Pensamiento

"C'est la bérézina!"

24 junio, 2014 11:34

El Bérézina es un rio de Bielorrusia, afluente del río Dniéper. Tiene una longitud de 613 km y su cuenca hidrográfica abarca unos 24.500 km². Este río está reconocido por la Unesco como reserva de la biosfera. Asimismo tiene una importante significación histórica, ya que hechos relevantes en la historia europea tuvieron lugar junto a sus orillas. El 25 de junio de 1708, Carlos XII de Suecia atravesó el Berézina con su ejército para luchar contra Pedro el Grande en la Gran Guerra del Norte. Un siglo más tarde, el ejército de Napoleón sufriría en las orillas del río Berézina una importante y decisiva masacre en su retirada de la campaña rusa, la cual ha dado origen a la expresión: “c´est la bérézina!”.

Cataluña se encuentra en el sector medio-bajo del ranking publicado por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, pero lo más relevante es que ha descendido siete puestos en los últimos tres años

Tras el fallido intento de conquistar el imperio ruso, los supervivientes de la Grande Armée, vencidos por el frío y el hambre, emprendieron la retirada hacia el oeste. A finales de noviembre de 1812, y rodeados por fuerzas del Ejército imperial ruso, la única posibilidad era replegarse atravesando el Bérézina pero el río no estaba totalmente congelado para ser transitado, como Napoleón había planeado, y el paso a nado era imposible por la temperatura de sus aguas. Las órdenes fueron levantar, a toda prisa, dos puentes sobre las gélidas aguas, que tuvieron que ser construidos con grandes bloques del hielo a la deriva. Uno de los puentes se derrumbó antes de poder ser utilizado. A pesar de que Napoleón Bonaparte y sus principales generales consiguieron atravesar el río y ponerse a salvo, la desbandada de buena parte de la tropa francesa causó una monumental masacre entre sus soldados. En su intento por alcanzar el puente restante, cientos de ellos cayeron a las heladas aguas pereciendo por hipotermia, otros fueron aplastados por sus propios compañeros y otros alcanzados por el fuego enemigo.

Para asegurar la retirada del contingente que había conseguido cruzar el puente, el alto mando francés decidió volarlo y retrasar así su cruce por el ejército ruso, dejando el resto de tropas francesas (hombres, caballos y armas) al otro lado y a merced del enemigo. Al mediodía del día 28 apareció la temida caballería cosaca, que aniquiló a todos los que habían quedado allí. Se calcula que 30.000 soldados de la Grande Armée perdieron la vida. Según la leyenda popular, únicamente 22.000 hombres de los 610.000 que formaban el ejército napoleónico sobrevivieron a la campaña rusa y el cruce del río Berézina representa el comienzo del fin de las guerras napoleónicas.

Esa es la razón por la que en Francia, todavía hoy, la expresión “c´est la bérézina” es el equivalente de catástrofe, fracaso, chapuza, derrota, en resumen: desastre total y sin paliativos. Esa expresión describe, perfecta y brevemente, la situación de la sanidad catalana, resultado de la campaña de nuestro Napoleón de turno.

Tras más de tres años de recortes en el sistema sanitario catalán, los efectos sobre la pérdida de calidad y seguridad del sistema no pueden seguir ocultándose por más tiempo. Según el ranking publicado por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), Cataluña se encuentra en el sector medio-bajo (en el 12 de 17), pero lo más relevante es que ha descendido siete puestos en los últimos tres años. Según el portavoz de la Federación, la situación española de los servicios sanitarios ha sufrido un deterioro general que no parece previsible recuperar a corto ni a medio plazo.

Cataluña es la Comunidad con más pacientes en lista de espera quirúrgica y también donde el tiempo de espera es más largo. Casi la mitad de las intervenciones corresponden a las 14 denominadas "en garantía", que no deberían demorarse más de 6 meses

Pero el caso de Cataluña es todavía más preocupante, ya que los recortes se iniciaron antes y el impacto sobre el funcionamiento ha sido uno de los mayores. Cataluña se ha situado a la cola de las Comunidades con menor presupuesto sanitario per capita (la 13 de 17). También se sitúa en la zona baja en cuanto al gasto farmacéutico por persona (la 13 de 17), y en el desembolso en atención primaria (la 11 de 17). En cuanto a la opinión ciudadana, ocupa la posición 13 en grado de satisfacción, estando sólo por delante de Extremadura, Murcia, Galicia y Canarias. A pesar del pretendido maquillaje que se pretende aplicar a las listas de espera, el impacto sobre la atención sanitaria es incuestionable: Cataluña es la Comunidad con más pacientes en lista de espera quirúrgica y también donde el tiempo de espera es más largo. Según los datos aportados por la misma Consejería, 181.559 pacientes se encuentran pendientes de ser intervenidos quirúrgicamente, y casi la mitad de esas intervenciones corresponden a las 14 denominadas “en garantía” que, teóricamente, no deberían demorarse más de 6 meses pero que, en la realidad y en más del 40% de casos, ese plazo es ampliamente sobrepasado. El Sindicato Médicos de Cataluña ha denunciado demoras de más de 7 años en intervenciones traumatológicas.

Del informe de la FADSP se constatan enormes diferencias territoriales en la situación del sistema sanitario y su incidencia dispar sobre los ciudadanos, lo cual supone el fracaso del objetivo previsto en el artículo 3.3 de la Ley General de Sanidad el cual establece que las políticas de salud deben orientarse a superar los desequilibrios territoriales y sociales.

Los profesionales del sector, los sindicatos, las plataformas en defensa de la sanidad pública, las asociaciones y entidades sociales, llevan más de tres años denunciando las graves consecuencias sociales que comportan los recortes presupuestarios impuestos por el gobierno de Cataluña. Por mucho que desde el departamento de Salud se pretenda sostener que esos recortes no afectan a la calidad asistencial, la realidad se impone y las cifras de las listas de espera, aunque se pretenden ocultar y amañar, son demoledoras.

Los cierres de camas, unidades y quirófanos que ya se han anunciado para el período estival, suponen el desbordamiento de una situación que ya se encontraba al límite. La pasada semana, diversas plataformas y entidades sociales, promovieron una jornada de protestas en cuatro de los grandes hospitales catalanes, exigiendo en unos la reapertura de las plantas de hospitalización cerradas, y en otros, impidiendo el cierre de más unidades. Según los convocantes de las protestas, en tres años, el Hospital Clínico de Barcelona ha cerrado 74 camas; el Hospital de Bellvitge, 260; Vall d’Hebron, 130; Can Ruti, 115; y el Sant Pau, 106. Uno de los portavoces reargumenta que “abriendo las camas cerradas en Bellvitge, Can Ruti y Vall d’Hebron, que son 500, con una estancia media de siete días, y cerrándolas en agosto, se podrían ingresar 23.500 pacientes más al año”

Mientras el presupuesto de los centros sanitarios públicos y concertados se ha visto disminuido en más del 20%, los centros privados han visto incrementado su concierto con el CatSalut en casi un 80%

Pero lo que causa más indignación es que en algunos de esos centros, y también en otros, mientras se mantienen plantas cerradas, se estén derivando pacientes a otros hospitales, algunos de ellos privados al 100%. Y así se llega al meollo de la cuestión y, tal vez, al origen y al objetivo de tanto recorte: mientras el presupuesto de los centros sanitarios públicos y concertados se ha visto disminuido en más del 20%, los centros privados, como IDC/CAPIO del que dependen, entre otros, el Hospital del Sagrat Cor y el Hospital General de Cataluña, han visto incrementado su concierto con el CatSalut en casi un 80%.

Según se ha publicado recientemente, Cataluña es la Comunidad que gasta más dinero público en sanidad privada: 2.450 millones de euros al año, lo que supone un 24,1% del gasto total español en sanidad privada. Esos “acuerdos” de la Generalidad de Cataluña con entes privados se concentran en muy pocas manos y, por tanto, configuran un mercado privado oligo o monopolístico, con nula competencia, en el que resulta fácil fijar precios y obtener suculentos beneficios a través del dinero público. Mientras tanto, la sanidad pública, infrafinanciada y ahogada por los recortes impuestos por aquellos que han favorecido la creación de ese mercado privado monopolístico, no puede competir en calidad ni en prestaciones asistenciales básicas.

En este mismo diario digital, Alfons Quintà manifestaba hace pocos días: “Todo ello hay que situarlo en el marco de la ida, impuesta por la actual Generalidad, hacia una sociedad propia del siglo XIX, donde los humildes sencillamente se morían. Pero paralelamente también se está instalando una sanidad para ricos, con ganancias fabulosas y crecientes, con características, en Cataluña, casi monopolísticas y, por supuesto, conocedora de las necesidades materiales de los partidos, faltaría más”. En ese contexto, la recomendación que hacía el Consejero Ruiz a los catalanes de “contratar pólizas con una Mutua privada”, cobra todo su sentido.

C´est la bérézina! Catástrofe, chapuza, destrozo, desastre total y sin paliativos en la sanidad de Cataluña.