Pensamiento

Cataluña: Hablemos del encaje, de los encajes

18 febrero, 2014 09:00

En estos momentos tan extremadamente graves como los que está atravesando Cataluña, España entera y, por qué no decirlo desde mi óptica militante, también las izquierdas y el socialismo en particular, una de las frases con las que se intentan justificar las pretensiones de los nacionalistas catalanes (los titulares y los sobrevenidos de la falsa izquierda), es la del famoso y pretendidamente irresuelto encaje de Cataluña en España, una mentira tan gruesa que por mucho que la repitan no deja de ser una media verdad, o sea una burda mentira, así que hablemos de algunos otros encajes verdaderamente pendientes.

Los millones de ciudadanos nacidos o vinculados con otras tierras de España, los que tenemos las raíces allá y hemos contribuido con nuestros frutos acá, exigimos un justo encaje en esta Cataluña nuestra sin tener que renunciar a nuestros orígenes, a nuestra lengua y cultura seculares

Desde los prolegómenos de la transición democrática acá, llevamos más de cuarenta años de lógico y justo desprestigio del nacionalismo español, tan manipulado y utilizado durante el franquismo. Esos mismos años han coincidido con la radicalización de los nacionalismos periféricos, fundamentalmente, aunque no sólo, los nacionalismos vascos y catalán, en ambos casos tan parecidos al nacionalismo franquista tanto por las bases ideológicas comunes a la mayoría de los nacionalismos como por el amplio espacio que comparten como instrumentos de las derechas, durante la dictadura y en la actualidad, vistas las políticas económicas que en poco o nada diferencian al PP, PNV o CiU e incluso a ERC a pesar de su verbalismo pseudo izquierdoso.

Caso aparte son los de las fuerzas antiguamente mayoritarias de las izquierdas catalanas de origen socialista y comunista de las que lo menos que se puede decir es que son (!) responsables de que los catalanes no nacionalistas, millones de ciudadanos, sin duda, nos sepamos huérfanos de una izquierda a la que hicimos mayoritaria y también huérfanos en un país al que contribuimos y seguimos contribuyendo como los que más.

Pero estamos llegando a un punto en el que es imprescindible que la mayoría social se ponga en marcha para acabar con tanto mito, con tanta falsedad y sobre todo, que esa mayoría se ponga, pacífica pero enérgicamente, en pie de guerra para sacarnos del abismo al que tantos irresponsables nos están empujando, en marcha para exigir que se hable de encaje con propiedad, sin aceptar la degeneración del lenguaje tan característica en los jerarcas de esta especie de nuevo régimen nacional que se han montado a mayor gloria de las élites que siempre dominaron en Cataluña y en beneficio de una inmensa marea de burócratas, de subvencionadas oenegés y demás beneficiados, todos ellos empeñados en incrementar los puestos de trabajo, sus sueldos, mangoneos y prebendas, a lomos de un imposible nuevo estado, aun a riesgo de provocar una quiebra social y de que nos hundan en la miseria a todos los demás durante generaciones.

Total, que ahora es la hora, catalanes, la hora de que una inmensa mayoría social de ciudadanos no nacionalistas, la inmensa mayoría de los que mantenemos lazos de sangre, económicos y de todo tipo con el resto de españoles, la inmensa mayoría de los que injusta y tal vez culposamente han venido aguantando estoica y calladamente el agobio de las minorías radicalizadas, todos nosotros, tanto los que estuvieron demasiado tiempo en silencio como los pocos que llevamos clamando en el desierto todo ese tiempo, reclamemos los auténticos encajes de los que pocos hablan en Cataluña y así lo expliquemos a la minoría soberanista y a los demás españoles.
Los millones de ciudadanos nacidos o vinculados con otras tierras de España, los que tenemos las raíces allá y hemos contribuido con nuestros frutos (trabajo, lucha política, patrimonio, descendientes) acá, exigimos un justo encaje en esta Cataluña nuestra sin tener que renunciar a nuestros orígenes, a nuestra lengua y cultura seculares, tan propias como las de adopción. Un encaje que se nos pretende negar como no sea a costa de la integración incondicional y a costa de renunciar a los derechos y libertades que fueron conseguidos, en muy buena parte, gracias a nuestra aportación y sacrificios.

Exijamos ya el encaje de los derechos del castellano parlante en pie de igualdad con los derechos de los catalano hablantes, encaje que pasa por erradicar las prácticas monolingüísticas del nacionalismo emulador del franquismo en una nueva versión del idioma del imperio

La lengua castellana es la lengua posiblemente mayoritaria en Cataluña, es el idioma común con los restantes cuarenta millones de españoles y lengua compartida con quinientos millones de habitantes de todo el mundo, razones más que suficientes para que exijamos ya el encaje de los derechos del castellano parlante en pie de igualdad con los derechos de los catalano hablantes, encaje que pasa por erradicar las prácticas monolingüísticas del nacionalismo emulador del franquismo en una nueva versión del idioma del imperio.

Hemos de exigir también que no se nos presente como mayoría soberanista a unos pocos cientos de miles de habitantes de pequeñas poblaciones donde organizaron referendillos trucados, porque una inmensa mayoría real de ciudadanos de las principales poblaciones de Cataluña no somos nacionalistas ni mucho menos independentistas y necesitamos que los jerarcas del régimen y los mismísimos dirigentes institucionales y orgánicos de las fuerzas de izquierdas reclamen otro autentico encaje que tenemos pendiente, el encaje de muchos millones de catalanes en la Cataluña real, de igual modo que los dirigentes de la desnaturalizada izquierda tienen que ganarse su propio encaje en la izquierda real, aquella izquierda que ellos entregaron al nacionalismo atada de pies y manos.

Asimismo, es absolutamente necesario el encaje de determinados estamentos del catalanismo en la España real y legal, el encaje de buena parte de los gobiernos de la Generalidad, del de algunas diputaciones y ayuntamientos, en el marco de la Constitución, de las leyes y las sentencias de los tribunales, encaje que verdaderamente deben asumir, dejando de comportarse como auténticos gobiernos delincuentes porque reiteradamente vienen ignorando y pisoteando esa legalidad que deberían ser los primeros en defender.

En resumen, a todos esos encajes que acabamos de reivindicar sin ánimo de ser exhaustivos, añadamos el imprescindible encaje de los nacionalistas en la lealtad y solidaridad debida para con la inocente buena fe y el casi suicida voluntarismo de las demás fuerzas políticas y exijamos a los nacionalismos que abandonen su espiral reivindicativa con la que ya han alcanzado las más altas cotas de autogobierno que nunca soñaron, porque no pueden continuar desencajándonos a todos durante tanto tiempo con sus continuas traiciones a todos los acuerdos inmediatamente después de haberlos alcanzado y exijamos a los partidos mayoritarios de ámbito estatal que asuman el patriotismo constitucional acabando de una vez por todas con tanta exigencia y con tanto chantaje al que han ido cediendo porque está demostrado que la debilidad no amansa a las fieras y que el camino de las cesiones puede desembocar en el fondo del abismo.