Pensamiento

Banqueros de oro y accionistas depauperados

3 septiembre, 2016 00:00

Dice un añejo aforismo que “de enero a enero, gana dinero el banquero”. La sentencia le viene como anillo al dedo a nuestros amadísimos bancos nacionales, cuyos accionistas se cuentan por millones.

Las grandes instituciones crediticias han revelado este verano que siguen a lo suyo, impasibles a la hora de retribuir con enorme esplendidez a sus respectivas planas mayores.

Las cinco principales entidades privadas del sistema, que acaparan el grueso del mercado, pagaron a sus consejos de administración un total de 29,1 millones de euros en enero-junio del presente ejercicio, que significan un alza de algo más de un 1% sobre los estipendios de la primera mitad del año pasado.

Santander ha satisfecho 9,2 millones a su órgano de gobierno; BBVA, cerca de 8; Sabadell, 4,4; Caixabank, casi 4; y Popular, 3,6.

Sobre el papel, la subida parece bastante comedida y está en línea con otros sectores de actividad, pero es sólo un espejismo propio de estos sofocantes meses estivales. En efecto, el incremento, por moderado que sea, no guarda relación alguna con la deprimente evolución bursátil que el quinteto de marras está registrando desde hace mucho tiempo.

Números cantan. En el mismo periodo aludido, la cotizaciones respectivas han experimentado desplomes considerables: Popular ha retrocedido un 58%, Caixabank un 30%, Sabadell un 25%, BBVA un 22% y, por último, Santander, un 17%.

Es decir, mientras los banqueros no tienen remilgos a la hora de acrecentarse el sueldo, los dueños de los bancos sufren un pavoroso quebranto. Nos encontramos, así, ante una especie de mundo al revés, donde el fracaso bursátil se premia con insólita generosidad. Y para mayor inri, el pagano es precisamente quien se está arruinando a marchas forzadas. Tras de cornudo, apaleado.

Además, semejante debacle de los cambios acontece después de que las cotizaciones de los intermediarios del dinero encajaran otro fortísimo hundimiento en 2015. Los cinco grandes “obsequiaron” a sus accionistas con caídas bursátiles de entre el 34% del Santander y el 14% de BBVA. Ello no impidió que en ese ejercicio los consejeros ingresaran la bonita suma de 106 millones, un espectacular 51% por encima de los 70 millones de 2014.

Los datos transcritos reflejan que los banqueros celtibéricos parecen vivir en otra galaxia, completamente ajenos a los avatares de sus depauperados socios, paganos forzosos de sus mamandurrias siderales.

El asunto no es menor, pues la avaricia sin límites de los altos ejecutivos bancarios es una de las espoletas que desencadenó la última crisis financiera mundial. A juzgar por las millonarias sumas citadas, parece bastante claro que los capitostes de las entidades están entregados en cuerpo y alma a alcanzar lo más rápidamente posible la ansiada categoría de potentados.

Como predicó el filósofo clásico, no deberían afanarse en aumentar sus incontables bienes, sino en disminuir a marchas forzadas su extrema codicia. Los primeros que se lo agradecerán son sus esquilmados accionistas.