 aniversario de la victoria del Partido Comunista Chino.

Es muy recomendable ver el desfile del aniversario para entender la ambición de China. China está convencida que va a ser la líder del mundo en cuestión de tiempo, y sin duda cuando celebre el 100 aniversario de la constitución de su Estado actual lo será. Del discurso de su presidente destaca una contundente frase: “Ningún poder puede detener el progreso de la nación y el pueblo chinos" que, además, es cierta. China hoy es la segunda economía mundial y el tercer ejército más poderoso del mundo, y año a año se acerca al liderato, porque tras años de crecimiento de dos dígitos de su PIB ahora “solo” crece por encima del 6%.

China tiene muchas virtudes, pero tal vez la más importante es su visión a largo plazo. Son pacientes, pero muy constantes, y tienen clarísimo lo que quieren: ser los líderes mundiales. Los disturbios en Hong Kong tienen una característica que nos excede, parte de sus reivindicaciones se basan en el temor sobre lo que pasará cuando pierdan el status diferencial… dentro de 28 años. La Unión Europea tiene una crisis profundísima en menos de 30 días y seguimos improvisando, mientras que en China se preocupan por lo que ocurrirá dentro de 30 años...

Europa está en plena decadencia en todas sus esquinas. No sabemos hacia dónde vamos, ni siquiera sabemos lo que queremos ser. La nueva Comisión aspira a tener una vicepresidencia para la protección de nuestro estilo de vida europeo, y parece que el Parlamento no está muy por la labor, porque la considera poco inclusiva. Pero es que ser europeo debería ser algo más que haber nacido o vivir en esta región del mundo. En Europa tenemos unos valores que otras partes del mundo no tienen y que debemos proteger. El idealismo de la declaración de rebeldía de una parte de los habitantes de Amer es Europa, como lo es defender la fabla aragonesa o el gaélico, pero debemos entender que en el mundo “real” la partida es muy dura y la estamos perdiendo.

Está más que acreditado que se manipuló a una parte de los votantes en las elecciones presidenciales de Estados Unidos con datos obtenidos de Facebook por Cambridge Analytica, y no pasa nada. Que el actual primer ministro británico se inventó estadísticas para favorecer el voto al Brexit, y no pasa nada. Se cuentan a millares los ciberataques procedentes de ordenadores en Rusia y China, y lo damos por normal. La guerra comercial se está recrudeciendo, y Europa lleva las de perder. Vivimos en un entorno tremendamente hostil, y centrados en nuestro ombligo no nos damos cuenta de que deberíamos reforzar los lazos europeos en lugar de debilitarlos. Amer, Cataluña, España, son entes ridículamente pequeños frente a quienes de verdad mueven los hilos. La Unión Europea, si fuese un país, sería la segunda economía mundial, todavía por delante de China. Disgregados vamos hacia la irrelevancia, y ese es el camino por el que nos dirigimos, alentados por el populismo alimentado, tal vez, por quienes no son nuestros amigos. A menos Europa, más Rusia, China... y Estados Unidos.

Pensiones, sanidad pública, igualdad (o desigualdad acotada), enseñanza pública, derechos de los diferentes, libertad… son valores intrínsecamente europeos y que hemos de defender entre todos. Y solo lo podremos hacer con una Unión Europea fuerte y que funcione, no desde la república independiente de nuestra casa.