Pedro Sánchez, tras afirmar el carácter xenófobo y racista de Quim Torra y calificarlo del Le Pen de la política española, se reunía con él y compartían un bucólico paseo por los jardines de la Moncloa. Poco después, Miquel Iceta declaraba que "hay un tema importantísimo en la relación entre políticos que es el conocimiento personal. Si tú de Quim Torra solo conoces sus textos, no te lo llevarías a cenar. Ahora, cuando has conocido a Quim Torra, tienes ganas de llevarlo a cenar".

¿A qué obedece esta voluntad de blanquear al presidente de la Generalitat? ¿Qué efectos políticos tiene? ¿A quién beneficia?

La explicación oficial de la política del nuevo Gobierno hacia el independentismo se resume en la voluntad de bajar la tensión, reanudar el diálogo, volver a hacer política, recobrar la normalidad.

De momento no parece que esta política de apaciguamiento haya obtenido contrapartida alguna por parte de los independentistas. Este domingo, Josep Borrell afirmaba que "no percibo un cambio en el nuevo Govern". Quim Torra no se ha arrepentido de nada, sigue apoyando a los CDR, no ha abjurado de su admiración por el fascismo catalán del siglo pasado, no se ha comprometido a cumplir la legalidad, y ni siquiera ha renunciado a la unilateralidad.

Si no hay contrapartidas aparentes por parte de la Generalitat al olvido o banalización de la ideología supremacista y xenófoba de Quim Torra por parte de los dirigentes socialistas, habrá que concluir que Sánchez esta pagando al secesionismo parte del precio de hacerlo presidente. Entiendo otras concesiones. Que se traslade a los políticos presos, que se rebaje las peticiones de condena. Incluso podría entender un indulto de la pena de prisión si fuesen condenados y declaran su arrepentimiento y acatan la legalidad sin eufemismos.

Pero blanquear a Quim Torra me parece ir moralmente demasiado lejos con quienes, por otra parte, se llenan reiteradamente la boca de proclamas contrarias al racismo y la xenofobia. ¿Qué pasa, que los colonos, los hijos de colonos o simplemente los catalanes no nacionalistas carecemos de derechos? ¿Piensan como Torra que somos bestias con forma humana?

Las reivindicaciones de los catalanes no secesionistas han vuelto a estar ausentes de la entrevista entre Sánchez y Torra y son ignorados por Iceta, como ya lo fueron por todos los gobiernos españoles. Sólo Borrell mantiene la batalla ideológica en el frente exterior. No darla en la política interna es tener asegurado un nuevo episodio de intento de golpe más pronto que tarde.

Éric Vuillard, en su novela El orden del día, premio Goncourt 2017, recuerda las premisas de la política de apaciguamiento inglesa y francesa hacia Alemania, con una frase de Lord Halifax: "El nacionalismo y el racismo son fuerzas pujantes, pero no las considero ni contra natura ni inmorales". Entre nosotros, muchos que no se declaran secesionistas piensan como Halifax. Y creen que el apaciguamiento les hace superiores moralmente. Artífices de la paz y la reconciliación, como proclamaban los medios de su tiempo de Daladier y Chamberlain tras la conferencia de Munich. Los hechos demostraron que el apaciguamiento no sirvió de nada. Ante el fanatismo nunca sirve de nada.