Los Mossos d’Esquadra se han convertido en la madre de todas las batallas del desafío independentista porque el límite de la desobediencia tolerable está justo en el papel que desempeñe la policía autonómica. Lo sabe el Govern y lo sabe la fiscalía.

No es una noticia nueva, pero sí es verdad que este cuerpo policial ha adquirido un relieve especial tras los atentados de agosto. La Generalitat --y el Ayuntamiento de Barcelona, que en esas cosas nunca que queda atrás-- lo ha subrayado y también lo ha utilizado como muestra de que Cataluña tiene capacidad para actuar como un país independiente.

Esa atribución a los Mossos de la categoría de primera estructura de Estado eficiente y presentable internacionalmente conlleva un tremendo riesgo: la exageración en una materia delicadísima. De ahí que cuando Carles Puigdemont se quejaba el martes ante los micrófonos de RAC1 de que los Mossos tuvieran que encargarse de retirar urnas, cuando su principal misión era velar por la “seguridad de los ciudadanos”, fuera corregido unas horas después por el conseller Jordi Turull, quien precisó que en realidad su objetivo fundamental es “luchar contra el terrorismo”.

¿Qué había pasado? Pues que el Ministerio de Interior había informado mientras tanto a la Generalitat de una alerta europea sobre la posibilidad de atentados. Una buena ocasión para enviar el mensaje a los catalanes de que el Estado distrae a la policía autonómica de la lucha contra el yihadismo.

Esa misma pulsión provocó que el subconsciente traicionara el jueves al 'conseller' de Interior, Joaquim Forn

Esa misma pulsión provocó que el subconsciente traicionara el jueves al conseller de Interior, Joaquim Forn, hasta justificar y pedir disculpas por los controles de las carreteras --no aludió al susto de Sagrada Familia-- en base a una alerta pasada por el ministerio en la que “no se citaba ni a Cataluña ni a Barcelona”.

La buena noticia es que, en medio de esa utilización espuria de la policía, las dos asociaciones de municipios catalanas, ambas independentistas, le han hecho el inmenso favor al Govern de dar instrucciones a sus alcaldes para que comparezcan ante el fiscal. De esa forma, evitarán que sean agentes de los Mossos quienes se encarguen de conducirles hasta las dependencias judiciales. Parece que alguien se ha preguntado: ¿Quién desobedece, alcaldes o Mossos? Mejor no poner a prueba a la policía catalana, se debió contestar.