Tenemos una crisis estructural, institucional, política y de gobierno. Pues les da igual. Ellos van a lo suyo. El poder. Sólo les interesa el poder. Quieren el poder absoluto. Lo demás no existe. La mejor prueba es el fracaso de las conversaciones entre PSOE y Unidas Podemos, o sea, el choque entre dos narcisismos, o sea, entre Pedro y Pablo. Demasiada juventud y poco peso en el cerebro.

Me lo contaba ayer un exdiputado, culto, con años, catedrático. Cruza la calle Doctor Cortezo para saludar y de paso comentar con rapidez la situación política.

-¿Cómo estás? ¿Vas al Congreso?
-Sí. Y usted, ¿cómo está?
-Voy a la librería. Ya no me acerco al Congreso. He reflexionado y lo que defendía de que hay que dar paso a la juventud… Ya no estoy de acuerdo. Son inmaduros, prepotentes, incultos, creen saberlo todo y, sobre todo, no saben escuchar. Por lo menos con los que a mí me ha tocado estar en el Congreso. Ni escuchan. Habrá elecciones, pero yo nunca más me presentaré.

Permítanme que oculte su nombre. Su sabiduría y cultura es sobradamente conocida. Su opinión sobre los jóvenes políticos que hay en el Congreso queda reflejada en estas frases. Los conoce bien. ¡Qué penita! Se van los cerebros y quedan los trepas.

Los trepas del poder. Y no son capaces de entenderse para formar una mayoría. Falta equilibrio, peligra la democracia. Para las élites económicas el poder es lo importante. Y utilizan a estos jóvenes para mantenerlo. Jóvenes que sólo han hecho trepar a la sombra del jefe de cada partido. Da igual el color. Varias veces se lo he escuchado al exministro Josep Piqué: “Habría que suprimir las juventudes de cada partido. Que primero trabajen, se fogueen en las empresas. En la calle y en la sociedad. Luego, ya le quedará tiempo de dedicarse a la política”. Tomen nota. No la tomarán. No interesa.

Sólo interesa el poder. Y en este país el poder fáctico es quien manda. Le importa un comino la sociedad, la ciudadanía. La prueba es los meses que llevamos sin Gobierno. Casi podíamos seguir así. Para el ciudadano individual sería mejor. No hay acuerdo. Y dicen que son de izquierdas. ¡Qué cosas hay que oír! ¿Dónde está la transformación social? ¿Dónde el cambio político que hace un tiempo se vendía como joya política en las campañas? Se han olvidado de los cambios. Queremos poder y mantener la silla. Y el que se oponga que ande con mucho cuidado. La política será la misma, gobierne quien gobierne. Ya sea la derecha, ya sea la izquierda. Ya no hay diferencia. Se ha perdido la ilusión de la sociedad, por lo que votar de nuevo cansa. El pasotismo aumenta. Que vayan a votar ellos, se escucha en cualquier esquina. La abstención crecerá bastante.

La política española, regida por jóvenes imberbes, va de mal en peor. Va fatal. Estamos siempre con el interrogante, porque puede suceder una cosa y la contraria. Incertidumbre total. Menos para Pedro Sánchez que siempre ha querido otras elecciones. Para crecer en número de diputados y en poder. Más poder. Pero sin mayoría no queda otra opción que volver a negociar. Más de lo mismo. Pedro necesitará a Pablo. Nuevo choque de narcisismos. ¿Volveremos en mayo a tener elecciones? Demasiado para el cuerpo de los españoles. Habrá que buscar otros políticos. ¿Los hay? Dice el admirado Pepe Acosta que no hay. Al menos él no los conoce. Y debe ser verdad. No hay.

Lo que sí hay es un vacile cuántico a los ciudadanos. Lo que sí hay es una tomadura de pelo por parte de estos políticos incapaces de llegar a acuerdos. No sirven estos políticos. Todos quieren ser el macho alfa y figurar en las fotos y eso no puede ser. Esto no es un concurso de guaperas y protagonismos. Debería ser un servicio al ciudadano. Pero no se da. Y el ciudadano se cansa. Ya está cansado. Algún --más bien varios-- joven político se ha creído un Dios con el camino despejado para llegar a la cima de la montaña y la realidad es que nunca llegarán a la cima del poder. Ha pasado su oportunidad. Llorará por las esquinas su oportunidad perdida de tocar poder. Tocará el olvido y el desprecio del ciudadano. No habrá más. Falta cerebro en estos jóvenes políticos. Y, encima, “ni siquiera escuchan”.

Las peleas de ayer en el Congreso, los dardos a la yugular del contrario son la mejor muestra. Imposible el diálogo, imposible los acuerdos. Fue una guerra de narcisismos. Bajo nivel. Es lo que hay, se dice por los pasillos. Este Congreso cada vez se parece más a un circo.  Empieza el espectáculo. Pasen y vean. No habrá Gobierno, no habrá Presupuestos, no habrá esperanza. Estos jóvenes, no tan jóvenes, nos llevan barranco abajo.