La sentencia del caso Nóos que condena con seis años y pico de prisión a Iñaki Urdangarin y que absuelve a la infanta Cristina, salvo la pena de multa por ser mujer florero, ha servido para comprobar que los constitucionalistas y los separatas no nos podemos entender porque es algo más difícil que hacer dormir a un niño sin sueño en la noche de reyes: misión imposible.

Hay al menos una semejanza entre la política y el fútbol. Lees la crónica deportiva de un Real Madrid-Barça y están describiendo otro partido con el único punto en común del resultado final. Todo cambia salvo eso.

Los diarios escriben para sus lectores (también los no deportivos). Se ponen en sus zapatos y desde esa perspectiva lo escriben, porque todo hijo de vecino quiere que le cuenten lo que ha visto con los ojos del corazón. Es esencial ser consciente de que toda mirada, la nuestra también, es subjetiva. La mía y la tuya.

Por eso es tan importante mirar con los dos ojos que no están en el corazón sino en la cabeza. Ni siquiera es cosa de la inteligencia. Hay personas muy inteligentes que sufren de daltonismo. Pasan de la euforia a la depresión, tras un partido en París la noche de San Valentín, como si subieran al Dragón Khan de Port Aventura. Son personas bipolares, tengan o no la patología. Son simpáticos, educados y buenas personas. La bipolaridad no tiene nada que ver con las virtudes personales.

Dejo la metáfora del fútbol para volver a la política y, en concreto, a la condena del caso Nóos: para los constitucionalistas es un ejemplo de libro que en España funciona la separación de poderes, como en cualquier otro país europeo; pero los separatas difieren en una cosa: unos están convencidos de que el recurso al Supremo rebajará la condena a los tres años para evitar que los cuatro nietos de los reyes eméritos tengan que ver que su padre ha sido un chorizo; y otros defienden que la figura de Urdangarin es un muerto viviente que a la Monarquía le interesa que ingrese en prisión, precisamente, para salvaguardar la institución...

El corazón obnubila a la cabeza y no hay tutía que nos saque de este agotador juego de pádel en el que estamos condenados de por vida en un techo de cristal

En esto, una vez más, se demuestra que el corazón obnubila a la cabeza y que no hay tutía que nos saque de este agotador juego de pádel en el que estamos condenados de por vida en un techo de cristal.

Artur Mas y sus asesores (mis enemigos íntimos) lo saben y urden un plan para septiembre: que los del 11S  salgan a la calle y a través de la madre de todas las manifestaciones consigan la ensoñación de que España se convierta en Expaña haciéndose el harakiri por la vía de un tajo en el noreste del corazón del resto de los españoles, y en el centro de los catalanes que no vamos aceptar ese tajo...

Perdonen si me he puesto trágico en la metáfora porque eso no pasará.

Ni que inhabiliten a todos los cargos que firmen el golpe de Estado de la revolución de la mueca (los separatas lo llaman de las sonrisas).

En octubre de 1934, la República llevó a la prisión a Lluís Companys, pero como no estamos en Ucrania ni España es Rusia, el único fuego será verbal cuando la Liga del Futbol profesional advierta al FC Barcelona de que una República catalana significaría la expulsión del Barça de la liga española.

A los separatas les pasaría como a los japoneses de Hiro Hito, que una semana después de lanzar la segunda bomba atómica en Nagasaki, el Molt Honorable emperador del Imperio del Sol Naciente sacó la bandera blanca.

El Barça, el Ejército de Cataluña que decía Manuel Vázquez Montalbán, es el talón de Aquiles de los separatas. El Barça es el mejor baluarte de la integridad de España. Antes ETA ya lo intentó a lo bruto...