¡Noticia bomba, noticia bomba, hemos derribado a Franco! No pudimos derrocar al dictador pero algunos han conseguido ahora tirar al suelo la estatua ecuestre del general que formaba parte en la explanada del Born de la exposición Franco, Victòria, República. Impunitat y espai urbà. Después de lanzarle huevos, rociarla de pintura, colgarle una estelada y colocarle una muñeca hinchable y una careta de cerdo, tres desconocidos derribaron la estatua en la noche del viernes. Como se decía cuando entonces, no se practicaron detenciones.

Como también se decía entonces, hasta el momento nadie ha reivindicado los hechos. Pero lo cierto es que desde el pasado verano las mayores protestas vinieron desde los ambientes independentistas. El día de la inauguración, miembros de las juventudes del partido antes llamado Convergència y de ERC lanzaron consignas contra la muestra, cantaron Els Segadors y hasta se oyeron gritos de “¡Visca la terra!” y “¡Visca Terra Lliure!”. Incluso llamaron fascistas a representantes de la asociación de víctimas del nazismo Amical de Mauthausen, que apoyó la exposición, al igual que una asociación de expresos políticos del franquismo.

No pudimos derrocar al dictador pero algunos han conseguido ahora tirar al suelo la estatua ecuestre del general de la exposición del Born

Las críticas independentistas se han dirigido a la ubicación de la muestra en el Born, la zona cero del independentismo, pero también a la exposición misma, desvirtuando sus objetivos, a veces con notable ignorancia. Para muestra, el tuit que la dirigente del PDEC (antigua CDC) Marta Pascal escribió el día de la inauguración: “La mitad de la población de Cataluña tuvo que huir del horror provocado por Franco. Hoy, en Barcelona, le inauguran una exposición sin rubor”. Ni la mitad de Cataluña huyó, ni la muestra está dedicada a ensalzar a Franco, sino que pretende denunciar, de manera floja y pobre, eso sí, la banalización del franquismo y la impunidad de la permanencia de sus símbolos durante años.

El mejor ejemplo de esa impunidad es el mantenimiento en Tortosa del monumento franquista más relevante, que el alcalde convergente Ferran Bel se pronunció por conservar antes del referéndum celebrado al efecto, en el que ganaron los partidarios de no destruirlo. Otro ejemplo son las estatuas de la misma muestra, la de Franco de Josep Viladomat, que estuvo en Montjuïc hasta el año 2008, o la de La Victòria de Frederic Marès, retirada de la Diagonal hace solo cinco años.

Las críticas más furibundas proceden además de un partido como CDC, que no existía durante el franquismo duro (fue fundado en 1974), o de ERC, que tuvo gran protagonismo durante la II República y la Guerra Civil, pero que desapareció después de la escena durante la dictadura. Convergència ha gobernado Cataluña tres décadas sin preocuparse en exceso por la permanencia de los símbolos franquistas, pero ahora es más fácil lanzarse a descalificar, incluso antes de conocer su contenido, una exposición organizada por el Ayuntamiento de Ada Colau, rival política de Junts pel Sí.

Tampoco puede extrañar este furor antifranquista con 40 años de retraso de las juventudes nacionalistas cuando sus mayores no paran de comparar la democracia con el franquismo y de negar que España sea un Estado de derecho. El campeón de esta tesis es Francesc Homs, bien acompañado por Artur Mas o Neus Munté.

No puede extrañar este furor antifranquista con 40 años de retraso de las juventudes nacionalistas cuando sus mayores no paran de comparar la democracia con el franquismo y de negar que España sea un Estado de derecho

Bastará recordar algunas declaraciones de los mencionados. “Pasa, como pasaba en el franquismo, que antes de que hubiera un juicio, ya sabías qué sentencia te caía”, algo “propio de un país donde no hay democracia ni Estado de derecho”, afirmaba Homs el 22 de septiembre pasado a propósito de su declaración ante el Tribunal Supremo por su actuación el 9-N. “Nos dicen que tenemos una magnífica democracia y acaban poniendo querellas a quien pone urnas. Esto tiene claras reminiscencias del ideario de Franco”, aseguraba el 20 de noviembre de 2015, cuando se cumplían 40 años de la muerte del dictador.

Artur Mas no le ha ido a la zaga. El pasado día 15, en el aniversario del fusilamiento de Companys, proclamaba que “la sombra de Franco es muy larga” y el 22 de junio de este año, con motivo de la difusión de las conversaciones del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el entonces responsable de la Oficina Antifraude, Daniel de Alfonso, el expresident manifestaba que vivimos “en un Estado de matriz franquista que persigue ideas políticas”.

A propósito del apoyo de los diputados del PSOE al suplicatorio contra Homs, la consellera de Presidencia, Neus Munté, desbordando a Pablo Iglesias, declaraba el pasado día 18 que “quizá para algunos es más fácil defender a los promotores del GAL, por tanto, del terrorismo de Estado, que a quienes promueven la democracia”. Atención, quienes “promueven” la democracia son los soberanistas porque, como es sabido, aquí no hay democracia. Por eso la promueven.