Entramos en la refriega electoralista. ¿Hay elecciones? ¡Vaya!, lo que nos faltaba. Estamos siempre de campaña. No hacemos otra cosa que ir a votar. Tres elecciones generales en menos de cuatro años. Demasiado, ¿no cree usted? Sin contar las otras, que al menos tienen cierto orden. Pues hay elecciones. Como ya había poca estabilidad política pues vamos a ayudar. Inestabilidad. Cinco partidos a competir. Aumento de inestabilidad. Con una ley electoral que mucho predicar por cambiarla, pero nadie la ha cambiado. Nadie la ha adaptado a los nuevos tiempos. Está hecha para dos partidos, para servir a los políticos, no a los ciudadanos. Está caducada y ya no sirve. Se complicará el Congreso más de lo que está. Preocupación para España y preocupación para Europa. Miedo. No habrá una mayoría estable en el Congreso.

Y tampoco en el Gobierno. Ya se han reunido los estados mayores de los partidos. Ya han marcado sus estrategias. Ya se han publicado docenas de encuestas. ¡Qué inflación! Para luego no acertar una. Demasiadas. Sólo provocan miedo y desconcierto. No son reales. Se suele decir lo contrario de lo que se piensa votar. O se decide en el último minuto, por el camino al colegio electoral, como casi siempre. Cuidado, este año hay un aliciente más. Se votará tras la Semana Santa, que en vez de rezos se escucharán eslogan e insultos electorales. Lo que faltaba para que esta España nuestra se vuelva más complicada y preocupante. Y como las encuestas sean negativas... lo que se puede oír. De todo, menos frases bonitas y propuestas serias de gobierno.

Todavía faltan más de dos meses y algunos partidos ya hablan de pactos. O de no pactos, como Ciudadanos. Hombre, Rivera, ‘Riverita’, espere usted a contar las papeletas y luego defínase. Puede que a lo peor nadie le necesite para pactar. O sus diputados no alcancen el número suficiente para ser imprescindible. No repita errores y, antes, cuente sus papeletas, no vayan a ser pocas. No pactaremos ni con Pedro Sánchez, ni con el PSOE. Vale. No nos creemos nada los ciudadanos. Ya les hemos visto cómo en un minuto cambian de bando, de opinión y de compañeros. Veremos. Aunque lo mismo Ciudadanos se encuentra más cómodo con los ultraderechistas que con los socialdemócratas, como dijo José Luis Ábalos. Cuestión de elegir.

Elegir, también, la estrategia de campaña. Y el PSOE ha decidido no hablar de Cataluña. Ya sale el tema por las orejas. Y sí hablar de la agenda social, que se ha ido al traste al no aprobarse los Presupuestos. Cada partido a lo suyo. Como el PP que centra su estrategia en el problema catalán. Dale con el 155. Como si no hubiesen otros temas en toda España. Ya parece Vox. Llevan el mismo discurso. Alguien pagará por copiarse. Al profesor ciudadano-votante ya no se le engaña copiando. Ya no le engaña ni Podemos, que se apropian de las medidas sociales llevadas a cabo por el gobierno de Pedro. Habrá que esperar que a Pablo se le terminen las vacaciones para saber qué opina del tema. Aunque todo apunta a que el pacto del PSOE y Podemos seguirá vigente. A pesar, y muy a pesar, de la ruptura del Pacto de Toledo sobre las pensiones. Si suman gobernarán juntos. Reparto equitativo. ¡Vaya días que nos esperan!

Intentan los partidos aparcar el tema catalán. Pero es muy complicado. Sigue el juicio del procés y mientras siga es imposible obviar el problema catalán. Ya Cambó lo advirtió hace bastantes años. “Pasaremos los políticos aquí presentes, pasarán los partidos aquí representados, caerán regímenes, nacerán otros nuevos, pero el hecho vivo de Cataluña subsistirá”. Profeta. Han pasado cerca de 100 años y el problema catalán sigue. Y lo que te rondaré. Así que se hablará de él en la campaña. Y mucho. Nadie lo va a ignorar. Ningún partido pasará de lado por el problema. Porque ya en el resto de España el problema también afecta. Y ya los ciudadanos están cansados del tema porque los políticos no hallan solución. Muchos ya piensan, como Ortega, que no hay solución.

Hay momentos que se oculta el cerebro y aparecen las vísceras. Esperamos que sea al revés y tras las elecciones generales y las posteriores catalanas se encuentre una solución al problema. Porque si no tenemos un líder político de altura (da igual el color) y el problema catalán se mantiene es posible que la democracia tiemble. Cerebros pensantes nos pronostican bastantes años de incertidumbre. Años penosos para España.

El ciudadano de a pie español está molesto porque ve un problema de Estado. De vertebración de Estado. No entiende al soberanismo catalán. Y éste no comprende tampoco el momento que vivimos. Tal vez es el momento de crear de verdad un auténtico Estado Nacional entre todos. Con democracia, justicia y libertad. O nos esperan bastantes años de incertidumbre. Bastantes años locos. Ya es hora de hacer historia, como dijo Ortega.